Recontra Re Adaptados y el
mito del eterno retorno (a propósito de una semana política difícil)
Federico González
“Recontra
Re Adaptados” es el título de un artículo que escribí el 29 de noviembre de
2014. Por razones de espacio, en ese momento no fue publicado en el medio en
que escribía en aquella época.
“Recontra
readaptados” era el título de una desopilante canción que interpretaba el gran
Tato Bores en alguno de sus memorables programas. Refería a la infinita
capacidad de aguante de los argentinos, que siempre terminan resignándose (re
adaptándose) a tantas cosas.
Probablemente
la canción de referencia fuera de los primeros 70. Han pasado 45 años y acá
estamos, re adaptándonos. Nada es nuevo. Si en lugar de Tato recordamos a
Discepolín, sería lo mismo.
En
noviembre de 2014 estalló el escándalo de Hotesur, donde se denunciaban
irregularidades sobre lavado de dinero en una empresa de la Presidente. La
semana que finaliza estuvo teñida por la grave denuncia de Jorge Lanata contra
el jefe de gabinete, a quien se involucró en el triple crimen de General
Rodríguez vinculado al tráfico de efedrina. Aquel caso aún no se resolvió en la
justicia. Probablemente ocurra lo mismo con el presente. Más temprano que tarde
colapsarán en ese agujero negro al que se denomina disuelto en la memoria
colectiva. Como el caso Nisman. Como tantos otros. Lo que nos conmociona hoy
pronto se desvanece. Sin pena ni gloria. Es que estamos “recontra readaptados”,
tal como cantaba el genial Tato.
Abajo
transcribo el artículo de noviembre de 2014. Con la función “Reemplazar” del
Word podría haber sustituido “Caso Hotesur”, “Cristina Kirchner” y "Ningún carancho judicial va a extorsionar a
la Presidenta", por “Caso efedrina”, “Aníbal Fernández”, y “No
le tengo miedo a ningún juez pistolero o mafioso”; y habría así aggiornado el texto de modo automático. Pero ni siquiera sería
necesario: el lector podría hacer lo mismo en su mente.
De
todos modos, tal vez ese ejercicio sea uno de los tantos condenados al olvido.
Porque los temas graves seguirán ocurriendo mientras seguiremos recontra
readaptados. Sumidos en la pasmosa indiferencia de jugar a “acá no pasó nada”
(pregúntenle a Daniel Scioli que parece que no tenía nada que decir; como si
Aníbal Fernández no fuera un candidato de su espacio sino de algún partido
extraterrestre). O con la memoria frágil del “todo pasa”, sentencia máxima de otro poderoso que pasó a
la otra dimensión, mientras los que quedan siguen re adaptándose y/o
reciclándose.
A
modo de conclusión, digamos que, a veces, los mitos ilustran de modo fulminante
aquello que a se presenta más enrevesado
a la razón discursiva. Al respecto, busco en la
Wikipedia la entrada “Eterno retorno” y me encuentro con esto: “El mundo era
vuelto a su origen por medio de la conflagración, donde todo ardía en fuego.
Una vez quemado, se reconstruía para que los mismos actos ocurrieran una vez
más en él”
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Recontra Re Adaptados
(noviembre de 2014)
Una diputada realiza una
denuncia sobre irregularidades de una empresa, que podrían encubrir lavado de
dinero proveniente de obras públicas. La empresa es de la Presidente. Un juez
federal decide investigar y ordena un allanamiento. Desde el oficialismo la
réplica es inmediata: un funcionario acusa al juez de pistolero, otro asevera
que solo se pretende dar un golpe institucional a Cristina, un senador
denuncia el juez. Por su parte, en su reaparición pública, Cristina
Kirchner sentencia que "ningún carancho judicial va a extorsionar a la
Presidenta". Para completar la cascada de denuncias, un abogado acusa de
enriquecimiento ilícito a ¡Margarita Stolbizer!, la diputada denunciante.
Detrás de la maraña de
denuncias y contradenuncias, la pregunta sigue en pie: ¿Se lavó dinero
proveniente de la obra pública a través de una empresa de la Presidente? Quizás
la justicia algún día se expedirá. O quizás no. Quizás si el hecho hubiera
ocurrido en otra época, el mandatario en cuestión debería haber dicho algo más
que una chicana. Pero ocurrió ahora, donde nos hemos adaptado a que nada
termine teniendo la gravedad que debería.
El Vicepresidente está
procesado desde hace meses por delitos de cohecho y negociaciones incompatibles
con su función. Sin duda, se trata de un hecho grave. Pero, como ocurre con
tantos otros, ya nos hemos adaptado.
Un ex gobernador fue acusado
de haber hecho un uso oscuro de mil millones de dólares que su provincia
recibió por regalías mal liquidadas. Nunca se esclareció el destino de esa
suma. Pero esa duda hoy ya no parece tan grave. Es que nos hemos adaptado.
En Rosario, en 2008, una madre
denuncia a una banda de narcos. En 2013, matan a su hijo. En 2014, la matan a
ella. El peligro de la irrupción del narcotráfico se siente como inminencia.
Pero el Gobierno no habla del tema. Mientras que la oposición menciona el
asunto casi como un "temita" más. Quizás la ciudadanía ya se haya
convencido de que el narcotráfico es un flagelo tan grande que nadie pueda
hacer demasiado. También a eso nos estamos adaptando.
Podría invocar la fábula de la
rana que perece hervida de tanto acostumbrase a un calorcito primero tibio,
luego doloroso y finalmente paralizante. O referir al fenómeno de la
habituación, esa forma primitiva de aprendizaje que determina que ante un
estímulo repetido la respuesta sea cada vez menos intensa. Pero prefiero rememorar las frases de una
ocurrente canción del genial Tato Bores, tal como quedó grabada en mi mente.
Decía así:
"Y adaptarnos a estar
contentos, aunque tengamos mufa por dentro. Y adaptarnos a cualquier cosa,
siempre que no sea muy espantosa. Y adaptarnos sin saber cuándo, ¡comenzaremos
a recontra re adaptarnos!"
Solo cambiaría una frase, así:
"Y de adaptarnos a cualquier cosa, aun cuando sea muy espantosa". Con
el permiso de Tato.