sábado, 26 de octubre de 2013

Lo posible y lo probable en el devenir de la política

¿Qué pasará a partir del lunes 28?, ¿Cómo será la transición hasta 2015, si es que ésta se consuma?, ¿Cuál será el futuro de Sergio Massa, de Daniel Scioli, de Cristina Kirchner?

Como en cualquier otro orden, las posibilidades son múltiples; las probabilidades, algo menores y lo que va a ocurrir, único.

Un antiguo axioma sostiene que ante la incertidumbre debe buscarse un punto de apalancamiento. Es fácil coincidir en que el resultado de la elección bonaerense es ese punto.

Últimamente los analistas políticos semejan a enigmáticos cabalistas, en la medida en que conceden valor cuasi oracular a cifras como  5, 10, 7-8 y 40. En efecto, si la eventual ventaja de Massa sobre Insaulrralde resulta menor a los 5 puntos de las Paso —razonan—habrá entonces un Scioli fortalecido y un Massa debilitado. En cambio, si la brecha se estira hasta 7 u 8 puntos, la consecuencia será inversa. Por último, si el Intendente de Tigre superara los 40 puntos y aventajara al oficialismo por 10 o más, eso lo posicionaría como un auténtico líder emergente.

Lo cierto es que las últimas encuestas coinciden en predecir un escenario más favorable para Massa que para Insaulrralde. A lo que se agrega que durante la última semana el primero supo moverse con inteligencia para hacer llegar su mensaje renovador desde todos los medios a su alcance. En cambio, los últimos movimientos de "Martín" lo alejaron de esa impronta amable que pretendió construir, para mostrar atisbos de un kirchnerismo militante que, aunque afiance su posicionamiento interno, termina levantando muros para el votante independiente.

De modo especulativo, asumamos entonces una aceptable victoria de Sergio Massa. Lo que era potencia entonces se habrá puesto en acto. Y tal acto engendrará una nueva potencia. Algunos puristas sostienen que a Massa no le será fácil mantener encendida la llama del liderazgo mientras quede confinado a la gris tarea parlamentaria. Sentencia tan cierta como la que sostiene que es en las dificultades donde mejor aflora la substancia de los líderes.

Por cierto, en tal escenario, el panorama para Daniel Scioli se presentaría más complicado. A su modo, el Gobernador se jugó afianzando un kirchnerismo que nunca fue su sello. Pero lo que ganó a través de esa impostada pureza ideológica, le hizo perder esa presencia transversal que otrora supo consolidar. Y lo peor, finalizada esa especie de zona temporal liberada donde pudo hacer y deshacer a su arbitrio, podría recaer sobre él la responsabilidad de la derrota junto a la reapertura de antiguas hostilidades emanadas desde el núcleo del poder presidencial. Poder que quizás se encargue de recordarle lo que todos saben y nadie osa admitir: La Presidente nunca ha deseado que Scioli sea su sucesor y, si tuviera que elegir alguno, es probable que prefiera a otro, aún a riesgo de que éste tenga menores chances. En todo caso, elegirlo a Scioli podría obedecer más a un acto de supervivencia política que a uno de mera conveniencia.

No obstante, el anterior análisis resulta incompleto si no se considera la evolución de la salud de Cristina Kirchner: ¿Volverá pronto al pleno ejercicio de sus funciones?, ¿Con qué ánimo personal y político?, ¿Retornará con el ímpetu que la caracteriza para reiniciar una gesta propia de Ave Fénix?, ¿O quizás entienda que ha llegado el momento de la tan mentada sucesión?

Preguntas cuyas respuestas desbordan a ese artesanal ejercicio de conjeturas al que se denomina análisis político.

Por: Federico González, Director de González y Valladares Consultores de Marketing Político.