domingo, 23 de noviembre de 2014

Lilita: portazo y paradojas

Finalmente “Lilita” Carrió dio el portazo. Su decisión disparó una serie de interrogantes: ¿hizo bien al renunciar a su candidatura dentro de UNEN?, ¿su salida beneficia al oficialismo?, ¿fortalece o debilita a la oposición?, ¿qué candidato resultará más beneficiado o perjudicado?, ¿la oposición debería ir unida?, ¿qué uniones serían las mejores?, etc. Nuestra encuesta publicada en la edición de PERFIL de hoy intenta responder algunas de esas preguntas.
En principio, la salida de Carrió arroja un saldo neutro: un 24% cree que favorece más al oficialismo, contra un 26% que considera que beneficia a la oposición y un 30% que entiende que no hay nadie particularmente beneficiado.
Algo similar se observa en relación al impacto sobre la oposición:  un 32% piensa que ésta se fortalecerá, mientras un 29% cree que se debilitará, y el resto no sabe.
Cuando se indaga sobre los principales perjudicados por la decisión de Carrió, en primer lugar, aparecen los otros candidatos de UNEN, con un 30% de menciones y, en segundo lugar, la propia “Lilita”, con un 18%. En cambio, cuando se indaga por los beneficiarios, sólo un 18% invoca al propio UNEN y apenas un 9% a Carrió. Tomados en conjunto, estos resultados  abonan la idea de que la ruptura de Carrió fue un acto más autodestructivo que constructivo.
En cuanto a otros beneficiarios se mencionan a Mauricio Macri (15%) y a Sergio Massa (13%). Aunque no se desprende de la encuesta, podría conjeturarse que el beneficio para Macri podría derivar tanto de una “luz verde” para acordar con Carrió, como de votantes decepcionados con  UNEN que migrarían hacia el PRO, en tanto alternativa no peronista con chances. De tal modo, la salida de Carrió, paradójicamente, podría favorecer a Macri sin que ni siquiera necesite acordar con la chaqueña. Asimismo, Sergio Massa también podría resultar favorecido, tanto al desactivarse la amenaza de un eventual frente UNEN-PRO, como por la posibilidad de captar a los decepcionados de UNEN que no comulgan con Macri.
Por último, al indagar entre los votantes opositores no se verificó consenso respecto de si preferían una oposición más o menos unida. Lo cual sugiere que la fragmentación de la oferta opositora resulta simétrica a la de su electorado.
Volviendo a “Lilita”, su vida política parece siempre signada por cierto halo de paradoja. En efecto: “Lilita” quiere unir, pero termina dividiendo; pretende ser estratega, pero termina hundida en tácticas caprichosas; dice supuestas  verdades, pero pocos parecen creerlas; es la más opositora del kirchnerismo, pero también quien tiene un estilo fundamentalista más parecido.
Es probable que cuando “Lilita” se retire de la política, muchos añoren su presencia tan controvertida como pasional. Si eso sucediera, aunque involuntaria, acaso sería su última paradoja.
* Director de González Valladares.
http://www.perfil.com/columnistas/Lilita-portazo--y-paradojas-20141123-0024.html


