domingo, 5 de enero de 2014

La desesperanza aprendida y la resignación ciudadana

El psicólogo Martin Seligmanacuñó el término “desesperanza aprendida” para referir a unestado en que la persona se siente indefensa, cree no tener control sobre la situación y piensa que cualquier cosa que haga seráinútil.
Como resultado, la persona permanece pasiva ante acontecimientos dolorosos, incluso cuando dispone de la posibilidad real de cambiar esas circunstancias.
El experimento. En un esclarecedor experimento, Martin Seligman expuso a descargas eléctricas ocasionales a dos perros encerrados en sus respectivas jaulas. Pero mientras uno de éstos tenía la posibilidad de accionar una palanca para detenerlas, el otro no podía hacer nada. El dispositivo experimental determinaba que el tiempo de las descargas fuera igual para ambos animales: las recibían simultáneamente y cuando el primero cortaba la electricidad el otro también dejaba de recibirla.
Pudo observarse que, a pesar de experimentar los mismos estímulos aversivos, la reacción de cada animal fue diferente: mientras el primer perro mostraba un comportamiento y un ánimo normal, el otro permanecía quieto y asustado.
La conclusión fue simple y contundente: la sensación de poseer algún control sobre la realidad hacía soportable la situación para el primero; en cambio el segundo habría aprendido que cualquier acción era impotente para cambiar su realidad.
Seligman fue un paso más allá, y permitió que el segundo animal pudiera ahora controlar las descargas. El resultado de la modificación fue sorprendente. Ya era tarde: el perro se mostraba incapaz de darse cuenta de su posibilidad de control y, por lo tanto, continuaba recibiendo la electricidad sin intentar nada para evitarlo.
Su desesperanza aprendida era irreversible.
Paralelos. Algo análogo ocurre a la ciudadanía asfixiada por los recurrentes problemas endémicos del país que persisten sin ser resueltos y que determinan padecimientos cotidianos de gravedades diversas. Ante cada nueva manifestación desbordante de esos problemas, los ciudadanos protestan, marchan, asisten a cacerolazos, juntan firmas,cortan calles o lloran ante las ocasionales cámaras de televisión que les permiten expresarse, entre otras diversas reacciones.
Pero el final es casi invariablemente el mismo: la situación sigue igual o, a veces, peor.
Y así seguimos, entonces. Inermes ante amenazas que pueden acecharnos en cualquier momento, en cualquier lugar, por cualquier razón o sin razón alguna.
Desesperanza. Quizá el gobierno nacional ya nos ha convencido –sea por negación, o por ese discurso que carga la responsabilidad de los males en enemigos demasiado poderosos o, simplemente, en la impericia de sus acciones– de que no hay mucho que pueda hacerse.
Como el perro de Seligman, tal vez ya hemos aprendido la desesperanza. Tan cercana a la impotencia. Tan parecida a la resignación.
(*) Director de González-Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/La-desesperanza-aprendida-y-la-resignacion-ciudadana-20140104-0098.html


domingo, 29 de diciembre de 2013

La "bella indiferencia" de una Presidenta ausente Una reflexión freudiana sobre el kirchnerismo y la angustia ciudadana.

Freud utilizó la expresión “bella indiferencia” para referir a cierta distancia afectiva que caracterizaba a una de sus pacientes.
Lo que confería singularidad al caso era que aquella mujer parecía desconocer su responsabilidad sobre angustias que padecía a causa — precisamente— de algo que había realizado.
Hace apenas unas semanas comenzaba en Córdoba una ola de saqueos que mantuvo en vilo a la sociedad.
Una conjetura muy verosímil señala que fue la tentación oportunista del Gobierno Nacional (al negar el envío de la Gendarmería para infligir un daño político al Gobernador José Manuel De la Sota), lo que terminó encendiendo la mecha del incendio que pronto se propagó a otras provincias.
Sin embargo, días después Cristina apareció bailando exultante en el festejo de los 30 años de la democracia, luego de sentenciar que la seguidilla de saqueos no había sido más que un intento para desestabilizar al gobierno nacional y popular, que representaría la quintaesencia de la democracia.
Desde hace dos semanas una intensa ola de calor transformó las ciudades en virtuales hervideros. Los cortes de luz fueron multiplicándose a lo largo de los días. Niños, ancianos y familias enteras sin agua. Edificios sin ascensores. Centros de salud que no pueden atender a sus pacientes. Comerciantes que han perdido su mercadería. Calles tomadas por protestas que los funcionarios no parecen querer escuchar.
Un Jefe de Gabinete que cada mañana pretende envolver a la ciudadanía con una retórica tan ampulosa como ineficiente.
Un Gobierno Nacional cuya principal acción, hasta ahora, consistió en señalar la responsabilidad de las empresas de energía a las que amaga con quitarle las licencias. Y una Presidenta que está ausente, como en tantas otras ocasiones en que el infortunio se hizo presente.
Algún día, sociólogos, historiadores y analistas políticos teorizarán sobre el kirchnerismo.
Como ocurre con cualquier ejercicio histórico, probablemente se proceda a un análisis político-estructural de aspectos macro, tales como el modelo económico, la estructura distritibutiva, la política de derechos humanos, la tensión con los medios, el relato, la sanción de leyes sobre libertades civiles, y otras facetas políticas.
Difícilmente se centre en detalles tan precisos y reveladores como la indiferencia presidencial ante las angustias ciudadanas; sobre su profunda insensibilidad ante el sufrimiento del otro; sobre la recurrente vocación de auto situarse en esa especie de Olimpo autoconstruido, donde habitarían los espíritus más sensibles y las mentes más lúcidas.
Hace apenas unos meses, en un rapto de lucidez lingüística, Cristina sentenciaba que “La Patria es el prójimo”. Ese prójimo que hoy está abandonado a su suerte. Y sujeto a la triste indiferencia presidencial
(*) Director de González-Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/La-bella-indiferencia-de-una-Presidenta-ausente---20131229-0027.html

