viernes, 11 de octubre de 2013

La enfermedad y el azar

Viernes 4 de octubre. La mayoría de las encuestas predice una victoria cómoda de Sergio Massa quien aventajaría a Insaurralde por alrededor de 10-12 puntos. Ante la pregunta acerca de si el resultado podría revertirse, los encuestadores más prudentes responden que eso es poco probable, pero bajo el supuesto de que no ocurra algún hecho imprevisto.
Martes 8 de octubre. El vocero presidencial informa que la operación de la presidenta Cristina Kirchner ha sido satisfactoria. El momento de mayor zozobra ha sido superado. La convalecencia durará alrededor de un mes. Ese mismo día el vicepresidente Amado Boudou queda temporariamente a cargo del Poder Ejecutivo.
Ante el nuevo escenario surgen preguntas recurrentes: ¿afectarán estos hechos al proceso eleccionario? Y, en tal caso, ¿en qué sentido y con qué intensidad? Hacia octubre de 2010 las encuestas indicaban que las chances electorales de Néstor y de Cristina aparecían complicadas. Pero el día 27 de aquel mes y año Néstor Kirchner fallece imprevistamente y a partir de ese trágico momento parece instaurarse un nuevo vínculo emocional entre la ciudadanía y la Presidenta, que deriva en su reelección con el 54% de los votos.
En julio de 1989 Raúl Alfonsín se ve obligado a adelantar la entrega del poder al presidente electo Carlos Menem. Los aciertos del gobierno alfonsinista en recuperación de valores republicanos quedan pulverizados ante una hiperinflación que amenaza sumir al país en la anarquía. Años después, un dirigente radical especula que si durante ese fallido gobierno el valor de la soja hubiera sido el de la era kirchnerista, entonces habría existido alfonsinismo para rato. Opositores al gobierno nacional refieren al efecto soja a través de la figura del “viento de cola”, para significar que el éxito del modelo no obedece a un factor endógeno, sino a una contingencia azarosa. En El cisne negro, un libro ya clásico escrito por Nassim Taleb, se argumenta sobre la importancia del azar en la génesis de la historia y de todo hecho humano. La excepcionalidad del cisne negro lo convierte en metáfora de lo imprevisible. Nuestro afán de comprender los acontecimientos nos conduce a buscar y encontrar un orden causal en sucesos que, antes de ocurrir, resultaron imposibles de prever.
Sin embargo, en Antifrágil el mismo Taleb alecciona sobre la importancia de extraer beneficio de aquellos fortuitos “cisnes negros”.
En rigor, hace más de un siglo Pasteur había anticipado esa tesis de Taleb en memorable sentencia: “El azar sólo favorece a los espíritus preparados”. Y en 1970, el biólogo Jacques Monod ya aseveraba que –en última instancia– la vida misma es una síntesis entre lo estructural y lo aleatorio. Aunque obviamente nadie podía prever el “cisne negro” de la enfermedad presidencial, encuestadores y analistas políticos podrán empeñarse en determinar su justo impacto sobre el resultado de las elecciones y el futuro político. Pero cometerían un error si soslayaran considerar el modo en que la Presidenta significará el infortunio ni bien se restablezca y vuelva a expresarse públicamente. Al fin y al cabo la política, como la vida, es también una amalgama incesante entre necesidades y azares. Azares que, como señalaba Pasteur, suelen favorecer a los mejor preparados.

Por: Federico González, Director de González y Valladares Consultores de Marketing Político.

Artículo extraído de www.perfil.com - 11/10/2013

http://www.perfil.com/columnistas/La-enfermedad--y-el-azar-20131011-0078.html