domingo, 16 de noviembre de 2014

La agonía de UNEN y la violación del sentido común

En 2013, UNEN fue la novedad política que pareció demostrar que la coincidencia en un valor trascendente puede superar las diferencias ideológicas. Su promesa era sencilla: unirse para salvar los valores republicanos amenazados por el kirchnerismo.
En abril de 2014, el Frente Amplio UNEN fue recibido como una esperanza por la ciudadanía desencantada con el peronismo. Los primeros sondeos lo ubicaron como una tercera fuerza, superando al PRO.
Luego sobrevino una cadena de desaciertos. La raíz de la discordia radica en la tensión entre pragmáticos, como Elisa Carrió y Ernesto Sanz, y principistas como Hermes Binner y Pino Solanas. Los primeros pretenden una coalición con Mauricio Macri justificada por la lógica de ceder pureza ideológica para salvar la República; los últimos entienden que el logro de esa meta no justifica abjurar de valores indeclinables. Julio Cobos podría representar un caso diferente: quizás considere que los acuerdos con Macri o con Sergio Massa simplemente opacan la identidad del espacio y restan chances.
El fondo dilemático parece comprensible. Pero lo que resulta inadmisible es el modo con que los diferentes actores, especialmente Carrió, han tratado el tema hasta sumir al frente en una crisis absurda de final incierto. Aunque debería decirse que se trató de errores políticos, resulta evidente que la agonía de UNEN obedece mejor a una serie de violaciones del sentido común:
◆ Ventilar públicamente lo que debería discutirse en privado: si en UNEN existe realmente un dilema, ¿no debería debatirse puertas adentro en lugar de enviarse mensajes irónicos en forma mediática?
◆ Hablar sin consensuar: si alguien considera la conveniencia de acordar con Macri, ¿no sería más simple discutir antes de formular declaraciones que obligaron a los disidentes a ingresar en una escalada verbal?
◆ No tener en cuenta a los demás: ¿se habrá puesto en el lugar del otro quien denunció la imbecilidad de algunos dirigentes de UNEN? ¿No es ése un modo de autodegradarse?
◆ Considerar los fines como si fueran caprichos: cuando la estrategia hacia un fin incluye realizar algo discutible pero se insiste en hacerlo desconsiderando las razones contrarias, ¿no se trata más de capricho que de estrategia?
◆ Negar lo evidente: UNEN está sumido en una crisis estructural, pero algunas de sus voces insisten en que apenas se trata de conflictos propios de una fuerza en crecimiento. ¿Lo creen realmente?
◆ Confirmar las dudas hasta el paroxismo: cuando apareció UNEN, las mentes escépticas sostenían que su heterogeneidad ideológica lo tornaría inviable. En lugar de despejar esas dudas, sus referentes parecen empeñados en confirmarlas.
Una reflexión final: cuando se aspira a unir lo distinto en pos de lo trascendente, habría que precisar el alcance de cada término. Eso también es sentido común.
http://www.perfil.com/columnistas/La-agonia-de-UNEN-y-la-violacion-del-sentido-comun-20141116-0042.html

sábado, 8 de noviembre de 2014

Los caballos de Troya del kirchnerismo

Aunque algunos lo den por terminado, el kirchnerismo no cede un ápice. Fiel a su tradición, el Gobierno sigue exhibiendo un patrón común en su accionar político: invocar una causa noble que parece encubrir un fin cuestionable.
Ya ocurrió con una Ley de Medios a la que se presentó como panacea de pluralismo, pero que pareció pergeñada para acallar a los medios opositores. Antes había sucedido con la guerra del campo, un fallido intento de engrosar la caja presentado como cruzada contra la oligarquía terrateniente. Ocurrió luego con la estatización de YPF, disfrazada de símbolo de soberanía, pero que terminó opacada por claudicaciones encubiertas en oscuros contratos con una corporación paradigmática del imperialismo transnacional.
Ahora llega el turno de Argentina Digital, un proyecto al que se intenta presentar como una “Ley de Medios 2” destinada a la universalización de la información digital,  pero que –al dejar sin efecto la prohibición de que las telefónicas participen en la explotación de servicios audiovisuales– parece hecha a la medida de grupos monopólicos afines.
El Gobierno también se apresta a intentar la sanción del nuevo Código Procesal Penal, un proyecto que se presentó como orientado a lograr celeridad en los juicios pero que parece encubrir un intento encaminado al control  de los fiscales y de la Cámara de Casación Penal, a los efectos de asegurarse inmunidad ante eventuales juicios de corrupción futuros. Concretamente, se teme la posibilidad de que un tribunal controlado por el kirchnerismo termine desestimando las apelaciones por juicios de corrupción que pudieran enfrentar sus funcionarios cuando dejen el poder.
El caballo de Troya quizá sea el máximo arquetipo de las historias épicas. También representa una metáfora sobre la astucia y el engaño en la guerra y en la vida.  Es también el ejemplo paradigmático del señuelo que esconde una trampa. Como sucede con los cantos de sirenas, alguien se deja encandilar por una tentación irrenunciable que lo conduce a una desgracia imprevista. Experto en el arte de la impostura, el kirchnerismo supo otrora seducir a más de un opositor incauto para asegurar sus fines. Ahora intenta volver a hacerlo.
A los oficialistas de culto les gusta aseverar que Néstor Kirchner reivindicó a la política como acción transformadora. En cambio, las mentes más escépticas (o las más lúcidas) entendieron que la razón kirchnerista siempre fue una impostura más cercana a la prestidigitación y el ilusionismo que una auténtica ideología inclusiva y liberadora.
Mientras la presidenta Cristina Kirchner está temporalmente ausente por razones de salud, la maquinaria del Gobierno continúa su ritmo febril. Quizás ya no logre convencer a nadie para sancionar las leyes. Pero acaso eso le importe poco mientras tenga la mayoría.
*Consultor político, director de González y Valladares.
http://www.perfil.com/columnistas/Los-caballos-de-Troya--del-kirchnerismo-20141108-0100.html

