domingo, 23 de noviembre de 2014

Lilita: portazo y paradojas

Finalmente “Lilita” Carrió dio el portazo. Su decisión disparó una serie de interrogantes: ¿hizo bien al renunciar a su candidatura dentro de UNEN?, ¿su salida beneficia al oficialismo?, ¿fortalece o debilita a la oposición?, ¿qué candidato resultará más beneficiado o perjudicado?, ¿la oposición debería ir unida?, ¿qué uniones serían las mejores?, etc. Nuestra encuesta publicada en la edición de PERFIL de hoy intenta responder algunas de esas preguntas.
En principio, la salida de Carrió arroja un saldo neutro: un 24% cree que favorece más al oficialismo, contra un 26% que considera que beneficia a la oposición y un 30% que entiende que no hay nadie particularmente beneficiado.
Algo similar se observa en relación al impacto sobre la oposición:  un 32% piensa que ésta se fortalecerá, mientras un 29% cree que se debilitará, y el resto no sabe.
Cuando se indaga sobre los principales perjudicados por la decisión de Carrió, en primer lugar, aparecen los otros candidatos de UNEN, con un 30% de menciones y, en segundo lugar, la propia “Lilita”, con un 18%. En cambio, cuando se indaga por los beneficiarios, sólo un 18% invoca al propio UNEN y apenas un 9% a Carrió. Tomados en conjunto, estos resultados  abonan la idea de que la ruptura de Carrió fue un acto más autodestructivo que constructivo.
En cuanto a otros beneficiarios se mencionan a Mauricio Macri (15%) y a Sergio Massa (13%). Aunque no se desprende de la encuesta, podría conjeturarse que el beneficio para Macri podría derivar tanto de una “luz verde” para acordar con Carrió, como de votantes decepcionados con  UNEN que migrarían hacia el PRO, en tanto alternativa no peronista con chances. De tal modo, la salida de Carrió, paradójicamente, podría favorecer a Macri sin que ni siquiera necesite acordar con la chaqueña. Asimismo, Sergio Massa también podría resultar favorecido, tanto al desactivarse la amenaza de un eventual frente UNEN-PRO, como por la posibilidad de captar a los decepcionados de UNEN que no comulgan con Macri.
Por último, al indagar entre los votantes opositores no se verificó consenso respecto de si preferían una oposición más o menos unida. Lo cual sugiere que la fragmentación de la oferta opositora resulta simétrica a la de su electorado.
Volviendo a “Lilita”, su vida política parece siempre signada por cierto halo de paradoja. En efecto: “Lilita” quiere unir, pero termina dividiendo; pretende ser estratega, pero termina hundida en tácticas caprichosas; dice supuestas  verdades, pero pocos parecen creerlas; es la más opositora del kirchnerismo, pero también quien tiene un estilo fundamentalista más parecido.
Es probable que cuando “Lilita” se retire de la política, muchos añoren su presencia tan controvertida como pasional. Si eso sucediera, aunque involuntaria, acaso sería su última paradoja.
* Director de González Valladares.
http://www.perfil.com/columnistas/Lilita-portazo--y-paradojas-20141123-0024.html


