El homenaje al gran Tato Bores me trajo
reminiscencias infantiles. Muchas. Pero a veces los diques de la memoria se
conectan con el ahora. Como si existiera un puente mágico que une el pasado con
el presente.
Campi y su emotivo
homenaje a Tato, en ShowMatch
Como suele ocurrir en nuestra querida Argentina, esta
semana asistimos —una vez más— a hechos disruptivos. El AníbalGate ha
conmocionado a la opinión pública. A pocos
días de las PASO, el cimbronazo de la denuncias de Jorge Lanata confirió un
tinte dramático a un proceso electoral donde —últimamente—el mayor escándalo venía
protagonizando por los yerros (reales, amplificados y hasta caprichosamente
inventados por algunos medios) de los encuestadores.
Entonces emergió en mi mente una de las desopilantes
canciones del Tato setentista, que probablemente entonaba acompañado del entrañable
Dr. Ricutti. Todavía me resuena el eco de algunas de sus estrofas: “Y de adaptarnos a un empleo aunque no sea ni lindo ni feo; y
de adaptarnos a estar contentos, aunque nos llene la mufa por dentro; y de
adaptarnos a cualquier cosa, siempre que no sea muy espantosa; ¡y de
adaptarnos sin saber cuándo,
comenzaremos a recontra readaptarnos!
Y así, aquella evocación motivó la tentación de
ensayar las consecuentes variaciones acordes a estos tiempos, pensadas desde
una supuesta “clave de Tato”:
“Y de adaptarnos al Indec “trucho”, aunque la
inflación no dé ni para un pucho; y de adaptarnos a las cadenas, aunque se
violé también la veda; y de adaptarnos a Aimé Boudou, aunque Ciccone se la
entregó a Vanderbrú (y aunque nos tome a todo por bolú) y de adaptarnos a los
De Vido, aunque los pobres se caguen de frío; y de adaptarnos a Don Cristóbal,
mientras la AFIP nos deja casi en bolas”.
Pero no, Tato era único y su talento no admite
imitadores (aunque, me desdigo, Campi
nos emocionó el otro día) y, además, no decía malas palabras. Entonces, ¿qué tal si probamos con Discépolo? Comencemos
por lo seguro:
“Igual que en la vidriera irrespetuosa de los
cambalaches se ha mezclao la vida”. ¿Pero cómo seguiría? Va a continuación
aquello de que una imagen vale más que mil palabras (aunque en este caso
preferimos seis):
Cambalache 2015
¿Hará falta agregar La Biblia y el calefón?
¡Aunque
Ud. no lo crea, todo esto pasó en menos de 7 días! Discepolín, ya lo dijiste y
no te escuchamos. ¡No aprendimos nada! ¿Se imagina a Tato contando todo esto en
su variopinto monólogo? Se me ocurre esta parte: “Tato dice “Hello, Pink House”
y pide hablar con la “Presi”, pero el que lo atiende ¡es el perrito Balcarce!,
quien, entre ladrido y ladrido, le cuenta que anda preocupado porque se peleó
con el perrito Simón de la compañera Cristi, debido a que éste le pintó de
naranja su huesito amarillo. Mientras Balcarce me despide con un ladrido PRO,
me encuentro con el compañero (…)”
Pero
no; no da (además, la pelea a cara de perro de la semana no fue entre Mauricio
y Daniel, sino entre otros perros menos simpáticos, creo). Capitulo entonces: solo
Tato (o quizás su hijo Alejandro Borenztein) podían hacer ese tipo de humor
político que mezcla el ingenio con la profundidad. Buena ocasión para recordar
lo difícil que resulta jugar a ser lo que no se es (solo en la Casa de Gobierno
de la Provincia de Buenos Aires se aprendió a ejercer con elevada exquisitez ese
extraño arte)
Entonces,
¿Qué tal si apelamos a este pasaje de “Abbadón el Exterminador”, de Ernesto
Sábato? (refiere al personaje “Nacho”, quien guarda un archivo de recortes de
noticias donde se contrapone lo más doloroso con lo más frívolo; por razones de
espacio, se transcriben dos ejemplos que ilustran ese contrapunto:
New York , A.F.P. — El soldado Arnold W.
McGill, acusado de genocidio, declaró queno sabe por qué se hace tanta alharaca
con lo de la aldea vietnamita, cuando eseprocedimiento se ha seguido
regularmente, como lo saben perfectamente los generales que han conducido el
Pentágono. Yo no he hecho otra cosa que obedecer
órdenes que venían del capitán Medina, dijo. Y
agregó: por otra parte se trataba de una aldea que nos venía molestando en toda
forma.
“No todo será amargura: pronto habrá
casamiento en ME LLAMAN GORRIÓN, que ha llegado a un punto decisivo, con la
consiguiente ansiedad en los teleespectadores. Rosa Morelli (Beatriz Taibo) que
ha tenido que disfrazarse de muchacho para conseguir trabajo como dependiente
de almacén, y Gabriel Mendoza (Alberto
Martín), el alocado joven con ínfulas de
play-boy, pero que ha descubierto en ella la mujer de su vida, corren un serio
peligro (…)”
OK.
Acepto la posible objeción: Pero dígame Sr. González, ¿No le parece que Ud.
está exagerando un poco? A lo cual respondería con otra pregunta: ¿Pero no fue
“Lilita” quién dijo que “A Scioli lo van a matar para que Zannini sea
Presidente”? ¿Y no fue “Lilita” y otros dirigentes allegados a ella a quiénes
los amenazaron con ribetes mafiosos?
A
modo de síntesis:
La
semana que pasó fue plena de acontecimientos políticos. Ocurrieron hechos
graves, muy graves. Pero eso no bastó para que algunos dirigentes que debían
haberse puesto más serios se privaran de cierta cuota de frivolidad (bajo el
pretexto de que todo sirve para aumentar la visibilidad en la campaña). Con
todo, la frivolidad manifiesta de estos no puede parangonarse con el fondo de
mafiosidad con que otros quedaron salpicados (sean o no culpables o
responsables). Lo diré en otros términos, por las dudas: si las acusaciones
contra Aníbal Fernández refirieran a hechos ciertos, entonces la Argentina ya está
en el abismo; si fueran falsas, se estaría ante una gravedad menor y de otro
signo, pero gravedad al fin. En cualquier caso, lo menos que se espera de un
dirigente es que esté a la altura de las circunstancias.
En cuanto a Tato,
Discépolo y Sábato, siguen más vigentes que nunca ¡Los seguiremos extrañando!
Siempre vivos en
la memoria: Tato Bores, Enrique Santos Discépolo y Ernesto Sábato
Links asociados a este artículo: