sábado, 5 de diciembre de 2015

Reina dañina

Por Federico González

Faltan pocos días para que Cristina Fernández Kirchner entregue el poder a su sucesor Mauricio Macri. Ese tránsito es un acontecimiento político. Pero también tiene el valor de símbolo, al recordamos lo que ya sabíamos: todo poder es provisorio. Cambiemos ganó el ballotage; pero el cambio no es privativo de una transición política. Es también la prueba tangible del devenir de las cosas del que hablara Heráclito de Éfeso hace 2500 años.
Las últimas acciones de Cristina muestran lo obvio: no parece asumir con resignación la inexorabilidad de su tiempo. Cristina sabe que debe irse, pero no quiere. Cristina quisiera quedarse. Cristina eterna. Deseo secreto que se delata en cada pequeño acto, en cada palabra, en cada gesto. Cristina es la única artífice de un deseo desmesurado que la consume. La quimera del poder eterno envilece el alma y amarga el ser. El sueño de perpetuidad a toda costa enceguece la acción. Porque se renuncia a la reflexión en pos del acting out. La compulsión a huir hacia adelante. Cristina obedece a su propio imperativo categórico: si no va a ser mío, mejor que no sea de nadie. Entonces Cristina pone palos en la rueda. Cristina sigue hablando como si la única realidad fuera su causa y todo lo demás un error de otros. Cristina toma decisiones evidentemente orientadas a hacerle la vida difícil al gobierno naciente de Mauricio Macri. Cristina parece querer que a Mauricio le vaya mal. Y ese deseo de traduce en la voluntad de entorpecer. Hacer daño. Y ni siquiera parece importarle el alcance: dañar al nuevo Presidente es dañar al pueblo, es dañar al país. Cristina quisiera que a Mauricio le fuera mal porque así podría tener la posibilidad de volver, de seguir siendo. Pero también porque Cristina querría tener razón. “Yo se los dije, se los advertí; pero no me escucharon; ahora solo yo podré salvarlos”. Pura megalomanía. Narcisismo exacerbado. Vocación ególatra. Podría esbozarse una hermenéutica de lo megalómano, pero es tan obvia que resulta innecesario. Basta la contundente definición de la Wikipedia: “La megalomanía es una condición psicopatológica caracterizada por fantasías delirantes de poder, relevancia, omnipotencia y por una inflada autoestima”
Lo dijo el Presidente electo Mauricio Macr,: " (Cristina) en vez de salir por la puerta grande elige salir por la puerta chica"
En su gesto final la Presidente Cristina Fernández de Kirchner podría haberse mostrado sabia, magnánima, constructiva, amable, demócrata. Pero eligió una vez más ser dañina. Reina dañina.


Presidente Cristina Fernández de Kirchner, a días de finalizar su mandato

sábado, 28 de noviembre de 2015

El voto existencial: perdió el miedo, ganó el ser

Por Federico González

El 22 de noviembre  terminó la incertidumbre electoral así como la serie de conjeturas predictivas que la antecedieron: ganó Cambiemos, ganó Macri.  Entonces sobrevienen las conjeturas interpretativas: ¿Por qué ganó?
No hay una respuesta  taxativa a ese interrogante porque — en rigor— existen tantas razones como votos. No obstante, aunque elegir una única explicación (o algunas pocas) resulte un acto de arbitrariedad intelectual y un abuso de la simplificación, igual intentaré bosquejar un marco interpretativo partiendo de un denominador común, expresado de modos diversos.
1.       Ganó la esperanza, perdió el miedo
La campaña del miedo no surtió todo el efecto esperado. Acaso Scioli habría acertado con la sentencia “Seré más Scioli que nunca”. El problema fue que, inexplicablemente, hizo lo contario: Daniel fue menos Scioli que nunca. El mejor Scioli era un político conciliador, propenso al diálogo, amable, dialoguista, integrador, querible. Quizás lo que le faltaba para erigirse en nuevo líder indiscutido era animarse a decir lo que siempre deslizó ambiguamente, pero nunca se atrevió a revelar en voz alta: Daniel no era un auténtico Kirchnersita. Quizás hasta hace poco ni siquiera era necesario revelarlo, porque el juego de la ambigüedad había sido suficiente para garantizar que lo que el Gobernador callaba fuera completado por aquel electorado independiente que le atribuía lo que luego se reveló falso. Porque el gran fracaso del Scioli que se mostró en la campaña del ballotage es haber decepcionado aquella ilusión. Scioli prometió ser Daniel, pero finalmente sucumbió a ser un émulo de Cristina. Así, la mueca final de la campaña del miedo tuvo sabor a paradoja: quién se rindió a su propio miedo no fue el votante de Macri, sino el propio Scioli.
2.       Ganó la ilusión,  perdió la el escepticismo resignado
El contundente triunfo de Cristina Kirchner en 2011, además de conferir luz verde a la desmesura de una “Cristina eterna”, generó un mal entendido. Ciertamente una parte importante de aquel histórico 54% estuvo integrado por votos de Kirchneristas incondicionales y de simpatizantes genuinos. Pero no es menos cierto que otra parte considerable de quienes acompañaron a Cristina provino de quienes (aunque ya profundamente desencantados con el Kirchnerismo) temieron que si ganaba la oposición (Alfonsín, Binner) las cosas hubieran sido peores. En 2011 aquellos votantes se resignaron conforme al significado del refrán “más vale malo conocido que bueno por conocer”. En cambio en 2015 los que se animaron a ensayar algo diferente prevalecieron sobre los escépticos resignados. Más allá de las dudas escépticas que suelen asociarse a lo nuevo y desconocido, lo cierto es que —de tanto en tanto— las personas suelen preferir apostar a la ilusión de lo que vendrá antes que seguir padeciendo aquello que no termina de convencerlas. Como suele ocurrir con las ilusiones, la inexorable realidad puede luego confirmarlas o refutarlas; pero cuando es la hora de ilusionar, la mente humana elige libremente abrirse fervorosamente a ese juego. En tal sentido, uno de los méritos de la campaña de Mauricio Macri es haber amalgamado su discurso a esa necesidad. En contraposición, la tozudez con que el oficialismo se dedicó a pinchar el imaginario globo de la ilusión ciudadana (que en este caso aparecía curiosamente simbolizado por el ícono festivo del PRO) semejó a la conducta de esos ateos de barrio que al pretender horadar la fe del creyente solo consiguen afianzarla.

3.       Ganó la liberación, perdió la culpa
Una de las victorias culturales del kirchnerismo fue haber convencido a una porción importante de la ciudadanía que ser kirchnerista era la única expresión posible de ética e inteligencia. Como contrapartida lógica, el relato pretendía prescribir que quien se disponía a votar por Cambiemos se convertía ipso facto en un ciudadano moralmente despreciable o, en el mejor de los casos, en un tonto al que los medios hegemónicos le habrían lavado el cerebro. Pero esta vez, a la hora de votar, una parte de ciudadana se liberó de esa atávica atadura para decidir hacer simplemente lo que consideraba que había que hacer. En tal sentido, el discurso de Mauricio Macri, además de operar en clave persuasiva,  acaso haya operado más como catalizador o revelador  de una procesión ciudadana que ya iba por dentro.

4.       Ganó la apuesta a ser, perdió el deber ser impuesto desde afuera
La razón kirchnerista resulta consubstancial de un imperativo moral cuya fórmula encuadra en esta estructura: “Si querés ser un buen argentino, debes ser como yo te digo; y si te negás a este mandato, entonces sos anti pueblo, buitre y/o idiota”[1]. En contraposición, la directriz de cambiemos podría sintetizarse así: “No te resignes a ser lo que te dicen que debés ser; simplemente confía en que te ayudaremos a intentar lograr aquello que quisieras ser”. En tales términos, el triunfo de “Cambiemos” era previsible: siempre será preferible apostar a la aventura de convertirse en uno mismo, antes que a aceptar un ser que se nos impone desde afuera. Quizás esta sea la paradoja máxima para un oficialismo que pretendía considerarse a sí mismo liberador y éticamente superior, pero que terminó sucumbiendo ante los vientos de la voluntad de millones de argentinos que optaron por convertirse en auténticos ciudadanos.