domingo, 16 de noviembre de 2014

La agonía de UNEN y la violación del sentido común

En 2013, UNEN fue la novedad política que pareció demostrar que la coincidencia en un valor trascendente puede superar las diferencias ideológicas. Su promesa era sencilla: unirse para salvar los valores republicanos amenazados por el kirchnerismo.
En abril de 2014, el Frente Amplio UNEN fue recibido como una esperanza por la ciudadanía desencantada con el peronismo. Los primeros sondeos lo ubicaron como una tercera fuerza, superando al PRO.
Luego sobrevino una cadena de desaciertos. La raíz de la discordia radica en la tensión entre pragmáticos, como Elisa Carrió y Ernesto Sanz, y principistas como Hermes Binner y Pino Solanas. Los primeros pretenden una coalición con Mauricio Macri justificada por la lógica de ceder pureza ideológica para salvar la República; los últimos entienden que el logro de esa meta no justifica abjurar de valores indeclinables. Julio Cobos podría representar un caso diferente: quizás considere que los acuerdos con Macri o con Sergio Massa simplemente opacan la identidad del espacio y restan chances.
El fondo dilemático parece comprensible. Pero lo que resulta inadmisible es el modo con que los diferentes actores, especialmente Carrió, han tratado el tema hasta sumir al frente en una crisis absurda de final incierto. Aunque debería decirse que se trató de errores políticos, resulta evidente que la agonía de UNEN obedece mejor a una serie de violaciones del sentido común:
◆ Ventilar públicamente lo que debería discutirse en privado: si en UNEN existe realmente un dilema, ¿no debería debatirse puertas adentro en lugar de enviarse mensajes irónicos en forma mediática?
◆ Hablar sin consensuar: si alguien considera la conveniencia de acordar con Macri, ¿no sería más simple discutir antes de formular declaraciones que obligaron a los disidentes a ingresar en una escalada verbal?
◆ No tener en cuenta a los demás: ¿se habrá puesto en el lugar del otro quien denunció la imbecilidad de algunos dirigentes de UNEN? ¿No es ése un modo de autodegradarse?
◆ Considerar los fines como si fueran caprichos: cuando la estrategia hacia un fin incluye realizar algo discutible pero se insiste en hacerlo desconsiderando las razones contrarias, ¿no se trata más de capricho que de estrategia?
◆ Negar lo evidente: UNEN está sumido en una crisis estructural, pero algunas de sus voces insisten en que apenas se trata de conflictos propios de una fuerza en crecimiento. ¿Lo creen realmente?
◆ Confirmar las dudas hasta el paroxismo: cuando apareció UNEN, las mentes escépticas sostenían que su heterogeneidad ideológica lo tornaría inviable. En lugar de despejar esas dudas, sus referentes parecen empeñados en confirmarlas.
Una reflexión final: cuando se aspira a unir lo distinto en pos de lo trascendente, habría que precisar el alcance de cada término. Eso también es sentido común.
http://www.perfil.com/columnistas/La-agonia-de-UNEN-y-la-violacion-del-sentido-comun-20141116-0042.html

sábado, 8 de noviembre de 2014

Los caballos de Troya del kirchnerismo

Aunque algunos lo den por terminado, el kirchnerismo no cede un ápice. Fiel a su tradición, el Gobierno sigue exhibiendo un patrón común en su accionar político: invocar una causa noble que parece encubrir un fin cuestionable.
Ya ocurrió con una Ley de Medios a la que se presentó como panacea de pluralismo, pero que pareció pergeñada para acallar a los medios opositores. Antes había sucedido con la guerra del campo, un fallido intento de engrosar la caja presentado como cruzada contra la oligarquía terrateniente. Ocurrió luego con la estatización de YPF, disfrazada de símbolo de soberanía, pero que terminó opacada por claudicaciones encubiertas en oscuros contratos con una corporación paradigmática del imperialismo transnacional.
Ahora llega el turno de Argentina Digital, un proyecto al que se intenta presentar como una “Ley de Medios 2” destinada a la universalización de la información digital,  pero que –al dejar sin efecto la prohibición de que las telefónicas participen en la explotación de servicios audiovisuales– parece hecha a la medida de grupos monopólicos afines.
El Gobierno también se apresta a intentar la sanción del nuevo Código Procesal Penal, un proyecto que se presentó como orientado a lograr celeridad en los juicios pero que parece encubrir un intento encaminado al control  de los fiscales y de la Cámara de Casación Penal, a los efectos de asegurarse inmunidad ante eventuales juicios de corrupción futuros. Concretamente, se teme la posibilidad de que un tribunal controlado por el kirchnerismo termine desestimando las apelaciones por juicios de corrupción que pudieran enfrentar sus funcionarios cuando dejen el poder.
El caballo de Troya quizá sea el máximo arquetipo de las historias épicas. También representa una metáfora sobre la astucia y el engaño en la guerra y en la vida.  Es también el ejemplo paradigmático del señuelo que esconde una trampa. Como sucede con los cantos de sirenas, alguien se deja encandilar por una tentación irrenunciable que lo conduce a una desgracia imprevista. Experto en el arte de la impostura, el kirchnerismo supo otrora seducir a más de un opositor incauto para asegurar sus fines. Ahora intenta volver a hacerlo.
A los oficialistas de culto les gusta aseverar que Néstor Kirchner reivindicó a la política como acción transformadora. En cambio, las mentes más escépticas (o las más lúcidas) entendieron que la razón kirchnerista siempre fue una impostura más cercana a la prestidigitación y el ilusionismo que una auténtica ideología inclusiva y liberadora.
Mientras la presidenta Cristina Kirchner está temporalmente ausente por razones de salud, la maquinaria del Gobierno continúa su ritmo febril. Quizás ya no logre convencer a nadie para sancionar las leyes. Pero acaso eso le importe poco mientras tenga la mayoría.
*Consultor político, director de González y Valladares.
http://www.perfil.com/columnistas/Los-caballos-de-Troya--del-kirchnerismo-20141108-0100.html