sábado, 21 de diciembre de 2013

El optimismo y el pesimismo en la política


El optimismo y el pesimismo son, ante todo, actitudes existenciales. Como tales, no pueden quedar fuera de la política.
La mirada optimista siempre ve o imagina el costado positivo de las cosas. El optimismo es una de las expresiones de la fe y, por ende, un poderoso motor de la acción. En su límite, el optimismo puede ser también una variante de la ingenuidad, o una degradación del pensamiento constructivo que termina confundiendo el deseo con la realidad.
En contraposición, la mirada pesimista señala el costado sombrío de la vida. Quizás sea también un ejercicio de fe, pero de carácter contrario. El pesimismo puede conducir a la duda paralizante, a la desesperación o a la derrota. En su límite, el pesimismo puede ser también un acto de lucidez que permite separar las realidades de las ilusiones. Como tal, puede emparentarse con el escepticismo sano, una especie de brújula interior que nos permite evitar caminos que llevarían al fracaso y, por ende, orientar al éxito.
Lo anterior ilustra una sutileza de nuestra vida mental: optimismo y pesimismo son dos orientaciones existenciales cuyo valor adaptativo depende de su adecuación a realidades probables. Pero esto implica una paradoja: lo que concebimos como realidades probables, a su vez, está determinado por nuestro optimismo y pesimismo. De tal modo, optimismo y pesimismo son dos orientaciones hacia el futuro cuyo valor adaptativo solo puede juzgarse en retrospectiva, cuando los hechos finalmente han ocurrido.
El país ha vivido días de profunda conmoción social expresada por un explosivo cóctel de saqueos, y violencia. Quienes entrevieron un inminente estallido aún mayor: ¿fueron realistas o pesimistas? Quienes avizoraron peligros superlativos: ¿cumplieron con el deber ciudadano de advertencia o fueron meras voces apocalípticas que echaron nafta al fuego?
Final y felizmente aquel estallido mayúsculo no ocurrió. Ojalá no ocurra.
Ya casi estamos celebrando la Navidad. Resabios de pensamiento mágico forjan la ilusión de que al arribar a la Nochebuena el peligro habrá terminado. O que, al menos, comenzará una tregua.
Así como para la vida la esperanza es una necesidad, para la política es un deber. En magistrales palabras, Ernesto Sábato reflexionaba que los pesimistas se reclutan entre los ex esperanzados, dado que para ser un auténtico pesimista es necesario haber tenido esperanzas que se perdieron. Pero —decía también— los pesimistas necesitan de vez en cuando renovar nuevamente su esperanza.
El descreimiento hacia la capacidad de la política para forjar un país mejor es un mal que anida en el corazón de muchos argentinos. Pero en la Nochebuena, algunos alzarán sus copas con la ilusión de que el milagro siempre puede ocurrir. Aunque “el milagro” no sea sino una profunda iluminación de la dirigencia política que posibilite estar, alguna vez, a la altura de las circunstancias.
Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/El-optimismo-y-el-pesimismo-en-la-politica-20131221-0082.html