[1] Quienes hemos vivido otras épocas todavía nos resuena el eco de la retahíla “pequeño burgués reaccionario idiota útil al servicio de la contrarrevolución” con la cual se pretendía que las personas debían optar en el marco de una disyuntiva de hierro: convertirse en revolucionarios de izquierda y entonces tomar las armas o continuar siendo seres despreciables. Por cierto, las intensidades han cambiado, pero la apelación al miedo que propició el kirchnerismo remeda similar estructura dicotómica.

martes, 3 de noviembre de 2015

Cosa juzgada: Macri y Scioli a 20 días del ballotage

A 20 días del ballotage la foto parece contundente: Macri aventajaría a Scioli según todas las encuestas y el resultado tiende a agudizarse.
El primer sondeo arrojó los siguientes resultados. Mauricio Macri, 45.6%; Daniel Scioli, 41.5%; en blanco,  4.1%; indecisos, 8.8%. Entre los votantes de Sergio Massa una apreciable mayoría que asciende al 45%, se inclinaría por Macri; contra un 22.3% que lo haría a favor de Scioli; un 24.5% de indecisos y 8.2% en blanco.
Luego de ese resultado conjeturábamos respecto de dos hipótesis explicativas. Por una lado, la hipótesis del “efecto espuma” sostendría que la diferencia a favor del líder del PRO obedecería al entusiasmo del día después. Luego esa euforia tendería a decantar hasta producirse un equilibrio que se resolvería en el decurso de la campaña. Por otro lado, la hipótesis del “cambio de tendencia” prescribiría que el resultado del domingo 25 fue un hecho disruptivo que marco un punto de inflexión de difícil retorno. Por lo tanto, tendería a acrecentarse.  Nuestro punto de vista se inclina más por lo segundo que por lo primero. Las razones son las siguientes:
1.       Más allá de los resultados del domingo 25 (donde, en definitiva, Scioli aventajó a Macri por 2.6%), Cambiemos terminó investido por la impronta del triunfo; mientas que el FpV apareció como el gran derrotado.
2.       El inesperado resultado refutó el mito de la invencibilidad del kirchnerismo. Si bien, el oficialismo ya había experimentado derrotas en 2009 y 2013, en las elecciones presidenciales de 2007 y 2011 terminó por imponerse claramente en primera vuelta.
3.       Adicionalmente, el arrollador triunfo de María Eugenia Vidal sobre Aníbal Fernández en contra de todos los pronósticos, demostró que esa derrota es posible no ya en el plano teórico sino en el plano fáctico.
4.       La derrota relativa del oficialismo coincidió con parte de la retórica del último tramo de la campaña de Cambiemos, cuando Macri convocaba a que los ciudadanos se animaran a votar sin miedo y a que no se resignaran a la idea de que el triunfo K en primera vuelta fuera algo irreversible. Además, la profecía macrista relativa a que habría ballotage y que el lunes sería un día de alegría, se cumplió. Esto confiere al Jefe de Gobierno porteño un hándicap de credibilidad a favor (i.e. quedó reflotando la idea de “¡Vieron que tenía razón!”, aunque esa frase ni siquiera haya sido formulada)
5.       En términos sociológicos, lo ocurrido el domingo 25 encuadra bien con el fenómeno de la consumación de los cambios de tendencias. En efecto, antes de la elección, la sociedad parecía respirar un clima de hegemonía kirchenerista. Pero después, comenzó a consolidarse un clima de cambio. Tal fenómeno se corresponde con el preciso momento en que se advierte que algo terminará por imponerse (moda, práctica social, etc.). Más precisamente, se consolida el advenimiento de una mayoría temprana que termina por arrastrar a la porción tardía que, a modo de efecto contagio, terminará por consolidar un nuevo orden[i].
6.       En términos pasionales, ocurre algo análogo: los vínculos entre ciudadanía y gobierno suelen estar regidos por el ciclo de encanto y desencanto. Desde esta perspectiva, la larga luna de miel entre el kirchnerismo y una parte mayoritaria de la sociedad parece haber llegado a su fin. En esa génesis la irrupción del macrismo parece funcionar a modo de catalizador. Al fin y al cabo, muchos idilios suelen terminan de caer definitivamente cuando aparece uno nuevo.
En síntesis, lo anterior abona la idea de que, de no mediar hechos extraordinarios (que la prudencia no debería descartar) a 20 día del ballotage la irreversibilidad del triunfo macrista se vislumbra como cosa juzgada.


[i] Otra analogía ejemplificadora puede encontrarse en el concepto de paradigma de Thomas Kuhn: cuando la acumulación de hechos problemáticos hace insostenible al viejo paradigma, se produce su ruptura para dar emergencia a algo nuevo. En tal sentido, el triunfo de Cambiemos parece augurar un cambio de cultura política. Y en similar línea, el triunfo de María Eugenia Vidal sobre Aníbal Fernández funciona como caso paradigmático.

martes, 20 de octubre de 2015

¿Scioli, Macri ó Massa? Algunas metáforas cinco minutos antes del final

Apenas falta una semana para la elección presidencial. Pero la incertidumbre no se despeja. A veces las metáforas y sus límites permiten revelar matices de lo que sabemos y de lo que ignoramos.
Veamos:

Incógnita 1: ¿Ballotage o no?
La mayoría de los análisis parecen converger hacia una conclusión común: Daniel Scioli está muy cerca, pero no le alcanza. La metáfora es simple: el Gobernador ha llegado hasta la antesala de las puertas de un cielo color naranja, pero aún no encuentra la llave para entrar. Le falta el punto mágico. Tiene casi todo. Pero le falta el punto de oro.

SCielo-Scioli: Hay mucho, pero falta algo Incógnita 

2: ¿Macri ó Massa? Una de cal, una de arena
El 25 de octubre, parece de Macri. Pero Massa pelea. Final abierto. No obstante, si hubiera ballotage Massa podría alcanzar mejor lo que a Macri le resultaría muy dificultoso. Final hipotético. Macri le dice a quienes quieren terminar con la dinastía K y sus variantes: “El 25 vótenme a mí porque, de los dos, soy quien tiene más chance de entrar en un ballotage”. Acaso sea verdad. Pero apenas la mitad de la verdad. Olvida decir que si —efectivamente— él fuera quien ingrese, probablemente tendría más chances de perder que de ganar ante Daniel Scioli. La razón es sencilla: muchos de los votantes de Massa, dada su simpatía peronista, preferirían a un peronista imperfecto (Scioli) antes que a un no peronista (Macri). “Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”, siempre tiene vigencia. Como también tiene vigencia aquello de que “Macri es mi límite”, que otrora sentenciara “Lilita” Carrió, antes de que apuntara su ira sobre Sergio Massa.


 Macri ó Massa: una de cal, una de arena 

 ¿Macri ó Massa? Cap. 1: Aquiles y la tortuga 
En la paradoja griega, Aquiles arranca a 10 metros atrás de la tortuga. Y aunque corre 10 veces más rápido, nunca la alcanza. Porque cuando Aquiles corre 10 metros, la tortuga avanza 1; y cuando Aquiles cubra ese metro, la tortuga se habrá desplazado 10 cms. Y así, sucesivamente. Aquiles estará cada vez más cerca, pero la huidiza tortuga se le sigue escapando. Moraleja: Massa está cada vez más. ¿Pero alcanzará a Macri antes del 25? Límites de la metáfora: Macri no es la tortuga. ¿Tendrá Massa la velocidad de Aquiles? ¿Será cuestión de velocidad, o acaso de tiempo? ¿El tiempo juega a favor de Macri?. Desde las Paso, Aquiles-Massa parece haber ido para adelante. En cambio, Macri parece haber retrocedido. Macri no es la tortuga. ¿Terminará siendo un león, o apenas aquel que retrocede sobre sus pasos de las Paso?