domingo, 2 de noviembre de 2014

El kirchnerismo y la voluntad de poder

Cuando falta menos de un año para las elecciones presidenciales, el oficialismo exhibe un vigor avasallante que le permite seguir dominando la agenda política.
La reciente andanada de leyes impulsada por el Gobierno lo muestra dispuesto a ejercer el poder hasta el último minuto del mandato de Cristina Kirchner. Esto no sería cuestionable si no fuera por el típico modo en que el kirchnerismo arremete para lograr sus propósitos, sin considerar el diálogo, el debate, el consenso y ni siquiera cierta mínima coherencia con su accionar anterior. Pero lo más cuestionable no son los modos poco prolijos de lograr sus objetivos, sino los fines a los que parecen apuntar.
En efecto, los últimos movimientos del oficialismo refuerzan la tesis de que el gobierno nacional ha decidido arbitrar los medios para asegurar inmunidad ante eventuales juicios por actos de corrupción.
Desde tal conjetura, el proyecto oficialista de reforma del Código Procesal Penal y algunas negociaciones en torno a controlar la Cámara de Casación representarían el brazo jurídico-institucional de una estrategia orientada a aquel fin. Mientras que el proyecto de ley de telecomunicaciones constituiría la rama mediática orientada a debilitar a los medios opositores favoreciendo a los amigos.
Además de la tesis de la inmunidad futura, algunos formulan otra de carácter más radical e inquietante: el kirchnerismo no se apresta a cubrir su retirada sino a tensar las condiciones para que la misma no se produzca.
Los pensadores más austeros, en cambio, se limitan a sostener que el kirchnerismo simplemente da batalla para no perder agenda durante su último año.
Cualquier tratado básico de política distingue entre política agonal y arquitectónica. La primera se enfoca en conseguir el poder; la segunda, en ejercerlo en beneficio de la sociedad. Así, la primera es el medio para la última, que representa un fin. Una de las aberraciones del poder es confundir el medio con el fin. Cualquier tratado sobre republicanismo explica la importancia de la división de poderes.
La tentación del autoritario es colonizar a los otros poderes para consumar el tentador anhelo de la suma del poder público.
Más allá de tesis y conjeturas, lo cierto es que la esencia del kirchnerismo radica en la pasión por el poder. Quien busca el poder busca poseerlo, acrecentarlo, conservarlo y recuperarlo si fuera que lo pierde.
Desde tal perspectiva, discutir sobre si la estrategia del oficialismo apunta a conservar agenda, inmunizarse ante denuncias futuras, quedarse o retornar con gloria, quizás sea sólo un ejercicio intelectual. Porque cuando el fin es el poder en sí mismo, aparece una sola estrategia que se traduce simplemente en dos palabras: todo y siempre.
Cuando se va por todo y se aspira a eternizarse, las estrategias son meros artilugios. El poder kirchnerista es una voluntad de seguir adelante como se pueda y mientras se pueda.
Hasta que el rigor de la democracia le ponga freno.
*Director de González-Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/El-kirchnerismo-y-la-voluntad-de-poder-20141102-0027.html

domingo, 26 de octubre de 2014

El escenario electoral: un año después, un año antes

Hace un año, Sergio Massa se imponía claramente en las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires, constituyéndose en la promesa de un liderazgo político emergente.
Aquel triunfo tuvo un valor real pero también simbólico. Para muchos, significó un freno a las pretensiones hegemónicas de un oficialismo al que se le atribuía la intención de reformar la Constitución para habilitar la re-reelección de la presidenta Cristina Kirchner.
Además, los más férreos críticos del Gobierno se apresuraron a decretar el ocaso de un kirchnerismo al que sólo le restaría administrar el tiempo de la transición.
Desde la vereda opuesta, la lectura de los hechos era muy diferente. Al contabilizar la totalidad de votos a nivel nacional, el oficialismo reivindicaba seguir siendo la principal fuerza política. Además, mientras relativizaba el valor de una elección de medio término, vaticinaba que el efecto Massa era solo un fenómeno coyuntural que se desvanecería en la aridez de la labor parlamentaria, de modo análogo a lo que ya había acontecido con Francisco de Narváez luego de su triunfo de 2009.
Por su parte, un incipiente UNEN se autopromocionaba como un nuevo modo de encarar consensos a partir de coincidencias sobre fines republicanos que minimizarían diferencias menos sustanciales.
Mientras, Mauricio Macri entendía que la aprobación  de su gestión capitalina representaba el espaldarazo necesario para su proyección nacional.
Luego de un año, la realidad se ha mostrado austera con aquellas ilusiones. Aunque algo de lo que se predecía ocurrió, nada terminó de suceder de modo evidente.
Tal como se desprende de nuestra última encuesta, Sergio Massa encabeza la intención de voto con alrededor de 30 puntos, pero aún está lejos de convertirse en el nuevo líder político capaz de entusiasmar a la mayoría. Daniel Scioli, ubicado segundo con 26%, demuestra que tanto el kirchnersimo como él mismo siguen siendo alternativas competitivas para 2015. Por su parte, el sólido crecimiento electoral de Mauricio Macri, quien escaló de un magro 14% a un competitivo 21%, lo mantiene como candidato con chances ciertas de ubicarse en segundo lugar. Por último, el Frente Amplio UNEN, que arrancó con fuerza para después navegar en sus indeterminaciones estructurales, aún tiene alguna posibilidad de encauzar el rumbo, tal como se expresa en el 14% que obtendría Julio Cobos.
Aunque algunos ciudadanos y analistas se sienten inquietos ante cierta monotonía e indefinición del escenario electoral actual, quizás eso pueda también tener un valor positivo para la democracia. Porque, cuando ningún candidato tiene nada asegurado, es el momento más propicio para que se esfuerce en diferenciar su proyecto, sea que lo tenga o que deba elaborarlo para estar a la altura de sus promesas.
Para semejante desafío, el año que resta es más que suficiente.
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/El-escenario-electoral--un-ano-despues-un-ano-antes-20141026-0016.html

domingo, 19 de octubre de 2014

Las mujeres del poder

Algunos opinadores suelen escandalizarse y apresurarse a emitir juicios valorativos algo simplistas frente a la participación de las mujeres de los candidatos: destacan disvalores tales como oportunismo, escepticismo o superficialidad. Conforme a nuestra encuesta, esa postura contrasta con cierta parsimonia de las respuestas de los consultados. El 37,2% valora positivamente que la esposa de un candidato presidencial participe en política, mientras que, para el 48,1%, que una primera dama realice declaraciones o participe en política debe valorarse según cada pareja presidencial.
Además, la encuesta revela que, junto a aspectos claramente negativos como el oportunismo y el temor a que la sociedad político-conyugal pueda representar un trampolín hacia la alternancia indefinida en el poder, las damas presidenciales podrían contribuir con valores positivos como la sensibilidad social o la humanización del arquetipo del político varón y también aportar contenido a la gestión presidencial.
Por cierto, no siempre resulta fácil surfear la tensión entre la visión escéptica y la tonta ingenuidad, pero este contraste entre la mirada severa del opinador cínico y la ecuanimidad expectante de la ciudadanía acaso amerite alguna reflexión. Quizás antes que juzgar en base a figuras arquetípicas o históricas, hay que escuchar qué es lo que una probable dama presidencial tiene para decir. Y después juzgar si eso es importante, trivial u oportunista.
En el ideal, la política debería ser una pasión noble desprovista de las ambiciones y sombras humanas. Pero en realidad es apenas una cosa de hombres. Y también de mujeres, sean o no primeras damas.
*Director de González y Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Las-mujeres-del-poder-20141019-0039.html

sábado, 11 de octubre de 2014

Las razones de Cristina, entre los deseos y la realidad

Los últimos discursos y medidas del gobierno de Cristina Kirchner parecen presagiar que el oficialismo se prepara para una arremetida contra quienes han sido definidos como enemigos.
Así, la nueva –y extemporánea– embestida contra el Grupo Clarín y medios opositores parece amalgamarse a la declarada guerra contra los fondos buitre.
En la historia del kirchnersimo, los enemigos –el campo, los medios, la Justicia Federal, los fondos buitre– fueron sucediéndose en batallas secuenciales, pero hoy parece asistirse al inicio de una guerra en todos los frentes.
¿Qué se propone la Presidenta?, ¿por qué insiste en aplicar la misma escalada beligerante que le granjeó más rechazos que aceptaciones?, ¿acaso está tramando algo?
Conocer las razones del kirchnerismo suele ser un ejercicio desafiante. Aquí se bosquejan algunas posibilidades:
1. Las grandes batallas son la respuesta obligada ante el ataque de males poderosos.
 Si, efectivamente, existieran enemigos confabulados dispuestos a todo para someter a un pueblo, entonces encarar una epopeya libertaria sería un deber legítimo y necesario para un líder. Aunque suene simplista, ésta parece ser la tesis pública de la Presidenta.
2. Cuando un presidente está agotando su mandato, si no quiere perder poder anticipadamente, debe actuar como si la limitación temporal no existiese.
Es lo que suele denominarse la teoría del “pato rengo”, para significar que un poder con fecha de caducidad se torna vulnerable. Conforme a esto, Cristina estaría maximizando una estrategia confrontativa para no perder agenda.
3. Salir con poder sólido para volver con poder recargado.
Bajo esta hipótesis, Cristina aspiraría a retirarse en la plenitud de su poder, a efectos de dejar en la ciudadanía la impronta de que es la única capaz de asegurar la gobernabilidad, para así poder preparar un regreso triunfal en 2019.
4. Es preferible una derrota épica antes que una alternancia sin brillo, donde simplemente se entrega el poder a quien gane las elecciones.
Conforme a esta conjetura, ante la imposibilidad constitucional de un nuevo mandato de Cristina Kirchner, la Presidenta apuntaría a tensionar al máximo los conflictos con sus enemigos, a efectos de que en la ciudadanía sobrevuele la sensación de que intereses poderosos entorpecieron el desarrollo pleno del modelo nacional y popular, lo que maximizaría las chances de un retorno triunfal en 2019.
5. Los grandes líderes de las grandes causas deben intentar crear las condiciones que posibiliten su permanencia.
Según esta hipótesis, sin duda la más inquietante, la estrategia que perseguiría el gobierno nacional al maximizar su beligerancia radica en crear un marco situacional que justifique recurrir a un atajo jurídico tendiente a posibilitar que Cristina Kirchner pueda presentarse como candidata en 2015.
 A veces, los deseos y la realidad suelen engendrar sutiles entramados entre alternativas que no terminan de ser excluyentes.