domingo, 15 de diciembre de 2013

Violencia, saqueos y orfandades

“Si tienes miedo de quien te protege, ¿quién podrá protegerte de ese temor?”. Con esta frase, un adagio oriental anónimo, el psiquiatra escocés Ronald Laing encabezaba un texto sobre la sensación de orfandad existencial. Orfandad, fragilidad e impotencia resultan variaciones de los sentimientos generados durante la ola de saqueos y violencia de los últimos días. ¿Cómo es posible que ese vecino y cliente integre ahora la turba impiadosa que saquea y destruye?. ¿O que la policía que debería defender al ciudadano abdique de su responsabilidad esencial para dejarlo inerme ante una furia social irrefrenable?. ¿Cómo es posible que, en algún momento, el Gobierno Nacional se haya concentrado en sentenciar insuficientes y conjeturales diagnósticos antes que en arbitrar los medios eficaces para detener la explosión de irracionalidad?. La Presidente baila en la plaza la danza festiva de la democracia que supimos conseguir. La imagen resulta coherente con su diagnóstico previo: los saqueos fueron pergeñados con precisión quirúrgica para horadar el orden constitucional. Si así fuera, aquel baile sería entonces un símbolo de resistencia. Pero si las causas resultan más abarcadoras para incluir la espiral inflacionaria que lastima la dignidad de los más pobres, la recurrente impericia  de suponer que se puede garantizar seguridad con fuerzas policiales que perciben salarios inviables o la evidente incapacidad de logar una paz social con algún viso de solidez; entonces aquella danza se convierte en la fiel expresión de la vacuidad y el desatino. La desafortunada referencia presidencial a una pantalla dividida que hubiera contrapuesto las fuerzas danzantes de la democracia con la barbarie de sus enemigos, se reveló paradójica e innecesaria. Porque la simultaneidad de las dos escenas las enhebró el ojo del ciudadano que asistía atónito al triste espectáculo de violencia, muerte y saqueos, mientras el Gobierno y sus adláteres continuaban con su ritual narcisista bailando sobre la cubierta del Titanic. Quizás algún día sociólogos e historiadores teorizarán con perspectiva temporal sobre esta semana trágica. Hoy, desde el estrecho presente, solo cabe una conjetura simple: en algún momento de nuestra historia, de manera irreflexiva, sea por acción u omisión, los argentinos comenzamos el absurdo juego de coquetear con el mal. Y lo confundimos todo. Y perdimos el rumbo. El gran Discepolín ya nos lo había advertido, pero no supimos escucharlo. Porque “Cambalache”, además de un tango, era el anticipo de la tragedia de la que aún no podemos salir.Mientras nos sigue perturbando el temor que nos provocan quienes deberían protegernos. Ese hilo sutil que ata la orfandad social a la existencial.
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Violencia-saqueos-y-orfandades-20131215-0023.html

sábado, 7 de diciembre de 2013

Lo que Córdoba se llevó: reflexiones sobre valores y política

Hace apenas 20 días la Presidente Cristina Kirchner reasumió sus funciones decidiendo profundos cambios en su gabinete.
Desde una perspectiva política, una de las explicaciones de esos cambios sostiene que, a diferencia de otras ocasiones, esta vez Cristina supo escuchar a tiempo el mensaje de las urnas y, por ende, realizar las correcciones necesarias para encauzar su gobierno.
Desde una perspectiva existencial, también se ha conjeturado que la enfermedad pudo haber dulcificado el espíritu de la Presidenta, para dar emergencia a una Cristina más serena, comprensiva y ecuánime.
En contraposición, los espíritus más escépticos descreen tanto del carácter genuino de aquellos cambios como de la virtud presidencial que los determinaría. Así, una vez más, razonan sobre la naturaleza cosmética de los pretendidos cambios, al tiempo que descreen de la posible conversión interior que habría experimentado la Presidenta.
Más allá de lo que se entienda exactamente por política, lo cierto es que la comprensión de ésta se torna inconcebible si se prescinde de los deseos, creencias, valores y capacidades de los actores que le dan vida.
En el contexto de su reaparición, pensar en un cambio interior de la Presidenta es suponer una trasmutación en su sistema de valores. Desde la sencillez categorial de un niño, se diría que Cristina se habría tornado más buena. Lo bondad o, simplemente, el Bien puede resultar una energía que oriente la política hacia nuevas posibilidades de realización. La sensibilidad hacia el sufrimiento del otro puede ser entonces el primer estadio dentro de un programa de acción política. Porque la pasión del bien implica descubrir dónde radica el dolor que se desea paliar. Quizás sea por eso que aún se venera a Evita.
Hace apenas unos días, la política parecía haberse encaminado hacia una dirección virtuosa. Por supuesto, las buenas intenciones son apenas condiciones necesarias pero no suficientes. Era lícito cuestionar la razón instrumental aplicada a esos nuevos horizontes o al menos dudar de la eficacia real de los asistemáticos anuncios de Jorge Capitanich. Pero sus evidentes gestos de apertura al diálogo y la adopción de un estilo civilizado de comunicación eran buenos augurios.
Hasta que estalló Córdoba. Y una vez más se asistió al choque contra la dureza de una realidad que, en segundos, hizo añicos los floridos oropeles de la impostura.
No se trata de determinar cuánta responsabilidad le correspondió al Gobernador De la Sota, aunque sea mucha. Tampoco de enredarse en disquisiciones sobre si los mensajes llegaron a tiempo o por los canales adecuados. Lo cierto es que, desde el Gobierno Nacional, pareció privar nuevamente la especulación egoísta por encima de la piedad. Porque el verdadero bien es el que se ofrece en pos de alivio aún sin ser llamado.
La fría crónica dirá que hubo un muerto y muchos heridos luego de una noche de violencia y zozobra. Pero omitirá señalar que, en algún lugar, una voluntad pudo haber elegido el bien, aunque prefirió no hacerlo.

