domingo, 9 de agosto de 2015

Recontra Re Adaptados y el mito del eterno retorno (a propósito de una semana política difícil)



Recontra Re Adaptados y el mito del eterno retorno (a propósito de una semana política difícil)
Federico González

“Recontra Re Adaptados” es el título de un artículo que escribí el 29 de noviembre de 2014. Por razones de espacio, en ese momento no fue publicado en el medio en que escribía en aquella época. 
“Recontra readaptados” era el título de una desopilante canción que interpretaba el gran Tato Bores en alguno de sus memorables programas. Refería a la infinita capacidad de aguante de los argentinos, que siempre terminan resignándose (re adaptándose) a tantas cosas.
Probablemente la canción de referencia fuera de los primeros 70. Han pasado 45 años y acá estamos, re adaptándonos. Nada es nuevo. Si en lugar de Tato recordamos a Discepolín, sería lo mismo.
En noviembre de 2014 estalló el escándalo de Hotesur, donde se denunciaban irregularidades sobre lavado de dinero en una empresa de la Presidente. La semana que finaliza estuvo teñida por la grave denuncia de Jorge Lanata contra el jefe de gabinete, a quien se involucró en el triple crimen de General Rodríguez vinculado al tráfico de efedrina. Aquel caso aún no se resolvió en la justicia. Probablemente ocurra lo mismo con el presente. Más temprano que tarde colapsarán en ese agujero negro al que se denomina disuelto en la memoria colectiva. Como el caso Nisman. Como tantos otros. Lo que nos conmociona hoy pronto se desvanece. Sin pena ni gloria. Es que estamos “recontra readaptados”, tal como cantaba el genial Tato. 
Abajo transcribo el artículo de noviembre de 2014. Con la función “Reemplazar” del Word podría haber sustituido “Caso Hotesur”, “Cristina Kirchner” y "Ningún carancho judicial va a extorsionar a la Presidenta",  por “Caso efedrina”, “Aníbal Fernández”, y “No le tengo miedo a ningún juez pistolero o mafioso”;  y habría así aggiornado el texto de modo automático. Pero ni siquiera sería necesario: el lector podría hacer lo mismo en su mente.
De todos modos, tal vez ese ejercicio sea uno de los tantos condenados al olvido. Porque los temas graves seguirán ocurriendo mientras seguiremos recontra readaptados. Sumidos en la pasmosa indiferencia de jugar a “acá no pasó nada” (pregúntenle a Daniel Scioli que parece que no tenía nada que decir; como si Aníbal Fernández no fuera un candidato de su espacio sino de algún partido extraterrestre). O con la memoria frágil del “todo pasa”,  sentencia máxima de otro poderoso que pasó a la otra dimensión, mientras los que quedan siguen re adaptándose y/o reciclándose.
A modo de conclusión, digamos que, a veces, los mitos ilustran de modo fulminante aquello que a se presenta más enrevesado  a la  razón  discursiva. Al respecto, busco en la Wikipedia la entrada “Eterno retorno” y me encuentro con esto: “El mundo era vuelto a su origen por medio de la conflagración, donde todo ardía en fuego. Una vez quemado, se reconstruía para que los mismos actos ocurrieran una vez más en él”


I2
Tato sententista y la portada del “Mito del Eterno Retorno”, de Mircea Eliade

Recontra Re Adaptados (noviembre de 2014)
Una diputada realiza una denuncia sobre irregularidades de una empresa, que podrían encubrir lavado de dinero proveniente de obras públicas. La empresa es de la Presidente. Un juez federal decide investigar y ordena un allanamiento. Desde el oficialismo la réplica es inmediata: un funcionario acusa al juez de pistolero, otro asevera que solo se pretende dar un golpe institucional a Cristina, un senador denuncia el juez. Por su parte, en su reaparición pública, Cristina Kirchner sentencia que "ningún carancho judicial va a extorsionar a la Presidenta". Para completar la cascada de denuncias, un abogado acusa de enriquecimiento ilícito a ¡Margarita Stolbizer!, la diputada denunciante.
Detrás de la maraña de denuncias y contradenuncias, la pregunta sigue en pie: ¿Se lavó dinero proveniente de la obra pública a través de una empresa de la Presidente? Quizás la justicia algún día se expedirá. O quizás no. Quizás si el hecho hubiera ocurrido en otra época, el mandatario en cuestión debería haber dicho algo más que una chicana. Pero ocurrió ahora, donde nos hemos adaptado a que nada termine teniendo la gravedad que debería.
El Vicepresidente está procesado desde hace meses por delitos de cohecho y negociaciones incompatibles con su función. Sin duda, se trata de un hecho grave. Pero, como ocurre con tantos otros, ya nos hemos adaptado.
Un ex gobernador fue acusado de haber hecho un uso oscuro de mil millones de dólares que su provincia recibió por regalías mal liquidadas. Nunca se esclareció el destino de esa suma. Pero esa duda hoy ya no parece tan grave. Es que nos hemos adaptado.
En Rosario, en 2008, una madre denuncia a una banda de narcos. En 2013, matan a su hijo. En 2014, la matan a ella. El peligro de la irrupción del narcotráfico se siente como inminencia. Pero el Gobierno no habla del tema. Mientras que la oposición menciona el asunto casi como un "temita" más. Quizás la ciudadanía ya se haya convencido de que el narcotráfico es un flagelo tan grande que nadie pueda hacer demasiado. También a eso nos estamos adaptando.
Podría invocar la fábula de la rana que perece hervida de tanto acostumbrase a un calorcito primero tibio, luego doloroso y finalmente paralizante. O referir al fenómeno de la habituación, esa forma primitiva de aprendizaje que determina que ante un estímulo repetido la respuesta sea cada vez menos intensa.  Pero prefiero rememorar las frases de una ocurrente canción del genial Tato Bores, tal como quedó grabada en mi mente. Decía así:
"Y adaptarnos a estar contentos, aunque tengamos mufa por dentro. Y adaptarnos a cualquier cosa, siempre que no sea muy espantosa. Y adaptarnos sin saber cuándo, ¡comenzaremos a recontra re adaptarnos!"
Solo cambiaría una frase, así: "Y de adaptarnos a cualquier cosa, aun cuando sea muy espantosa". Con el permiso de Tato.