Massa se acerca a Macri, pero: ¿lo alcanzará?

 ¿Macri o Massa? Cap. 2: Carrrozas de fuego 
A fines de agosto, la campaña de Sergio Massa presentó el spot “Carrozas de fuego”. Sobre la base de una emotiva escena de la película homónima, allí se mostraba a un Massa que arranca rezagado desde el pelotón del fondo para avanzar, primero de a poco y luego de prisa, para — finalmente— lograr una victoria épica en el último tramo.


 “Carrozas de fuego”, el spot de Sergio Massa que lo mostraba ganando en el tramo final 

 A veces la psicología de los actores revela la elección de sus estrategias. Ciertamente, Massa no solo parece aspirar a ganar, sino a lograrlo contra todo pronóstico. Si así fuera, quizás prepare algún golpe de efecto para la semana final. Los segundos de silencio que le dedicó a Scioli para marcar su ausencia durante el debate, parecieron una jugada de pizarrón fríamente ensayada, antes que un rapto de inspiración in situ. Quizás ese acto deba ser tomado como indicador de que el tigrense podría estar pergeñando algo para erigirse como segundo, justo en el mismo segundo que marca el final. El único problema de intentar una victoria épica es que puede resultar extremadamente difícil calcular el momento preciso en que debe darse ese envión final. 

¿Scioli, Macri ó Massa? Ballotage y después Capítulo 1: ¿Scioli ó Macri? 
Daniel Scioli podría ganarle a Macri, no por la ayuda de Massa, sino con la ayuda de algunos votantes que el 25 de octubre habrían votado a Sergio Massa pero que nos les convence Mauricio Macri. Capítulo 2: ¿Scioli ó Massa? Sergio Massa podría ganarle a Scioli con la simple ayuda de muchos votantes que el 25 de octubre habrían votado a Mauricio Macri pero que ahora votarían a cualquier candidato opositor con tal de ponerle fin a los 12 años de hegemonía K.

 Síntesis: Lo que quedó por decir Si faltando una semana para las elecciones la certidumbre aún no se reveló plena, por algo será. Acaso quedaron cosas por decir. Acaso faltaron argumentos. Sin duda, algo faltó. En los pocos días que restan, cada uno de los tres aspirantes al sillón de Rivadavia deberá encarar el intento final:
 Daniel Scioli: Deberá convencer a los independientes de que esta vez estará a la altura de las circunstancias. Es decir: que Scioli no es Cristina. Y, por ende, hará lo que deba y quiera hacer más allá de la voluntad de quien entonces apenas será la ex Presidente.


 El Gobernador Daniel Scioli asistiendo al Espacio Cultural Clarín, en enero de 2015 

 Mauricio Macri: El Ingeniero deberá profundizar lo ya hecho. Eso sí: debería tener un plan de contingencia para disuadir a un electorado al cual Massa intentará convencer de que votar a Macri es una trampa cuyo fracaso se revelará cuando le toque perder en el ballotage con Scioli. Es decir, demasiado tarde como para arrepentirse.


 Mauricio Macri, en su rol de líder motivador que apela al sentimiento de autorrealización ciudadana

 Sergio Massa: Probablemente durante esta última semana, Sergio Massa insistirá con que es el único que realizó propuestas concretas, al tiempo que se encargará de disuadir al electorado opositor que vota a Macri, argumentando que él es el único capaz de ganarle a Scioli en una segunda vuelta. Es decir, tendrá que convencer a aquellos votantes que se inclinan por Macri más por conveniencia que por convicción (no son pocos), de que no se encandilen con triunfar en la batalla, cuando al final puede esperarlos la derrota en la guerra. O más simplemente, deberá convencer a un electorado incrédulo sobre el peligro de que el pan de hoy sea el hambre de mañana.


 Sergio Massa hablándole al país en junio para comunicar que no se bajaría de su candidatura presidencial. ¿Podrá ahora convencer a los votantes opositores de que es el único capaz de vencer a Daniel Scioli en un ballotage  

Datos de contacto: Federico González 15-6631-3421 Fede1234@gmail.com Twitter: @fede1234 http://gonzalez-valladares.blogspot.com.ar El autor autoriza a publicar el contenido de este artículo en forma parcial o total, con el único requisito de citar la fuente.

lunes, 12 de octubre de 2015

Tres candidatos, dos incógnitas y un solo sillón

sábado, 22 de agosto de 2015

MIRTHA LEGRAND, METÁFORAS Y ENANOS PROGRESISTAS. O DEL MALENTENDIDO EN LA COMUNICACIÓN

MIRTHA LEGRAND, METÁFORAS Y ENANOS PROGRESISTAS. O DEL MALENTENDIDO EN LA COMUNICACIÓN
Federico González
1.       ¿De qué estamos hablando?
En su almuerzo del domingo 16, Mirtha Legrand leyó una carta escrita por Luis Eduardo Luchía-Puig, a la que —mientras leía— calificó como “inteligente”.  El fragmento final que luego generaría polémica, decía:
En síntesis: Macri desaprovechó una oportunidad única al insistir en su estrategia de no negociar con Massa en la provincia de Buenos Aires, para incorporarlo en la interna de las primarias. Si quiere ser presidente, deberá imitar a Churchill y Roosevelt que no sentían afinidad con Stalin, pero debieron aliarse con él para vencer a Hitler”
La carta era más extensa. Antes de llegar al párrafo anterior. “La Chiqui”, intercaló un comentario: “Atención con esta frase que viene, que a mí me pareció inteligente”.  Luego de finalizar la lectura, Mirtha remató interrogando a su invitado Mario Massaccesi: “¿No te parece buenísima la frase?”
Entonces Masaccesi responde y se suscita un tenso contrapunto:
—Le va a traer complicaciones la frase. Después del dictadora y ahoracompara a la Alemania de Hitler. Ojo, se puede prestar a confusión"— contestó Massacesi, para sorpresa de la Legrand.
—No me digas eso. Yo dije que se unieron para vencer. Está de más el comentario— replicó una Mirtha turbada, antes de pedir ir a un corte.
Al regreso, Mirtha le pidió disculpas a Massaccesi, pero la polémica ya había sido instalada: las expresiones de la conductora generaron una catarata de críticas que se propalaron primero por las redes sociales y luego por todos los medios.
Implicancias y acusaciones: a consecuencia del infortunado episodio sobrevino luego una catarata de acusaciones hacia la conductora, cuyo carácter era más o menos lapidario. Básicamente a modo de común denominador se convergía en sostener que Mirtha Legrand había comparado al Gobierno Nacional y/o a Daniel Scioli con la Alemania hitleriana y/o con el mismísimo Adolfo Hitler.