(*) Director de González y Valladares Consultores de Marketing Político.
http://www.perfil.com/politica/Lo-que-Cordoba-se-llevo-reflexiones-sobre-valores-y-politica-20131207-0099.html

domingo, 24 de noviembre de 2013

Saber, querer y poder en la gestión presidencial

Luego de más de cuarenta días de incertidumbre, las incógnitas han sido despejadas: Cristina Kirchner ha retomado funciones y ha introducido cambios en su gabinete.
A nivel manifiesto, esos cambios resultan sustantivos. Con Guillermo Moreno se aleja la figura quizás más emblemática de un modo de accionar político que ha merecido un profundo rechazo de la ciudadanía.
Con la llegada de Jorge Capitanich a la Jefatura de Gabinete, la Presidenta parece inaugurar una modalidad inédita en su gobierno: ha delegado una importante cuota de la gestión.
Quienes se entusiasman con el nuevo escenario entienden que Capitanich encarna un saber hacer en materia económica y política; algo de lo que carecía Moreno.
En tal sentido, con el enroque, Cristina estaría confiriendo la cuota de poder necesario a quien sabría realmente qué hacer para que el gobierno recupere el rumbo que últimamente venía desdibujándose.
Por otra parte, en su discurso en la Casa Rosada, Cristina volvió a enfatizar la necesidad de profundizar el modelo. De tal modo, cabe sintetizar el escenario actual en estos términos: Cristina mantiene el querer y el poder; Capitanich, el saber. Por consiguiente, sólo bastaría actuar bajo esa lógica y esperar los resultados.
Sin embargo, los espíritus escépticos tienen ocasión de presentar sus reservas: ¿los males del país son el producto de un modelo equivocado que representa el objeto del deseo presidencial, o se trata de problemas de implementación capaces de ser remediados por la aplicación del saber apropiado?; ¿cuál es exactamente el rol de Axel Kicillof: la de un saber técnico complementario al de Capitanich, o el de un simple contrapeso pergeñado por la Presidenta para que el último no tenga más poder que el que ella está dispuesta a concederle?; ¿Cuál es el grado real del saber de Capitanich: es una nueva luminaria del pensamiento político económico, o apenas un típico gobernador con aciertos y fracasos relativos?
Aún en el caso de que los principales actores abrigaran las mejores intenciones para mejorar el país y que –efectivamente– Capitanich contara con el saber y poder necesarios: ¿eso resultará suficiente para lograr los cambios o, por el contrario, el paso del tiempo determinó que los males del país son ya demasiado estructurales como para que puedan revertirse en el seno mismo del gobierno donde se desarrollaron?
Querer, saber y poder representan tres condiciones básicas de la acción humana exitosa.
Como siempre, optimistas y escépticos percibirán diferentes configuraciones de esos factores luego de los cambios presidenciales.

*Director de González / Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Saber-querer-y-poder-en-la-gestion-presidencial-20131124-0037.html

sábado, 16 de noviembre de 2013

¿Y ahora qué va a pasar?