domingo, 2 de noviembre de 2014

El kirchnerismo y la voluntad de poder

Cuando falta menos de un año para las elecciones presidenciales, el oficialismo exhibe un vigor avasallante que le permite seguir dominando la agenda política.
La reciente andanada de leyes impulsada por el Gobierno lo muestra dispuesto a ejercer el poder hasta el último minuto del mandato de Cristina Kirchner. Esto no sería cuestionable si no fuera por el típico modo en que el kirchnerismo arremete para lograr sus propósitos, sin considerar el diálogo, el debate, el consenso y ni siquiera cierta mínima coherencia con su accionar anterior. Pero lo más cuestionable no son los modos poco prolijos de lograr sus objetivos, sino los fines a los que parecen apuntar.
En efecto, los últimos movimientos del oficialismo refuerzan la tesis de que el gobierno nacional ha decidido arbitrar los medios para asegurar inmunidad ante eventuales juicios por actos de corrupción.
Desde tal conjetura, el proyecto oficialista de reforma del Código Procesal Penal y algunas negociaciones en torno a controlar la Cámara de Casación representarían el brazo jurídico-institucional de una estrategia orientada a aquel fin. Mientras que el proyecto de ley de telecomunicaciones constituiría la rama mediática orientada a debilitar a los medios opositores favoreciendo a los amigos.
Además de la tesis de la inmunidad futura, algunos formulan otra de carácter más radical e inquietante: el kirchnerismo no se apresta a cubrir su retirada sino a tensar las condiciones para que la misma no se produzca.
Los pensadores más austeros, en cambio, se limitan a sostener que el kirchnerismo simplemente da batalla para no perder agenda durante su último año.
Cualquier tratado básico de política distingue entre política agonal y arquitectónica. La primera se enfoca en conseguir el poder; la segunda, en ejercerlo en beneficio de la sociedad. Así, la primera es el medio para la última, que representa un fin. Una de las aberraciones del poder es confundir el medio con el fin. Cualquier tratado sobre republicanismo explica la importancia de la división de poderes.
La tentación del autoritario es colonizar a los otros poderes para consumar el tentador anhelo de la suma del poder público.
Más allá de tesis y conjeturas, lo cierto es que la esencia del kirchnerismo radica en la pasión por el poder. Quien busca el poder busca poseerlo, acrecentarlo, conservarlo y recuperarlo si fuera que lo pierde.
Desde tal perspectiva, discutir sobre si la estrategia del oficialismo apunta a conservar agenda, inmunizarse ante denuncias futuras, quedarse o retornar con gloria, quizás sea sólo un ejercicio intelectual. Porque cuando el fin es el poder en sí mismo, aparece una sola estrategia que se traduce simplemente en dos palabras: todo y siempre.
Cuando se va por todo y se aspira a eternizarse, las estrategias son meros artilugios. El poder kirchnerista es una voluntad de seguir adelante como se pueda y mientras se pueda.
Hasta que el rigor de la democracia le ponga freno.
*Director de González-Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/El-kirchnerismo-y-la-voluntad-de-poder-20141102-0027.html