Mirtha Legrand y Mario Massaccesi, en el momento de máxima tensión

Mirtha Legrand, leyendo la carta que desató la polémica



Churchill y Roosevelt aliados con el Dictador Stalin, para enfrentar y vencer al Dictador Hitler



Daniel Scioli y la Presidente Cristina Kirchner, enfrentados a los opositores Sergio Massa y Mauricio Macri, que no se unen

2.       Metáfora, analogías y otro figuras de la retórica
Recordemos que la retórica es la disciplina que se ocupa de los procedimientos y técnicas lingüísticos, orientados a una finalidad persuasiva o estética, que se añade a la meramente informativa. Por su parte, un tropo o figura es la sustitución de una expresión por otra cuyo sentido es figurado. La metáfora, una de las figuras retóricas más usuales, constituye una forma indirecta de aludir a algún objeto, idea o fenómeno, a través de otro. No obstante, el universo retórico incluye también otro tipo de estructuras lingüísticas tales como la hipérbole, la alegoría y la parábola.
Emparentada con la metáfora, la analogía consiste en una comparación explícita entres dos (o más) ideas o cosas, que poseen alguna propiedad común. Ciertamente, la analogía empareja objetos por sus relaciones comunes, pero no los identifica. Es simple: establecer semejanzas entre cosas distintas, no implica negar sus diferencias. Una de las formas más típicas de la analogía es la de proporciones o razones: “Lindo es a feo como bueno es a malo”, “Serpiente es a pecado como paloma blanca es a paz” En los ejemplos, lindo-feo y bueno-malo se emparentan por ser pares de opuestos; mientras que manzana-serpiente y paloma blanca-paz, se vinculan por el hecho de que en ambos pares el primero de los términos (serpiente, paloma) es símbolo del otro (pecado, paz)
Por último, digamos que la metáfora y la analogía son semejantes, aunque difieran en forma y propósito. Así, en la metáfora la comparación queda en un plano tácito (“Mi hoguera”; “El sistema atómico”, “el universo del átomo”), mientras que en la analogía parece manifiesta (“Mi amor está encendido como si fuera una hoguera”; “un átomo es como un sistema solar en miniatura, donde los electrones giran alrededor de un núcleo, tal como los planetas lo hacen alrededor del sol). No es casual que las metáforas pertenezcan más al dominio de la poética, mientras que la analogía navegue mejor por los mares de la ciencia. No obstante, a efectos didácticos, en lo que resta del artículo referiremos como metáfora para tratar lo que, en rigor, fue una analogía.

3.       Pero, ¿para qué sirven las metáforas?
Las metáforas obedecer a diferentes fines, a saber: enfatizar, ejemplificar, explicar, persuadir, pensar. Artificialmente, tales fines pueden reducirse a dos: comprender y motivar a la acción.
1.           Metáforas didácticas: su función es ejemplificar algo en aras de contribuir a una comprensión cabal: “La Justicia es una dama vendada que porta una balanza”. La venda alude a la igualdad de todos ante la justicia; la balanza a un sistema racional y objetivo que permite sopesar las pruebas a favor o en contra, como condición para arribar a un veredicto.
2.           Metáforas persuasivas: su función es motivar a una acción. Las parábolas de Jesucristo son un típico ejemplo al respecto. No obstante, convienen realizar una distinción dentro de este tipo. Las metáforas persuasivas puede poseer una intencionalidad explícita  (como en las referidas parábolas cristianas) o veladas (como pueden aparecer en la publicidad y en la propaganda política). En el último caso, aunque subsista una matriz propositiva común y un impreciso límite con las persuasivas, resultaría adecuado calificar a estas metáforas más como instrumentos de manipulación que de persuasión. (por ejemplo, una filmación donde una cámara se deslizara para mostrar un auto incendiado, una vidriera rota, etc. hasta detenerse finalmente en un candidato político, consiste en un modo más velado y subliminal del acto de metaforizar)


4.       Metáforas para pensar y poder creador de las metáforas
Pero las metáforas no solo sirven para explicar o para persuadir. También constituyen un instrumento del pensamiento. Esto conduce a dos posibilidades: 1) Parte de nuestro conocimiento del mundo está edificado sobre algunas metáforas y 2) Inventar metáforas puede ser un camino para construir nuevas realidades
En "Metáforas de la vida cotidiana", un clásico tratado sobre el tema, los lingüistas cognitivos George Lakkof y Mark Johnson abonan la idea de que las metáforas, lejos de constituir un fenómeno emergente del nivel lingüístico, resultan constitutivas de nuestra manera de representar el mundo. De acuerdo a estos autores, no sólo nos expresamos metafóricamente sino que así es como pensamos y, aun más: no podríamos hacerlo de otro modo. Resulta interesante aludir a la tesis de estos autores con un ejemplo que viene al caso: pensamos la política como si fuera una guerra. Esta identificación metafórica determina que expresiones como: amigos, enemigos, aliados, frentes, doblegar al adversario, batallas, madre de todas las batallas, conquistar un territorio, desertar, pasarse a las filas enemigas, militantes, cuadros políticos, tácticas, estrategias, etc. estén fundadas en una metáfora bélica. La asociación conceptual entre política y guerra es tan intensa que hasta los intentos de separar ambos conceptos parecen encaminados a unirlos. Así, a la clásica frase de Carl von Clausewitz “La guerra es la continuación de la política por otros medios”, se opone una más reciente de Michel Foucault: “La política es la continuación de la guerra por otros medios”.
Lackoff y Johnson también nos invitan a pensar en posibles metáforas alternativas para evaluar hasta qué punto la esencia de algo resulta consubstancial con su metáfora de base. Así, siguiendo esa lógica ¿cómo sería la política si su metáfora originaria fuera una sinfonía en lugar de una guerra? , ¿Podríamos imaginarnos algo así o, por el contrario, ni esa ni otra alternativa no belicista resultan concebiblen, dado que la política no puede deshacerse de la guerra que la constituye y, a su vez, la contamina?
Emparentada con las ideas de Lackoff y Johnson, el psicólogo cognitivo Manuel de Vega considera a las metáforas como "amplificadores mentales" que permiten ampliar el repertorio de los fenómenos cognoscibles para así "colonizar conceptualmente nuevos dominios quizás desconocidos". ¿Habrá nuevos mundos para la política a la espera de ser descubiertos? ¿O la guerra es la única metáfora posible para pensar la vida en sociedad?


Portada de Metáforas de la vida cotidiana, de Lackoff y Johnson,  portada de                                    
“De la guerra” de Carl von Clausewit, y el polémico Michael Foucault

5.       Denotación, connotación y resonancia
La semiótica, es la disciplina que se ocupa de los signos y de su sentido, esto es: aquello que transmite quien habla. La semiótica se ocupa tanto de la producción como de la interpretación del sentido. Dos conceptos claves de la semiótica son la denotación (o significado universalmente admitido por una comunidad de hablantes) y la connotación (el valor añadido personal que agrega el receptor de un mensaje). Un tercer concepto emparentado es de la resonancia semántica. La resonancia semántica es una especie de, valga la metáfora, “aura de significado”. Es aquello que a pesar de no resultar central en un discurso, no puede dejar de ser evocado por los receptores. Además, para complejizar el asunto, la resonancia de las palabras puede hasta resultar ajena a la intención de quien las pronuncia. Para decirlo más simple: alguien puede querer decir una cosa, pero al hacerlo, termina “diciendo” otra, en la medida en que eso es lo que completa quien escucha.
Ahora bien, lo anterior ya plantea el gran problema de la comunicación humana: la discrepancia entre el sentido que pretendió transmitir el emisor y el que finalmente comprendió el receptor. Esta inadecuación es lo que suele denominarse ruido lingüístico y constituye la base del malentendido entre las personas. Lamentablemente es el alto  precio que se paga por hablar. Lo cual constituye  uno de los tantos límites de nuestra humanidad.

