domingo, 23 de febrero de 2014

Ser presidenciable: realidades y posibilidades del gobernador

Suele decirse que los políticos están siempre en campaña.  Como en otros órdenes humanos, un político puede vivir de modo dual: anclado al presente y proyectado al futuro. Aspirar a ser presidente es un deseo legítimo que anima la pasión de quien dedica su vida a la política. Daniel Scioli forma parte del reducido grupo que aspira a suceder a CFK. Aunque no lo exprese de modo taxativo, aunque juegue a la ambigüedad o al disimulo; resulta evidente que trabaja en pos del sueño presidencial. En su reciente gira en Nueva York, el gobernador volvió a mostrarse como potencial presidente. ¿Podrá Daniel Scioli llegar a ser presidente en 2015?, ¿cuáles son sus reales chances?, ¿qué aspectos juegan a su favor y cuáles en contra?
Fortalezas. Para el electorado que más lo valora, Daniel Scioli es un político serio, previsible, trabajador y hacedor. Su figura pública resulta indisoluble de su imagen personal, percibida como la de un luchador autodeterminado que supo sobreponerse a la adversidad y alcanzar posiciones exitosas. La acentuación de ese ideal positivo lo diferencia del ADN K. En efecto, a Scioli se lo percibe más concentrado en el hacer que en competir contra enemigos reales o imaginarios. A diferencia de Néstor y Cristina, que apelaron a la construcción de un relato épico basado en la acción política, Scioli no necesita construir algo análogo, en la medida en que tal relato es su biografía misma. Quizás eso explique su recurrencia a encarar la política desde su cosmovisión valorativa personal.
Debilidades. Para el electorado que no lo valora, Scioli es una especie de predicador módico que ha tenido la inteligencia de transformar debilidades en fortalezas. Su enigmático éxito político se basaría en la habilidad para disimular su carencia de ideas a través de latiguillos insustanciales repetidos hasta el hartazgo. Scioli carecería entonces de un auténtico proyecto de país, al que sustituye por un discurso voluntarista vacío de contenido. No obstante, la reserva mayor radica en su recurrente ambivalencia y/o sumisión ante el kirchnerismo. Así, parte importante del electorado opositor que supo ver en Scioli una alternativa no le perdona su obediencia ciega a un poder que nunca ha terminado de aceptarlo. Lo que para los simpatizantes del gobernador es una actitud de estoicismo constructivo, para sus detractores es apenas autoflagelación cercana a la indignidad.
Síntesis. Daniel Scioli representa un candidato más emocional que conceptual. En 2011, si hubiera sido candidato, probablemente habría sido presidente. Pero no era su momento para presentarse. En 2015, quizás sí llegue ese momento. Pero sus chances de ganar entonces ya no resultan tan ciertas. Muchos acontecimientos ocurrieron desde 2011. Pero la emergencia de Sergio Massa animándose a hacer lo que Daniel Scioli no pudo resultó –sin duda– decisiva para el futuro del gobernador
*Director de González-Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Ser-presidenciable-realidades--y-posibilidades-del-gobernador-20140223-0029.html

domingo, 9 de febrero de 2014

Promesas, ilusiones y desencantos en la política

Algunos teóricos del marketing suelen decir que éste, fundamentalmente, trata sobre el arte de propiciar el encuentro entre la oferta y la demanda. Desde una mirada psicológica se argumenta que eso resulta posible cuando las promesas convergen con las ilusiones. Así, no existirían productos si no existieran compradores capaces de percibirlos como promesas (verdaderas o imaginarias) que podrían hacer realidad sus ilusiones. Curiosamente, tal definición desborda el ámbito del marketing para incluir otros dominios como la religión, las relaciones interpersonales y la política.
Aunque las metáforas más recurrentes sobre la acción política tengan inspiración bélica, también existen otras. Por ejemplo, a veces la relación entre líder y pueblo suele pensarse en términos de amor y seducción. Desde esta perspectiva, la necesidad ciudadana de aspirar a una vida mejor propicia la emergencia de líderes capaces de elaborar y materializar promesas que generen ilusión. Recíprocamente, la clave para conquistar el poder radica en tocar las ilusiones ciudadanas a través de promesas creíbles.
Como en otros órdenes de la vida, tarde o temprano las luminosas promesas de antaño suelen horadarse por el peso de la agobiante realidad. Lo cual propicia el áspero desencanto.
Las razones de esos desencantos pueden ser múltiples y variadas. Quizás alguno (o ambos) de los partenaires haya cambiado. Quizás las promesas no pudieron cumplirse, tal vez porque nunca tuvieron sustancia. Quizás alguien advierte haber sido engañado o que todo fue un malentendido. Quizás los espléndidos líderes de ayer hoy sólo pueden verse como grotescos vendedores de fantasías.
Durante la última semana las acciones y omisiones de Cristina Kirchner fueron similares a las de otras épocas. Apareció en un acto público transmitido por cadena nacional donde, luego de anunciar un insuficiente aumento a jubilados, se concentró en denostar con firmeza las supuestas mezquindades de empresarios, sindicalistas y ahorristas. En contraposición, luego de las trágicas muertes de los bomberos que cayeron en el ejercicio de su deber, la Presidenta no realizó ninguna manifestación pública al respecto.
La misma clase de discursos que durante los albores del kirchnerismo habría producido encendidos aplausos, hoy –lamentablemente– sólo produce hartazgo y decepción. En cambio, las omisiones que antes podrían haber pasado inadvertidas, hoy son figura.
Los analistas políticos discuten si el kirchnerismo está o no terminado. En la política, como en la vida, hay un punto en que el retorno resulta improbable. Como en la vida, en la política hay hechos cuya inexorabilidad se intuye, aun cuando no pueda demostrarse de modo inequívoco
*Director de González y Valladares consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/-Promesas-ilusiones-y-desencantos-en-la-politica-20140208-0118.html