*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Las-razones-de-Cristina-entre-los-deseos-y-la-realidad-20141011-0082.html

sábado, 27 de septiembre de 2014

Gira de Cristina y crisis argentina

La crónica podría sintetizarse de modo escueto: Cristina Kirchner realizó una gira por el Vaticano y Nueva York cuyos tramos más salientes fueron su entrevista con el papa Francisco y su discurso en las Naciones Unidas, donde denunció a los fondos buitre, a quienes consideró como formas de terrorismo económico y financiero.
Por cierto, en un nivel de mayor detalle habría que decir que Cristina Kirchner también señaló que Argentina es un triple “leading case” en materia de reestructuración de deuda, atentados terroristas y colonialismo.
También debería mencionarse la referencia a las amenazas a su persona por parte del grupo terrorista ISIS, cuyo origen atribuyó a su amistad con el papa Francisco y a su reconocimiento de los estados de Palestina e Israel.
Y así podría continuarse, recorriendo ese tránsito mental que conduce desde lo macro a lo micro, desde lo estructural a lo detallado. Geografía discursiva que incluiría definiciones estratégicas como la crítica a la política de Barack Obama contra el terrorismo o la actitud hostil de Alemania que favorecería a los buitres, junto a hechos anecdóticos como los regalos al papa Francisco o el acompañamiento de La Cámpora en toda la gira presidencial.
Por el tenor de sus declaraciones y su puesta en escena, Cristina Kirchner insiste en mostrarse ante el mundo como una estratega global capaz de elaborar profundos diagnósticos y revelar las claves del mundo que se avecina.
 Ante tanta pretensión, todo lo demás aparece como detalle menor; como mero epifenómeno de una causalidad profunda cuyo conocimiento está reservado a unas pocas mentes privilegiadas.
El discurso y la realidad. Sin embargo, a veces no resulta tan evidente donde terminan las estructuras y donde comienzan los detalles. Como tampoco resulta clara la diferencia entre la inteligencia declamativa y la austera pericia capaz de resolver los problemas domésticos que, aunque parezcan menores, son los que afligen a los ciudadanos.
Así, mientras Cristina Kirchner desplegaba sus dotes de oradora brillante, uno de los líderes de La Cámpora, se despachaba sentenciando que en Argentina a nadie le preocupa el valor del dólar blue, al tiempo que relativizaba con argumentos pueriles el flagelo de la inseguridad.
Y mientras que lo estructural y lo particular se yuxtaponían en Nueva York, en Buenos Aires ese dólar rozaba los 16 pesos, mientras que la inseguridad endémica seguía cobrándose su cuota de víctimas diaria.
Cuando Cristina Kirchner exclamó apasionadamente que “en épocas de buitres económicos y halcones de la guerra necesitamos más palomas de la paz”, su discurso pretendió mostrar a una presidente profunda y magnánima.
Pero cuando esa misma Presidenta y sus adláteres de turno insisten en soslayar el aguijón de la inseguridad y la inflación irrefrenable no puede dejar de pensarse que, a veces, los “detalles” son el modo más simple en que se expresa la patética realidad oculta tras las magníficas estructuras discursivas.
*Director de González y Valladares  Consultores en marketing político.
http://www.perfil.com/columnistas/Gira-de-Cristina--y-crisis-argentina-20140927-0080.html