6.        “Enanos fascistas” y “enanos progresistas”
Dado que se ha discurrido sobre metáforas, puede resultar pertinente recordar una metáfora política muy conocida cuya referencia viene al caso, a afectos de —siguiendo a Don Manuel de Vega— inventar otra, que contribuya a pensar el episodio de que nos ocupa.
En un célebre y tenso reportaje realizado por Bernardo Neustad en 1983, la pasional periodista italiana Oriana Fallaci “no se anduvo con chiquitas”. En efecto se despachó sentenciando que los argentinos escondemos a un “enano fascista” en nuestro interior. La frase se popularizó al punto de conformar el acervo de conceptos del análisis político nacional. Aplicada de modo indiscriminado y acrítico, el enano fascista fue utilizado para referir a un variopinto repertorio fenoménico cuyos extremos incluyen, por un lado,  actos a los que cabría perfectamente la etiqueta fascista (sin ningún enano) y, por otra parte, el del típico conductor beligerante que se baja del auto para increpar a otro automovilista que le cerró el paso.
Oriana  Fallaci y Bernardo Neustadt, protagonistas de una tensa entrevista en 1983 

 Pero como el enano fascista no puede agotar tota la “fauna enanística” que pulula en nuestra comunidad, considero oportuno presentar en sociedad a otro enano que desde hace tiempo convive entre nosotros, aunque no tenga una denominación definitiva. Me refiero al enano progresista, usualmente  referido como “seudoprogre” o, más simplemente, como “progre” a secas (aunque referido en términos peyorativos por quien enuncia). Aunque el enano progresista desborda holgadamente al universo K, en atención al tema que nos ocupa me circunscribiré a ese subtipo, es decir: al enano progre K.
Variedades del enano fascista en clave de historieta. Fuente: Pol Aspirineta @politoso 

 ¿Pero qué podría ser una enano progresista K?  Propongo al lector el siguiente ejercicio: por favor, suspenda esta lectura y anote en una hoja lo que Ud. considere que podría ser semejante arquetipo. ¿Ya lo hizo? Bueno, evalúe ahora el nivel de correspondencia con la descripción que sigue. Juzgue entonces, a partir de la eventual convergencia, si hemos pensando lo mismo.

El enano progre K:
  • Un ciudadano auto convencido de que debe actuar de un modo al que considera políticamente correcto.
  • Como probablemente lo habite lo que los progresistas verdaderos denominan “enano fascista”, del cual se siente profundamente avergonzado, terminó “comprando” una ideología progre para compensar tamaña vergüenza.
  •  Como ocurre con otras especies ciudadanas, los enanos progres K difieren por su nivel de fundamentalismo, tal como se describe a continuación.

El enano progre K - Light
  • El enano progre K en su versión light, representa una versión más impostada que real del pseudo progresismo K
  • El progre K light ha adoptado a su enano solo como una especie de talismán protector para defenderse de auténticos progre que suelen martirizarlo, catalogándolo de tonto o de perverso.
  • El progre K light suele mirar TN, leer Clarín, y hasta disfrutar de PPT con Jorge Lanata. Pero jamás lo reconocería públicamente. Por supuesto, mira ShowMatch y, casi religiosamente, conforma la audiencia de Mirtha los sábados y domingos.
  • Su escena temida, su peor pesadilla, es la de una Cristina encendida que lo amonesta desde el atril acusándolo de ser “anti patria, golpista, destituyente, funcional a una "corpo" que le habría lavado el cerebro, nostálgico de los 90 y/o de los años oscuros del proceso, etc.” Le provoca ataque de pánico interior simplemente escuchar a Cristina diciendo “Son los mismos que (…)”, al punto de que cuando está con otros enanos de su misma especie los mira cómo diciendo: “¿No nos está hablando a nosotros, no?”
  • Cuando en una reunión se encuentra con algún kirchnerista declarado y/o con un auténtico progre, simplemente se hace el distraído y cambia de tema; o si la cosa sigue, se queda callado o asiente a todo sin convicción, solo para no generar conflicto.
  • El progre K light no alcanza a ser un cínico y además resulta políticamente inocuo. Sería injusto que se lo acusara de tener doble moral o doble discurso. Simplemente tiene miedo al qué dirán los auténticos progres K, a quienes considera una elite agresiva y equivocada, pero a la vez temida. Lo único que esperaría es que lo dejen vivir tranquilo. Es absolutamente consciente de que su enano progre es apenas un disfraz que se saca ni bien llega a casa y se apresta a ver las noticias en TN.
  • El carácter de su adhesión al pseudo progresismo resulta tan difuso que no se sabe a ciencia cierta si eso constituye una expresión de cobardía o más bien de profunda sabiduría.
  • En síntesis: el enano progre K light es apenas una variedad superficial del falso progresismo K.

El Enano progresista ambiguo
  • Esta variedad de pseudo progresismo K es algo más sustancial que la anterior, en la medida en que aquí ya comienza a esbozarse una doble moral en ciernes que suele revelarse a través de un discurso ambiguo.
  • El autoengaño converso propiciado por la elite de los progresistas K ilustrados, a la que admira y respeta, ha hecho mella en su economía mental, al punto de hacerlo dudar sobre la existencia de algunas cosas que, para la otra parte más estable de su mente, resultan claramente evidentes.
  • Si algo caracteriza su pensamiento es la permanente ambivalencia y confusión entre lo que siente como evidente y lo que debería ser evidente desde la mirada de la ideología progresista que, en parte, ha internalizado, aunque no termina de hacer definitivamente propia.
  • Cuando asiste a discusiones políticas en las que confrontan posiciones anti K y K, aunque suele inclinarse a favor de los primeros, siente un impulso irracional, al modo de un imperativo moral, para acordar con los últimos.
  •  Alternativamente, tiende a sumir el rol de abogado del diablo de cada posición. Aunque considera que la posición K es claramente más extrema que la anti K, se las arregla para invertir la carga de esa evidencia interna. En el fondo teme que los anti K lo consideren un ser innoble y, por ende, lo excomulguen de la cofradía; ante lo cual está dispuesto a desilusionar a la cofradía anti K, a la que pertenecía hasta hace muy poco.
  • A la hora de tener que emitir una opinión desfavorable sobre tal cual medida del gobierno, suele incurrir en la necesidad de tener que anteceder su opinión con la muletilla recurrente de “Este gobierno hizo muchas cosas buenas”. Se siente obligado a hacerlo no tanto porque considera que sea o no verdad, sino porque teme al horror de que el progresista K ilustrado (que lo vigila Orwellianamente) termine acusándolo de pasarse al bando enemigo de la anti patria destituyente; figura a la que (aunque relativice internamente) significa como la quintaesencia de la lo que no quisiera ser, esto es: un ciudadano estúpido y perverso o amoral.
El enano progre K real
  • Este caso representa la versión más intensa y virulenta del enano progre K.
  • Aquí es donde el pseudo-progresismo adquiere su máxima dimensión, en la medida en que la doble moral ha sido internalizada en toda su magnitud.
  • El autoengaño converso ha sido tan profundo que el pseudo progre K termina sentenciando con convicción algo que, profundamente, resulta violatorio de su propia naturaleza anterior a la conversión.
  • El enano progre K real es un individuo sumamente culposo que ha internalizado para sí la ideología que los inescrupulosos progres le han impuesto, a fuerza de trabajarle aquella culpa.
  • Como quien ha sido cooptado por un secta, el enano progresista real ha sucumbido al ataque psicopático de los inescrupulosos progres, quienes le han tomado el yo y lo dominan con golpes emocionales que activan su fondo culpógeno.
  • Cuando afrontan una discusión política pueden llegar a mimetizarse con la beligerancia K, a la que toman como propia, evidenciando un grado de identificación tal que lo determina a actuar con la típica virulencia fundamentalista que caracteriza a ese grupo.
  • En tal sentido, una de sus expresiones más paradojales es que los auténtico progres le han “lavado el cerebro” con tanta eficiencia, que han terminado por convencerlo de que quienes realmente tienen el cerebro lavado son sus ex compañeros de ruta en la vida (es decir, sus familia, sus amigos, etc.), debido a la acción sostenida de  los medios hegemónicos.
  • El enano progre K real suele ser refractario a cualquier argumentación contraria a su nuevo estatus ideológico. Reniega de su pasado al que considera un profundo error del que, por fin, ha despertado. Como se señaló, no duda en confrontar abiertamente con sus viejos amigos, a los que aspira a convertir a su nueva ideología. Si fracasara en este intento, estaría dispuesto a alejarse y hasta perder a ese núcleo primario, si es que comprueba que persisten en su anterior ideología.
  • La conversión sectaria del de este individuo al pseudo progresismo resulta tan manifiesta ante quienes lo conocían desde antes, que éstos lo perciben ahora como una persona extraña. En tal sentido, como suele suceder con otros fenómenos de secta, el enano progre K real comienza a cortar sus anteriores vínculos para establecer otros nuevos que solo incluyen a quienes comparten el mismo ideario.
6. Intencionalidad consciente y determinación ideológico-cultural
Antes de retornar al análisis del episodio que nos ocupa, esto es: las polémicas afirmaciones de Mirtha Legrand y sus consecuencias, conviene bosquejar una última consideración relativa al grado de autonomía de nuestras cosmovisiones personales sobre la realidad toda, aunque particularmente, sobre la realidad social.
Podemos entender a las personas como seres libres y autónomos  y, por ende, capaces de decir y hacer a partir de convicciones íntimas, deliberadas y decididas de modo consciente y responsable. Pero resulta conocido que, desde cierta mirada de la psicología, puede entenderse que las personas también actuamos en base a razones de las que no somos plenamente conscientes. Por cierto, a la hora de bosquejar análisis sobre hechos públicos será prudente no abusar de este modo de analizar la realidad social. Sin embargo, no solo la psicología sugiere la idea de un nivel que determina aquello que pensamos y hacemos. En efecto, en el seno de la antropología cultural y hasta de la misma ciencia política algunos teóricos coinciden en invocar la existencia de una especie de orden determinante que nos modela de un modo silencioso e inadvertido. Así, hay un sentido en que lo que consideramos nuestras ideas no terminan siendo enteramente nuestras, sino una particular amalgama entre lo propio y lo ajeno.