Como en otros órdenes de la vida, la política puede entenderse como concatenaciones y ensamblajes entre acontecimientos y esperas. Los últimos 40 días fueron pródigos en acontecimientos (enfermedad de la Presidenta, resultado de las elecciones, fallo de la Corte sobre la Ley de Medios). Pero tanta vorágine de hechos apareció atravesada por la expectativa sobre lo que hará Cristina Kirchner cuando retome sus funciones.
Luego del alta médica definitiva, el retorno de la Presidenta resulta inminente. Lo cual actualiza recurrentes interrogantes: ¿cómo retornará?, ¿realizará cambios en su gabinete?, ¿tomará alguna medida en materia económica? Sin embargo, subsiste un interrogante subyacente al resto: ¿realizará cambios en el modelo o, por el contrario, lo profundizará?
La avidez de novedad, esa actitud existencial postulada por el filósofo Martin Heiddeger cuya expresión más simple es la ansiedad informativa, suele impulsarnos a la constante espera de que algo distinto ocurra. Por su esencia, la avidez de novedad puede propiciar confusión entre el deseo y la realidad.  Desde esa lógica, muchas voces críticas al oficialismo parecen decir: “Luego del traspié en las elecciones, la Presidenta se verá obligada a cambiar; queremos entonces enterarnos de cuál será ese cambio”.
En contraposición, los más escépticos entienden que si hay algo que Cristina nunca hará es realizar un cambio que justifique haberse anoticiado de la pérdida de alguna batalla. Argumentan, quizás con razón, que tal proceder resulta ajeno al ADN y al historial kirchnerista. Paradójicamente, la predicción de los opositores escépticos –aunque acompañada por valoraciones opuestas– suele coincidir con lo que expresa el ala dura del oficialismo, cuando insiste en sentenciar alguna variante del “ahora más que nunca es necesario profundizar el modelo nacional y popular de crecimiento con inclusión”.
En términos de la denominada teoría de juegos cabría decir que se asiste al turno de Cristina. Mientras la Presidenta no defina su juego, nadie (ni oficialistas ni opositores) tiene del todo claro qué es lo que debe hacer. En cambio, cuando Cristina esté nuevamente operativa, su estrategia habrá quedado determinada y, por consiguiente, esa incertidumbre se habrá despejado.
Si los hechos resultan tan descarnadamente elementales, es decir, si la aparición de Cristina es inminente: ¿cómo explicar la insistencia en conjeturar qué es lo que ella hará, cuando lo más sencillo sería esperar a que lo haga?
Me aventuraría a concluir que la avidez de novedad es ese sentimiento impostergable que nos impulsa a reemplazar con representaciones probables la ausencia de hechos consumados. Razón por la cual, mientras nos mantenemos a la espera de los hechos objetivos, no podemos renunciar a generar ese cúmulo de lucubraciones que nos permite aminorar la ansiedad de la incertidumbre.
Personalmente pienso que asistiremos, otra vez, a una Cristina pretendidamente distinta que no podrá dejar de deslizar que es esencialmente la misma. Pero, como tantos otros, estaré allí, expectante. Escuchando cómo la realidad del acontecimiento sustituye la irrealidad de lo conjeturado durante el tiempo de la espera. Dejándome llevar por la avidez o por el deseo secreto de que algo suceda, aun cuando descrea que eso sea demasiado distinto de lo esperado
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Y-ahora--que-va-a-pasar-20131116-0128.html

domingo, 3 de noviembre de 2013

Los riesgos de hacerse los rulos

Domingo 27 de octubre: Luego de superar holgadamente a Martín Insaurralde por casi 12 puntos, Sergio Massa le habla al país como un auténtico líder emergente. Antes, el cuestionado Amado Boudou aparecía junto a referentes del Gobierno impostando un triunfalismo eufórico cuyo leitmotiv es que el oficialismo sigue siendo la primera fuerza política del país.
Martes 29 de cctubre: Mientras los ecos del triunfo de Massa permanecen vigentes, la Corte se expide declarando la constitucionalidad de los artículos de la ley de medios cuestionados por el Grupo Clarín.
Jueves 31 de octubre: Martín Sabbatella irrumpe en las oficinas del multimedio para comunicar que el Afsca actuará de oficio para que el grupo Clarín se ajuste a la ley.
Analistas políticos diversos señalan que con estos hechos el Gobierno habría recuperado la iniciativa política y, por ende, diluido el efecto del traspié eleccionario. Los más osados, se animan a establecer un paralelismo con el 2009, cuando —luego de triunfar — la oposición fue saliendo de escena a raíz de la ofensiva de medidas impulsadas por el Gobierno. El corolario de tal lectura los conduce a interrogarse si la suerte de Massa no será análoga a la de Francisco de Narváez.
Con independencia de su adecuación a futuro, a mi juicio tales análisis pecan de un error común: la obsesiva dramatización de lo que acontece en el día a día obnubila la visión en perspectiva. Una implicancia de ese error conduce a maximizar la sorpresa de lo que, en rigor, debía ser considerado dentro del espacio de lo posible.
En efecto, luego del triunfo de Massa y del retroceso electoral del oficialismo en las PASO, muchos analistas coincidieron en sostener acríticamente que —al quedar definitivamente sepultado el sueño de la re– reelección— el Cristi-kirchnerismo estaría llegado a su fin y, por ende, comenzaba la etapa de transición hacia 2015. Tales análisis ameritan algunas reflexiones:
Una de las reglas básicas de la estrategia es no subestimar al adversario. A mi juicio, la idea de que el kirchnerismo está derrotado y en retirada y que la Presidente ya capituló, es un error producto de confundir el deseo con la realidad.
Mi conjetura es tan simple como incomprobable: en su fuero íntimo, la Presidenta ansía secretamente que algo ocurra a efectos de “desempolvar” la re-reelección. Y, es más, no solo lo desea, sino que está decidida a hacer lo posible para que suceda. Creo que la pasión de Cristina se adecua plenamente a esos versos de Almafuerte: “No te des por vencido, ni aún vencido”. Aunque es cierto que tal sueño presidencial resulte hoy incompatible con la ley, la vocación del kirchnerismo siempre ha radicado en desarrollar los mecanismos necesarios para alcanzar sus objetivos. Es por esas razones que, ad referéndum de que la Presidente reasuma con plena salud, lo más probable es que se asista al conocido discurso de profundización del modelo antes que a capitulaciones, definiciones de sucesores o rectificación de supuestos errores.
Eso no significa predecir el futuro éxito del Cristinismo, sino advertir que no debería sorprender si continúa batallando hasta el fin. Como ya dijera la misma Presidente a los opositores: “No se hagan los rulos”