domingo, 21 de septiembre de 2014

Máximo y la pragmática de las palabras

Finalmente la incógnita fue develada: Máximo Kirchner emergió de un supuesto poder desde las sombras para hablar públicamente. Su tono, gestos e inflexiones de voz recordaron al Néstor de la primera época. El contenido de su discurso, en cambio, a la Cristina de la última. En una de las frases decisivas y polémicas, Máximo sentenció: “si quieren acabar con el kirchnerismo, ¿por qué no dejan y compiten con Cristina, le ganan a Cristina y sanseacabó? Para luego agregar: “No le tengan miedo a las urnas, no le tengan miedo a la sociedad, al pueblo, al ciudadano.”
A partir de ese momento, apareció una legión de exégetas aplicados a descifrar lo que Máximo realmente dijo, no dijo, quiso decir o dio a entender sin haber dicho. Tal cúmulo de variopintas interpretaciones incluyó éstas: Máximo sugirió la intención  de reformar la Constitución para así habilitar la re-re- elección de Cristina; Máximo en realidad apuntó a mostrar un liderazgo aglutinador de la propia tropa; Máximo dio el primer paso hacia el lanzamiento de su propia candidatura propia, etc.
Además de los intérpretes enfocados a determinar significados, dentro del oficialismo se sumaron voces que se apoyaron en aquel discurso para pasar a definiciones políticas más precisas. Así, Carlos Kunkel, se animó lisa y llanamente a elucubrar que el Congreso se disponga a derogar la norma que impide la re-re-elección, argumentando que si aquél no es capaz de derogar leyes, entonces debería disolverse. Aníbal Fernández fue igualmente enfático al completar el significado que atribuyó al “análisis de laboratorio” (sic) de Máximo: “¿Por qué no se puede? Modifiquemos la Constitución conforme al artículo 30, que dice que usted la puede modificar en todo o en parte”. El “Cuervo” Larroque no quedó atrás cuando sostuvo: “Qué legitimidad puede tener un próximo gobierno que no compite con quien concita la mayor adhesión de nuestro pueblo”; para concluir que “lo mejor que le podría pasar a la oposición sería enfrentar a Cristina Kirchner”.
En Cómo hacer cosas con palabras, el filósofo John Austin destaca que las palabras no sólo son entes informativos, sino también instrumentos para la acción.
En tal sentido, un discurso no es una mera colección de palabras descriptivas de algo, sino un conjunto de actos.
De esto puede derivarse entonces una implicación más bien sencilla para el ámbito de la política: en rigor no importa tanto lo que las palabras literalmente puedan decir, sino las acciones que son capaces de determinar. En algún sentido, el pasaje crítico del discurso de Máximo Kirchner fue trivialmente simple: por qué la oposición no compite con Cristina Kirchner y listo. Pero tal aparente sencillez encubre tal fondo de ambigüedad cuyo significado se revela pleno en la salvaje pragmática de sus repetidores.
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Maximo-y-la-pragmatica-de-las-palabras-20140921-0041.html

domingo, 14 de septiembre de 2014

Darwinismo pero al revés

Nuestra última encuesta revela algo similar a lo que venimos constatando en los últimos meses: Sergio Massa sigue primero con 29,3%, seguido por Daniel Scioli con 24,7% y Mauricio Macri con 22,6%. Ciertamente, el escenario electoral parece anclado en un patrón de paridad entre tres candidatos que no terminan de sacarse claras ventajas.
Suele decirse que en la política argentina los tiempos vuelan. Sin embargo, cuando se analiza el contexto electoral, ocurre lo contrario: allí parece que nunca termina de ocurrir demasiado, como si el tiempo insistiera en congelarse.
Cuando, luego de su triunfo en las legislativas de 2013, Sergio Massa irrumpió como la promesa de un nuevo liderazgo político, parecía que se perfilaría como un presidenciable capaz de ganar en primera vuelta. Pero el tiempo fue desdibujando aquel ímpetu primigenio para situarlo en un primer lugar tan cómodo como módico.
Algo análogo parece ocurrir con el ostensible ascenso de Mauricio Macri, evidenciado hace unos meses. Aunque el jefe de Gobierno porteño consiguió colocarse en el podio de quienes tienen chances ciertas, sigue sin poder ubicarse en un claro segundo lugar que le permita avanzar a un ballottage.
El Frente Amplio UNEN ha tenido una evolución congruente con lo que se viene diciendo. Cuando emergió en abril, parecía que se consolidaría una fuerza no peronista con real vocación de poder. Pero pronto las rencillas entre los personalismos, unidas a la dificultad para conciliar lo irreconciliable, sumergieron al frente en una fuerza que no alcanza a definir su identidad ni su rumbo.
Por su parte, Daniel Scioli continúa allí, imperturbable en ese limbo indefinido que parece ser su hábitat natural.
Hace unos días irrumpió un Mauricio Macri exultante luego de un triunfo en Marcos Juárez, que presentó como indicio de los nuevos tiempos en la política. Simultáneamente, una vecina del Bajo Flores denunciaba que su barrio había sido tomado por los narcos. El jefe de Gobierno no emitió opinión al respecto.
Durante la semana, el gobierno de Daniel Scioli lanzó una reforma en el sistema de evaluación de la escuela primaria que suprime los aplazos. Fundamentalmente recibió críticas. Los detractores de Sergio Massa suelen acusarlo de oportunismo. Pero lo cierto es que tuvo la gran oportunidad de encolumnar a la opinión pública detrás de una candidatura que declama el futuro como valor. No sólo no logró tal adhesión, sino que ni siquiera se dispuso aún a lanzar esa candidatura. El darwinismo es el triunfo de los más aptos basado en la irrupción de mejores capacidades. En cambio, el “darwinismo inverso” sería el proceso en el que se van descartando quienes cometen más errores. Quizás eso explique por qué el escenario electoral está estancado.
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Darwinismo-pero-al-reves-20140914-0040.html