7.       ¿Qué podría decirse sobre las polémicas afirmaciones de Mirtha Legrand?
Arribamos entonces al núcleo básico que anima a este artículo de opinión y que puede sintetizarse en la pregunta general: A partir de lo analizado, ¿qué puede concluirse sobre los dichos de Mirtha Legrand que dieron origen a la referida polémica?
Síntesis conclusiva en formato de preguntas y respuestas:
Preguntas: Tal como sostienen los críticos, concretamente: ¿comparó Mirtha Legrand a Daniel Scioli con Adolfo Hitler, o a la Argentina actual con la Alemania de Hitler? (y/o suscribió a la comparación del texto de Luchía-Puig). ¿Concretamente: a qué inteligencia se refirió Mirtha?
Rta: Evidentemente no existió tal comparación. Por un lado, Mirtha ni siquiera comparó o dejó de comparar nada, dado que lo que hizo es suscribir elogiosamente a una comparación realizada por otro. Pero además, y esto es lo sustantivo, en su núcleo básico, el sentido del texto radicaba en ejemplificar, a través de un episodio histórico, el hecho de que dos intencionalidades enfrentadas entre sí pero, a su vez, mucho más enfrentadas con una tercera, deberían conciliar las diferencias menores en aras de confrontar con la mayor. Tal estructura constituye el sentido central de la analogía en cuestión. Y eso es lo que Mirtha calificó como inteligente. Las comparaciones término a término (Hitler con Scioli; Macri y Massa con Rooselvet-Churchill y Stalin, etc. quedan claramente como elementos residuales de carácter periférico dentro del marco propositivo de la analogía. En última instancia, hasta podrían considerarse como resonancias derivadas del texto independientes del propósito comunicacional de la emisora, aunque pasibles de ser recreadas por cierto tipo de receptores; pero nunca centrales en la intencionalidad de origen.
Pregunta: Más allá de lo que dijo o no dijo de modo explícito, ¿existe asidero para sostener que     —ya sea de modo deliberado o inconsciente— Mirtha Legrand suscribió a esa metáfora porque su propósito final apuntaba a comparar al actual gobierno de Cristina Kirchner con la Alemania Hitlerista, o a Daniel Scioli o a Cristina Kirchner con Adolfo Hitler?
Rta: Por cierto no puede haber una respuesta taxativa a esta pregunta, dado que invoca causas secretas o inconscientes de un sujeto emisor (Mirtha). En tal sentido, solo en la intimidad de la conductora, o —eventualmente— en su inconsciente, reside la verdad. Nadie debería ser arrogante para entrometerse en lo último (ni siquiera un súper psicólogo!). Y tampoco nadie (ni un émulo de Jorge Rial!, y esto es una referencia metáforica!) tiene cabal derecho a entrometerse en lo primero. Sí creo que, en mérito al rigor de los hechos, es justo atender a lo que se vio: cuando Mario Masaccesi dijo lo que dijo, se observó a una Mirtha sorprendida por la extraña derivación de su propia suscripción. Ella dijo que, simplemente, no había pensado en eso (la asociación entre la Alemania de Hitler y el actual gobierno de Cristina y/o Daniel Scioli). El modo en que lo dijo fue revelador. Muchos de los que asistimos a ese momento sentimos lo mismo: evidententemente Mirtha ni siquiera había reparado en considerar la posibilidad de que del texto sugiriera una perversa asociación entre el Gobierno/Scioli y Alemania/Hitler. Y es más, cuando ella se defiende del señalamiento de Massaccesi argumentando “¡Pero no!, esto es para vencerlo a Hitler, ¿no entendiste?”;  parece concentrada en pensar en la perversidad de Hitler presente en la parte comparente de la analogía, como algo totalmente ajeno a la figura de Daniel Scioli o del Gobierno (en tanto equivalente simétrico en la parte comparada; insisto: aunque solo ella podría saber lo que tenía in mente, me aventuraría a sostener que en ese instante la representación de Scioli y el Gobierno quedaba totalmente afuera de cualquier homologación con Hitler y/o Alemania): “Pero no, no pensé en eso” (la asociación con la Alemania de Hitler sobre la que le advierte Massaccesi), se defendió lacónicamente. 
En síntesis: ¡Mirtha simplemente no pensó en lo que Masaccesi le advirtió que el oyente podía suponer que ella pensaba! (cuando él le advierte a Mirtha que sus dichos pueden prestarse a confusión) ¿Es tan grave ese pecado como para merecer la cascada de improperios que se desataron?
Pregunta: ¿Pero más allá de lo que Mirtha dijo o no quiso decir, en el universo de su discurso plasmado en la lectura, suscripción y calificación “inteligente” del texto, ¿No se revela en ella un ánimo favorable a que la oposición se junte en contra del Gobierno en general y de Scioli en particular?
Rta: Por supuesto. ¡Chocolate por la noticia! Pero ese ánimo contrario al Gobierno ya había sido claramente explicitado en forma directa y pasional en la editorial con la conductora inauguró el programa, cuando hizo referencia a las inundaciones señalando la responsabilidad del Gobierno. En tal sentido, la lectura del texto aunque en parte asume el rol de elemento ampliatorio de lo anterior, fundamentalmente parece orientada a acompañar una estrategia de solución (la alianza Macri-Massa) al ya consumado diagnóstico del problema (i.e. “Este Gobierno es responsable de muchos serios problemas por los que atraviesa el país”)
Pregunta: Pero si Mirtha no tuvo la intención que se le pretendió adjudicar, ¿por qué tantas personas se aprestaron a condenarla?
Rta: Porque el estilo frontal de Mirtha Legrand a la hora de criticar el núcleo sombrío del Gobierno K, la convierte ipso facto en una presa codiciada o ícono para satisfacer la “violencia” encubierta del pseudo progresismo K. Desde otra perspectiva subsidiara: la lógica binaria y confrontativa del universo K prescribe que si Mirtha no estuviera, debería inventarse otra equivalente.
Pregunta: ¿Pero no fue la propia Mirtha la que se generó la propia fama que ahora se le vuelve en contra, cuando hace poco calificó a la Presidente Cristina Kirchner y a su Gobierno como una dictadura?
Rta. Probablemente sí. Pero la existencia de esa relación causal no legitima de modo alguno que se la achaque ahora un pecado que no cometió. Además, paradójicamente, es el mismo deseo pseudo progresista con su obsesión en hacerle decir a Mirtha lo que claramente no dijo, lo que determina la falsa atribución e injustificada imputación.
Pregunta: ¿Pero una conductora de la trayectoria de Mirtha Legrand no debería ser más responsable y menos ingenua y, entonces, prever que sus declaraciones tendrían el impacto que tuvieran. En tanto comunicadora social, ¿no debería medir el alcance de sus palabras y aplicar mejores filtros a su decir?
Rta: El problema es que una Mirtha que hiciera todo eso, no sería la auténtica “Chiqui” sino una versión edulcorada a imagen y semejanza de un pseudo progresismo K. En tal sentido, felizmente Mirtha Legrand no se ha dejado seducir por el facilismo de jugar el juego políticamente correcto del pseudo progresismo. Podrá tener otros defectos, qué duda cabe. Pero seguramente no alberga en ella ningún enano progresista. Eso le permite decir lo que dice y ejercer esa infrecuente habilidad de preguntar con justeza lo que mucha gente quisiera preguntar pero pocos se animan.  Esa es su grandeza, aun a costo de su miseria para una parte de la sociedad acostumbrada al pensamiento fácil disfrazado de ilustración. Será por eso que Mirtha siempre mantiene su vigencia, mientras que los gobiernos pasan. Algo habrá hecho para que tanta gente continúe siguiéndola después de 40 años,  con el mismo renovado entusiasmo.