*Director de González y Valladares Consultores de Marketing Político.
http://www.perfil.com/columnistas/Los-riesgos-de-hacerse-los-rulos-20131103-0006.html

lunes, 28 de octubre de 2013

Razones y conjeturas tras las elecciones

La elección ha concluido y varias de sus incógnitas despejadas. Tal como proyectaban las encuestas, Sergio Massa resultó un contundente ganador junto conJulio Cobos, Gabriela Michetti, Hermes Binner y el espacio liderado por Sergio Urribarri. Cabe también agregar a Mauricio Macri y José Manuel de la Sota, triunfadores de modo indirecto. YPino Solanas se impuso a Daniel Filmus. 

Ahora surgen las preguntas de rigor: ¿Por qué? ¿Qué pasará a partir de este lunes 28?, ¿Cómo será la transición hasta 2015, si es que se consuma?, ¿Cuál será el futuro de Massa, de Scioli, de Cristina Kirchner?

Como cualquier fenómeno complejo, el triunfo de Massa obedece a una conjunción de razones. Como en todo orden humano, existe encuentro cuando —razonablemente— coinciden la promesa y esperanza. En tal sentido, el mérito de Massa es haber dado con la fórmula para las demandas de una ciudadanía agobiada por antiguos problemas aún abiertos (inseguridad, inflación, corrupción, etc.) y por un nivel de intolerancia política asociado a la pertinaz negación de lo obvio y a la obsesiva referencia al pasado. Con un discurso simple y contundente, el intendente de Tigre supo erigirse en un político capaz de liderar la lucha contra tantos desatinos y recuperar la idea de futuro para una sociedad que venía resignándose a elegir el menor de los males posibles a falta de un auténtico programa opositor con vocación de poder.

En contraposición, a Martín Insaulrralde no le resultaron suficientes ni el espaldarazo de Scioli ni los méritos de una campaña que, al inicio, lo mostró como un candidato autónomo, amigable y cercano a la gente; pero que en su tramo final dejó translucir cierto toque sutil de beligerancia kirchnerista unido a una frivolización innecesaria.

En cuanto a Scioli, el futuro se presentaría algo complicado. A su modo, el gobernador se jugó abrazando un kirchnerismo que nunca fue su sello. Pero lo que ganó con esa impostada pureza ideológica le hizo perder aquella presencia transversal que otrora supo consolidar. Y lo peor, finalizada esa especie de zona temporal liberada donde pudo hacer y deshacer a su arbitrio, podría recaer sobre él la responsabilidad de la derrota junto a la reapertura de antiguas hostilidades emanadas desde el poder presidencial. Poder que quizás se encargue de recordarle lo que todos saben pero que nadie se atreve a decir: La Presidenta nunca ha deseado que Scioli sea su sucesor y, si tuviera que elegir alguno, es probable que prefiera a otro aún a riesgo de que éste tenga menoreschances. Elegirlo a Scioli podría obedecer más a un acto de supervivencia política que a la mera conveniencia o, mucho menos, a la afinidad personal e ideológica. 

No obstante, el anterior análisis resulta incompleto sino se considera la evolución de la salud de Cristina: ¿Volverá pronto al pleno ejerciciode sus funciones?, ¿Con qué ánimo personal y político?,¿Retornará con el ímpetu que la caracteriza para reiniciar una gesta propia del Ave Fénix?, ¿O quizás entienda que ha llegado el momento de la tan mentada sucesión? 

Sería demasiado apresurado bosquejar respuestas a interrogantes que desbordan ese artesanal ejercicio de conjeturas al que se denomina análisis político.

(*) Director de González y Valladares, Consultores de Marketing Político
http://www.perfil.com/columnistas/Razones-y-conjeturas-tras-las-elecciones-20131029-0020.html

Perfil otra vez el más preciso para Diputados bonaerenses

Al igual que en las PASO, González y Valladares/MGMR fue nuevamente la encuestadora más certera en la provincia de Buenos Aires seguida de cerca por Poliarquía. En la ciudad de Buenos Aires, ninguna consultora se destacó sobre las restantes en Senadores mientras que Poliarquía fue otra vez la más exacta en Diputados. Como sucede cada lunes posterior a una elección, Diario sobre Diarios presenta un análisis sobre los sondeos publicados por los matutinos porteños en las semanas previas a las elecciones legislativas. Cuáles fueron las más certeras y cuáles las que más se distanciaron del resultado final. Cómo le fue a las empresas en cada uno de los dos distritos.

Las encuestas percibieron la tendencia electoral

Las encuestas preelectorales coincidieron en su mayoría con la tendencia que colocó en primer lugar a Sergio Massa sobre Martín Insaurralde en la provincia de Buenos Aires, pero se quedaron cortos al medir la amplitud del triunfo del dirigente de Tigre sobre el intendente de Lomas de Zamora.

sábado, 26 de octubre de 2013

Lo posible y lo probable en el devenir de la política

¿Qué pasará a partir del lunes 28?, ¿Cómo será la transición hasta 2015, si es que ésta se consuma?, ¿Cuál será el futuro de Sergio Massa, de Daniel Scioli, de Cristina Kirchner?

Como en cualquier otro orden, las posibilidades son múltiples; las probabilidades, algo menores y lo que va a ocurrir, único.

domingo, 20 de octubre de 2013

El fútbol como metáfora de campaña

El arte de la metáfora supone pensar un tema en términos de otro para contribuir a su comprensión. Una campaña política es como un partido de fútbol: gana quien hace más goles.

El fútbol como metáfora de campaña

El arte de la metáfora supone pensar un tema en términos de otro para contribuir a su comprensión. Una campaña política es como un partido de fútbol: gana quien hace más goles.
11 de agosto: Sergio Massa triunfa en las PASO superando por cinco puntos a Martín Insaurralde. La noche del festejo muestra a un ganador cauto y a la vez firme. En contraposición, en el búnker oficialista la presidenta Cristina Kirchner ofrece un discurso donde, además de no aludir a la derrota, ni siquiera menciona al adversario. La primera encuesta post elección estira a diez puntos la diferencia a favor de Massa. 1 a 0.
14 de agosto: la Presidenta reaparece en Tecnópolis donde emite un discurso encendido y beligerante. Denuncia que los medios soslayaron mencionar el triunfo en Antártida. Desafía a las fuerzas opositoras a que presenten a los verdaderos titulares del poder con quienes desea confrontar y no a sus suplentes. Y lo peor: al acusar a la manipulación mediática, sugiere que los votantes se habrían equivocado. Una encuesta realizada al día siguiente estira la diferencia a ¡17 puntos! 3 a 0.
En fútbol hay dos clases de equipos: los que cuando van ganando con holgura pretenden golear y los que en tal situación se repliegan para defender el resultado.
27 de agosto: una Presidenta con tono más amigable anuncia la disminución del mínimo no imponible de ganancias, favoreciendo a miles de asalariados.
Septiembre: Daniel Scioli toma medidas tendientes a afrontar el problema de la inseguridad, al que se reconoce como tal. Paralelamente, Insaurralde propone bajar la edad de imputabilidad de menores que cometen delitos. Aunque el anuncio es resistido, algo queda claro: Insaurralde se posiciona como un candidato autónomo. Por esos días, las encuestas recortan la ventaja de Massa a 12 puntos. 3 a 1.
Una caravana del Frente Renovador es atacada por una patota en La Matanza. La reacción del oficialismo llega tardíamente. La ventaja vuelve a estirarse a 14 puntos. 4 a 1.
En spots de tono emotivo-intimista, Insaurralde se muestra sencillo, amigable, constructivo y cercano a la gente. Insiste en que el futuro es seguir construyendo lo que se viene haciendo bien. Aunque minimalistas, tales mensajes resultan más efectivos que los de Sergio Massa, que caen en lo intrascendente. Mientras la dupla Scioli-Insaurralde se muestra omnipresente a Massa casi no se lo ve. 
Las encuestas señalan una brecha que baja a diez puntos. 4 a 2.
8 de octubre: la Presidenta es internada para una intervención de urgencia. Boudou queda a cargo del Ejecutivo. La operación es exitosa y Cristina se restablece satisfactoriamente, aunque deberá guardar treinta días de reposo. La conjunción entre sentimientos de solidaridad, la presencia plena de Insaurralde y la tibieza de la campaña de Massa, explican la reducción de la brecha a menos de siete puntos. 4 a 3. Un tipo de partido emocionante es aquel donde un equipo alcanza gran ventaja al inicio y el adversario logra descontarla, quedando al borde del empate. Allí se verifica el temple de los ganadores.
12 de octubre: cuando restan pocos días Sergio Massa decide tomar la iniciativa: aumenta su presencia mediática, cambia spots, anuncia proyectos de jubilación y seguridad. Mientras, el episodio de Juan Cabandié con una agente de tránsito salpica a Insaurralde, quien actúa con rapidez y amortigua el impacto. La conjunción de estos factores se expresa en un nuevo aumento de la brecha entre Massa e Insaurralde, que se estira a casi nueve puntos.
Cuando faltan escasos minutos, la ventaja es importante. Pero no definitiva. Una metáfora es apenas un modo conjetural de mostrar y explicar los hechos.
*Director de González y Valladares Consultores de Marketing Político.
http://www.perfil.com/columnistas/El-futbol-como--metafora-de-campana-20131020-0055.html


domingo, 13 de octubre de 2013

Tensiones y dilemas de la elección

Comprender cómo podría desarrollarse el futuro inmediato de la política nacional supone entender de qué modo se resolverán las incógnitas asociadas a cuatro actores clave: Cristina Kirchner, Daniel Scioli, Sergio Massa y un inesperado Amado Boudou.