domingo, 7 de septiembre de 2014

El reacomodamiento de los caciques

Como la política es una variedad de la acción humana, el tiempo es una de sus dimensiones básicas. Aunque falta mucho para 2015, no es menos cierto que su inminencia tiñe la escena. Los gobernadores, esos actores cuyo conjunto entreteje una de las tantas argamasas del poder, lo saben mejor que nadie. Hace unos días, Daniel Scioli ofició de anfitrión  de un encuentro al que asistieron algunos miembros de la cofradía de los gobernadores peronistas, quienes se reunieron secretamente, no para hablar de federalismo sino de supervivencia.
Los miedos parecieron sobrevolar el fondo del reservado encuentro. Miedo a la inflación, a la recesión, al desempleo. Miedo al fantasma de otro diciembre desbordante donde estallen furias reprimidas. Miedo a Macri. Miedo a Cristina. Miedo a que la intemperancia de Kicillof y de La Cámpora lleven las cosas a un punto de difícil retorno. Miedo a un futuro incierto donde puedan perderlo todo.
Como otras veces, los gobernadores “amigos” hablaron de la “unidad”, esa morada mágica desde donde podrían afrontarse tantos temores ancestrales, residuos de aquella dependencia irresuelta de un unitarismo que, tarde o temprano, siempre vuelve a ahogar la autonomía de las provincias.
Los gobernadores amigos volvieron entonces a hablar de lealtades y conveniencias, de astucias y argucias. Mientras se preguntaban por la forma de un futuro que ya ha comenzado y en el cual se sellará su suerte ¿Cómo capitalizar a favor los vientos del cambio antes de que éstos sentencien naufragios? Los grandes estrategas suelen aplicar su energía a la construcción del poder. Juegan a ser el centro. Tienen vocación de sol. En cambio, los estrategas menores sólo buscan un espacio claro donde poder seguir girando. Tienen vocación de satélites. Acaso esa sea la razón por la que Argentina nunca termina de ser un país federal.
Mientras en la división mayor algunos presidenciales van configurando un juego propio, la liga de los gobernadores mira expectante para saber dónde convendrá jugar. A veces, parecen intentar ser Artigas, “Pancho” Ramírez o el temido Facundo. Pero casi siempre, vuelven a ser actores de reparto. Quizás sea porque para ser reyes indiscutidos, sólo hace falta salvaguardar el propio feudo.
Una de las escenas más enigmáticas sobre la naturaleza del poder humano es la que protagoniza Napoleón Bonaparte cuando, solitario luego de escapar de su destierro en la isla de Elba, se apea para enfrentarse al mando del ejército que debe apresarlo y, en un solo acto, logra imponer su condición de líder.
Cuando el liderazgo se reconoce sin fisuras, todo se ordena. Mientras, los gobernadores semejan peones a la espera de un rey. Eso sí: ¡con la dama, algunos ya no parecen querer saber más nada!
*Director de González Valladares y Asociados.
http://www.perfil.com/columnistas/El-reacomodamiento-de-los-caciques-20140907-0021.html