Epílogo.
Pregunta: A la luz del anterior análisis, cabe concluir lo siguiente:
Quienes criticaron con vehemencia los dichos de Mirtha Legrand, por lo menos interpretaron mal el sentido de sus palabras en lo que concierne al falso cargo de haber homologado al Gobierno Nacional con la Alemania Hitlerista
Y en un escenario peor, existen sobrados elementos para sostener que aplicaron un golpe bajo oportunista para hacer decir a la conductora lo que evidentemente no dijo ni quiso decir.
The End

PD: Quien escribe estas líneas es enteramente consciente de que tan pormenorizado descargo no es más que (en términos sartrianos) una “pasión inútil”. Probablemente quienes ya estaban convencidos de la inocencia de Mirtha, encontrarán nuevos argumentos para justificar su opinión. Inversamente, quienes estaban convencidos de su culpabilidad, probablemente encontraron en este extenso texto nuevos argumentos para condenarla (y condenarme).  Probablemente si este texto trascendiera mínimamente, es probable que —como a Mirtha— me saquen de contexto, despedacen mis palabras, me hagan decir lo que seguramente no dije ni quise decir, me asocien a oscuros intereses, me ridiculicen y me insulten; aduciendo además que yo habría hecho exactamente lo mismo. En tal caso, también resultaría probable que se apodere de mí una cierta inercia a replicar esas eventuales críticas, apoyándome  en aquella máxima de “no aclares, que oscurece”. ¿Por qué entonces he insistido ahora en ensayar aclaraciones que ofrecen luz y oscuridad a quienes de algún modo solo necesitan la que ya tienen. Quizás la respuesta sea lapidariamente simple. Como en el mito de Sísifo (personaje condenado a empujar eternamente una roca hacia la cima de la montaña, sabiendo que, inexorablemente, habrá de caer una y otra vez justo antes de coronar la cumbre) la inutilidad de la pasión no la priva de su carácter esencial. En última instancia la única disyuntiva de hierro es entre hablar y guardar silencio. Y yo he elegido hablar.
Por último, aunque no parezca, el objetivo de este extenso texto no apunta a defender a la Sra. Mirtha Legrand. Eso sería demasiado arrogante y presuntuoso, dado que Mirtha ya demostró con creces su capacidad de defenderse sola. En rigor, el objetivo es tomar el episodio a modo de oportunidad para describir hasta qué punto se ha llegado con la mentada grieta en la que quedamos entrapados los argentinos. En tal sentido, el episodio de Mirtha es apenas un ícono, un emergente sintomático, o la punta del iceberg, del malestar que vive una sociedad profundamente dividida. Si algo lograra al respecto, el costo que descuento habré de pagar, bien justifica el esfuerzo realizado.

 

Portada del Mito de Sísifo, de Albert Camus y Sísifo, enfrascado en su inútil tarea

Federico González
Director de González y Valladares
Twitter: @fede1234
Blog: http://gonzalez-valladares.blogspot.com.ar/
Celular: 11- 6631-3421
El presente artículo es a título personal y no expresa la opinión oficial de la Consultora González y Valladares, que dirijo.

Se autoriza a reproducir el contenido del artículo en forma total o parcial, con la única condición de que se cite su fuente.

sábado, 15 de agosto de 2015

Tres candidatos hacia la recta final

Las elecciones PASO despejaron algunas incógnitas y generaron otras. La primera evidencia es que han quedado tres candidatos con chances ciertas de ocupar el sillón de Rivadavia. A continuación, se reseñan sus fortalezas y debilidades.

- Daniel Scioli
Fortalezas: Lo más evidente es que fue un claro ganador que aventajó a Cambiemos por 8 puntos y a UNA por 18. No es poco: el 38.4% obtenido se acerca al mágico 40% que lo coronaría. Otra ventaja ostensible es que su triunfo abarca a 20 provincias.
Debilidades: Aunque el resultado obtenido es en sí mismo importante, quizás sea inferior al esperado. Especialmente en la provincia de Buenos Aires, donde tampoco alcanzó los 40 puntos. Pero su problema fundamental no es su posición de partida sino su proyección de llegada. Es decir, el inasible pero no menos sólido techo electoral. Como ya ocurriera en otras ocasiones, la kirchnerización a la que lo arrastra el entramado estructural que integra, siempre resulta un arma de doble filo. Como antes, el Gobernador sigue prisionero de su propio dilema entre kirchnerización e independencia; tensión que no parece fácil de resolver solo apelando al galimatías de la continuidad con cambio. Por último, un problema que no es menor: el triunfo de Aníbal Fernández como candidato a gobernador del FpV puede representar una pesada mochila capaz de comprometer el anhelado triunfo. 

- Mauricio Macri
Fortalezas: Su fuerza electoral obtuvo 30 puntos, lo que constituye un sólido punto de partida. Aunque no logró la polarización anunciada, su ventaja sobre UNA resulta apreciable. Pero quizás su mayor activo es haber podido establecer una sólida cabecera de playa en el impenetrable conurbano, lo que le permitió obtener un importante caudal electoral en el distrito de mayor peso y -fundamentalmente- relativizar ese viejo axioma que prescribe la inexpugnabilidad del aparato. Al respecto, el excelente desempeño e imagen de María Eugenia Vidal, bien podría erigirse como emblema del triunfo de la civilización republicana por sobre la barbarie de algunos aguerridos barones 
Debilidades: La distancia respecto del FpV no es poca. Y la ventaja sobre UNA no es suficiente. Jaqueado desde ambos lados, Cambiemos debe desarrollar una clara estrategia para hacer diferencia. Para que el electorado opositor avance hacia la ansiada polarización derivada del voto útil, quizás sería necesario elaborar una estrategia más sustantiva que declamatoria. Pero esto parece ajeno al ideario de campaña del PRO, más orientado a empatizar con el ciudadano que convencerlo con argumentos. Por último, cabe señalar que aunque el desempeño bonaerense superó lo esperado, en el resto del país ocurrió lo contario (salvo en Mendoza)