viernes, 11 de octubre de 2013

La enfermedad y el azar

Viernes 4 de octubre. La mayoría de las encuestas predice una victoria cómoda de Sergio Massa quien aventajaría a Insaurralde por alrededor de 10-12 puntos. Ante la pregunta acerca de si el resultado podría revertirse, los encuestadores más prudentes responden que eso es poco probable, pero bajo el supuesto de que no ocurra algún hecho imprevisto.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Política, antipolítica y campaña

A mi juicio, algunos análisis políticos tienden a incurrir en extravíos producto del encandilamiento con ciertas palabras. Suele decirse que el kirchnerismo recuperó el valor de la política, mientras que habría opositores que ejercerían la antipolítica. Así, se asevera que dirigentes como Sergio Massa o Mauricio Macri no son auténticos políticos sino meros administradores o gerentes.

Política, antipolítica y campaña

A mi juicio, algunos análisis políticos tienden a incurrir en extravíos producto del encandilamiento con ciertas palabras. Suele decirse que el kirchnerismo recuperó el valor de la política, mientras que habría opositores que ejercerían la antipolítica. Así, se asevera que dirigentes como Sergio Massa o Mauricio Macri no son auténticos políticos sino meros administradores o gerentes.
Una hermenéutica de la antipolítica revelaría que no gobierna sino que gestiona; no se orienta al pueblo sino a una abstracción difusa denominada “gente”;  es sólo marketing sin ideología; carece de planes de gobierno a los que sustituye por eslóganes vacíos; etc.
Resulta pertinente preguntarse si “antipolítica” significa lo mismo que “derecha”. Ignoro cuál será la respuesta, pero intuyo su estructura: la antipolítica representaría un estadio posmoderno degradado de lo que antes fue la derecha. Derecha que primero viró hacia el centro para después transmutarse en algo insustancial. Quizás esta presunción explique algunos aspectos del análisis de la campaña bonaerense.
Al inicio, uno de los reclamos a Sergio Massa apuntaba a que definiera a qué distancia se encontraba del kirchnerismo. La demanda parecía dirigida a que bajara del limbo de la antipolítica para confesar si era “un continuador del modelo” o una encarnación de “quienes en los 90 llevaron el país a la ruina”. Además de su maniqueísmo, la demanda encerraba un error categorial. La miopía de cierto análisis político quizás radique en intentar interpretar el fenómeno de Massa a través de categorías que le resultan ajenas. Cuando en focus groups se pregunta a sus votantes por qué lo eligen, las respuestas más típicas son: “Me gusta”, “Es un político moderno”, “Es inteligente”, “Es serio”, “Es valiente: enfrentó a Cristina”, “Es creíble”, “Hizo una buena gestión en Tigre” o “Se preocupa por la inseguridad”. Inversamente, es raro que se invoque que Massa sea progresista, de centroderecha o antikirchnerista. Sin pretender demasiado, me atrevería a sostener que “la política es el arte de utilizar palabras capaces de mover las cosas necesarias para que la gente, el pueblo o la ciudadanía (como prefiera decirse) pueda vivir mejor”. Quizás el fenómeno Massa radique en haber encontrado las palabras que, a modo de promesa, conectan con las expectativas de gente animada por la ilusión de algo distinto. Eso no lo exime de poseer un plan acorde con tamaña promesa. Es una hipótesis explicativa de su posicionamiento. Al fin y al cabo, pocos analistas consentirían en sostener que cuando –en 2003– Néstor Kirchner prometía “un país en serio” o “un país normal” estaba haciendo un ejercicio de antipolítica.

*Director de González y Valladares, consultores de marketing político.
http://www.perfil.com/columnistas/Politica-antipolitica-y-campana-20130929-0033.html

domingo, 22 de septiembre de 2013

La elección bonaerense y algunas metáforas políticas

En el inicio del tramo final de la campaña bonaerense aparece la siguiente foto: Sergio Massa lidera con alrededor de 44 puntos, seguido por Martín Isaulrralde con 33, Margarita Stolbizer con 14 y Francisco de Narváez con 4.

domingo, 15 de septiembre de 2013

El juego de las similitudes y las diferencias

Daniel Scioli y Mauricio Macri. Dos políticos relevantes en la Argentina actual y futura. Tan similares. Tan diferentes.