- Sergio Massa
Fortalezas: Su principal activo es haber integrado una fuerza que, al superar los 20 puntos, confirmó que los vaticinios de polarización eran básicamente una exageración propiciada por los analistas y usufructuada por los adversarios (¡o al revés!). Aunque parta de una desventaja relativa, Sergio Massa ha recuperado el oxígeno necesario como para afrontar el último tramo aspirando a ganador. A su favor cuenta el hecho de haber esbozado un posicionamiento de candidato propositivo, lo que contrasta ostensiblemente con los discursos de sus antagonistas, que parecen privilegiar la forma sobre el contenido.
Debilidades: El tigrense parte de una desventaja electoral que lo obliga a definir una estrategia ofensiva. Para ello está obligado a demostrar no solo su carácter opositor del kirchnerismo, sino que su propuesta del ‘cambio justo’ resulta superadora del ‘cambio marketinero’, que le adscribe a Cambiemos. Sin duda, no resultará fácil convencer a un electorado opositor cuya avidez de destronar el kirchnerismo lo hace proclive a consumir fórmulas más simples y efectistas (como la de la polarización), cuyos adversarios se encargarán de exacerbar.
Una reflexión final: Los análisis individuales que anteceden no excluyen uno más estructural. Ciertamente el escenario electoral que viene puede pensarse en términos de disyunciones. Así, para que la oposición resuelva a su favor la confrontación principal respecto del oficialismo, debe a su vez resolver su propia tensión entre cooperar o competir al interior de su espacio. Al respecto, algunas voces vuelven a insistir en la necesidad de algún género de acuerdo entre Massa y Macri, acaso sin advertir sobre lo extemporáneo de tal posibilidad. Como en las tragedias griegas, los hombres suelen quedar prisioneros de las mismas estructuras que contribuyeron a engendrar. Y eso (Homero & Sófocles dixit) ya ha determinado el destino trágico que inexorablemente ha de advenir. Sea por la intransigencia de ‘Lilita’ Carrió, por una ancestral soberbia de Mauricio Macri o por la inconcebible sujeción de éste a los caprichos del gurú maquiavélico; lo cierto es que el tiempo de la cooperación opositora ya pasó. De modo que, en lo que viene, cada uno (incluyendo a Daniel) parece ‘condenado’ a ser artífice y responsable de su propio juego.
http://www.cronista.com/columnistas/Tres-candidatos-hacia-la-recta-final-20150811-0052.html

domingo, 9 de agosto de 2015

Recontra Re Adaptados y el mito del eterno retorno (a propósito de una semana política difícil)



Recontra Re Adaptados y el mito del eterno retorno (a propósito de una semana política difícil)
Federico González

“Recontra Re Adaptados” es el título de un artículo que escribí el 29 de noviembre de 2014. Por razones de espacio, en ese momento no fue publicado en el medio en que escribía en aquella época. 
“Recontra readaptados” era el título de una desopilante canción que interpretaba el gran Tato Bores en alguno de sus memorables programas. Refería a la infinita capacidad de aguante de los argentinos, que siempre terminan resignándose (re adaptándose) a tantas cosas.
Probablemente la canción de referencia fuera de los primeros 70. Han pasado 45 años y acá estamos, re adaptándonos. Nada es nuevo. Si en lugar de Tato recordamos a Discepolín, sería lo mismo.
En noviembre de 2014 estalló el escándalo de Hotesur, donde se denunciaban irregularidades sobre lavado de dinero en una empresa de la Presidente. La semana que finaliza estuvo teñida por la grave denuncia de Jorge Lanata contra el jefe de gabinete, a quien se involucró en el triple crimen de General Rodríguez vinculado al tráfico de efedrina. Aquel caso aún no se resolvió en la justicia. Probablemente ocurra lo mismo con el presente. Más temprano que tarde colapsarán en ese agujero negro al que se denomina disuelto en la memoria colectiva. Como el caso Nisman. Como tantos otros. Lo que nos conmociona hoy pronto se desvanece. Sin pena ni gloria. Es que estamos “recontra readaptados”, tal como cantaba el genial Tato. 
Abajo transcribo el artículo de noviembre de 2014. Con la función “Reemplazar” del Word podría haber sustituido “Caso Hotesur”, “Cristina Kirchner” y "Ningún carancho judicial va a extorsionar a la Presidenta",  por “Caso efedrina”, “Aníbal Fernández”, y “No le tengo miedo a ningún juez pistolero o mafioso”;  y habría así aggiornado el texto de modo automático. Pero ni siquiera sería necesario: el lector podría hacer lo mismo en su mente.
De todos modos, tal vez ese ejercicio sea uno de los tantos condenados al olvido. Porque los temas graves seguirán ocurriendo mientras seguiremos recontra readaptados. Sumidos en la pasmosa indiferencia de jugar a “acá no pasó nada” (pregúntenle a Daniel Scioli que parece que no tenía nada que decir; como si Aníbal Fernández no fuera un candidato de su espacio sino de algún partido extraterrestre). O con la memoria frágil del “todo pasa”,  sentencia máxima de otro poderoso que pasó a la otra dimensión, mientras los que quedan siguen re adaptándose y/o reciclándose.
A modo de conclusión, digamos que, a veces, los mitos ilustran de modo fulminante aquello que a se presenta más enrevesado  a la  razón  discursiva. Al respecto, busco en la Wikipedia la entrada “Eterno retorno” y me encuentro con esto: “El mundo era vuelto a su origen por medio de la conflagración, donde todo ardía en fuego. Una vez quemado, se reconstruía para que los mismos actos ocurrieran una vez más en él”


I2
Tato sententista y la portada del “Mito del Eterno Retorno”, de Mircea Eliade

Recontra Re Adaptados (noviembre de 2014)
Una diputada realiza una denuncia sobre irregularidades de una empresa, que podrían encubrir lavado de dinero proveniente de obras públicas. La empresa es de la Presidente. Un juez federal decide investigar y ordena un allanamiento. Desde el oficialismo la réplica es inmediata: un funcionario acusa al juez de pistolero, otro asevera que solo se pretende dar un golpe institucional a Cristina, un senador denuncia el juez. Por su parte, en su reaparición pública, Cristina Kirchner sentencia que "ningún carancho judicial va a extorsionar a la Presidenta". Para completar la cascada de denuncias, un abogado acusa de enriquecimiento ilícito a ¡Margarita Stolbizer!, la diputada denunciante.
Detrás de la maraña de denuncias y contradenuncias, la pregunta sigue en pie: ¿Se lavó dinero proveniente de la obra pública a través de una empresa de la Presidente? Quizás la justicia algún día se expedirá. O quizás no. Quizás si el hecho hubiera ocurrido en otra época, el mandatario en cuestión debería haber dicho algo más que una chicana. Pero ocurrió ahora, donde nos hemos adaptado a que nada termine teniendo la gravedad que debería.
El Vicepresidente está procesado desde hace meses por delitos de cohecho y negociaciones incompatibles con su función. Sin duda, se trata de un hecho grave. Pero, como ocurre con tantos otros, ya nos hemos adaptado.
Un ex gobernador fue acusado de haber hecho un uso oscuro de mil millones de dólares que su provincia recibió por regalías mal liquidadas. Nunca se esclareció el destino de esa suma. Pero esa duda hoy ya no parece tan grave. Es que nos hemos adaptado.
En Rosario, en 2008, una madre denuncia a una banda de narcos. En 2013, matan a su hijo. En 2014, la matan a ella. El peligro de la irrupción del narcotráfico se siente como inminencia. Pero el Gobierno no habla del tema. Mientras que la oposición menciona el asunto casi como un "temita" más. Quizás la ciudadanía ya se haya convencido de que el narcotráfico es un flagelo tan grande que nadie pueda hacer demasiado. También a eso nos estamos adaptando.
Podría invocar la fábula de la rana que perece hervida de tanto acostumbrase a un calorcito primero tibio, luego doloroso y finalmente paralizante. O referir al fenómeno de la habituación, esa forma primitiva de aprendizaje que determina que ante un estímulo repetido la respuesta sea cada vez menos intensa.  Pero prefiero rememorar las frases de una ocurrente canción del genial Tato Bores, tal como quedó grabada en mi mente. Decía así:
"Y adaptarnos a estar contentos, aunque tengamos mufa por dentro. Y adaptarnos a cualquier cosa, siempre que no sea muy espantosa. Y adaptarnos sin saber cuándo, ¡comenzaremos a recontra re adaptarnos!"
Solo cambiaría una frase, así: "Y de adaptarnos a cualquier cosa, aun cuando sea muy espantosa". Con el permiso de Tato.