domingo, 31 de agosto de 2014

La hora de la inteligencia política

Nuestra encuesta sobre la inseguridad corrobora una presunción simple. En efecto, casi la mitad de los encuestados (47,7%) considera que resulta tan importante actuar con firmeza frente al delito como atender las causas sociales que lo originan, esto es: la pobreza, la marginalidad y la droga. En cambio, las estrategias que priorizan sólo uno de ambos factores reciben una adhesión cercana al 25%. Consecuentemente, más de la mitad de los consultados (52,4%) manifiesta que preferiría un candidato con una agenda dual frente a la inseguridad, en detrimento de uno que sólo prometa atacar el delito (14,7%) o de otro que sólo se centre en las causas sociales  (24,1%).
Tal “sabiduría ciudadana” contrasta con estériles e interminables debates entre políticos que proponen un mix de medidas policiales, judiciales y legislativas tendientes a prevenir y reprimir el delito, aunque parecen soslayar la incidencia de los determinantes sociales, en contraposición con quienes aseveran que mientras no se deshaga la injusticia y la exclusión toda política de seguridad resultará inútil. Debates donde suelen invocarse y exacerbarse falsas dicotomías como mano dura o garantismo, corto o largo plazo, castigar o comprender, reprimir o educar, etc. Y, además, donde la retórica efectista y las chicanas prevalecen por sobre las ideas y los argumentos conceptuales. Si cambiamos el contexto y nos centramos en la crisis de los holdouts, se observa algo similar: un oficialismo que insiste en viejas recetas simplistas y efectistas, más parecidas al discurso de barricada que a la negociación inteligente y estratégica y más emparentadas con la política pendenciera que con el logro virtuoso del mejor bien alcanzable.
Si la política es el arte de lo posible, la inteligencia política debería ser la causa formal que guíe su accionar. Porque la complejidad de las situaciones demanda una lógica proyectual antes que un pensamiento reactivo movido por la razón simplificadora.
En “Conflictos: una mejor manera de resolverlos”, un ensayo sobre pensamiento proyectivo, Edward De Bono advertía sobre las ventajas de superar la lógica de la disputa, para avanzar así en el arte de diseñar escenarios que permitan trascender problemas cuya solución parece imposible en el marco de burbujas autoimpuestas.
El pensamiento proyectivo no consiste en juegos intelectuales para formular diagnósticos enrevesados y condenados a naufragar en complejidades incontrastables. Por el contrario, se trata tan sólo del diseño inteligente que posibilite el desarrollo pleno de las potencialidades del país. No es verso; es inteligencia aplicada. La inteligencia política debe ser entonces el arte del pensar para el hacer. Quien lo entienda cabalmente debería ser el próximo presidente.  
*Consultor político, director de González y Valladares.
http://www.perfil.com/columnistas/La-hora-de-la-inteligencia-politica-20140831-0016.html

domingo, 24 de agosto de 2014

Las múltiples entonaciones del nacionalismo


El  vínculo de los argentinos con el nacionalismo suele ser ambivalente y espasmódico. A veces exultante, otras vergonzante. A veces apasionado, otras indiferente. Como ocurre con las religiones, el nacionalismo convoca a un bien, pero también es el motor de no pocas discordias.
En política, como en la vida, el nacionalismo marca la divisoria entre lo propio y lo ajeno. Entre nosotros y los otros. A veces, impulsa a aventuras; legítimas y de las otras: Braden o Perón; Patria o muerte; ¡Vivir en libertad o morir con gloria!; ¡Que traigan al principito!; Patria o buitres.
Como con otras cosas, puede hacerse uso, mal uso y abuso del nacionalismo. En manos de los oficialismos de turno, puede ser un talismán para cometer cualquier desatino. En nombre de la Patria. Como ante el crucifijo del que se vale el exorcista, cualquier opositor tiende a ceder ante la estocada de nacionalismo con que los gobiernos ineptos pretenden contrarrestar sus errores.
La diputada pontifica: “¡Tontos, tontos; no caigan en la trampa!”. Si no fuera tan evidente que está tirando agua para su molino, quizá tendría alguna razón. ¿Cómo ser opositor sin que a uno no lo acusen de cipayo entreguista? El nacionalismo se convierte entonces en un arma retórica para acorralar conciencias frágiles. ¡Había que tener entereza para oponerse a esa plaza exultante convocada por aquel general trasnochado!
La vida suele volver a dar oportunidades. Para un gobierno herido de muerte, el sobrevuelo de buitres puede resultar una ocasión para salir del ostracismo. Recuperar la agenda, dicen.
Para instaurar una épica hacen faltan enemigos y héroes. Si hay una pareja heroica, mucho mejor. Para tales menesteres, Cristina y Kicillof representan un binomio estelar. Ambos son bellos, fuertes, audaces, ambiciosos. Tienen sed de gloria.
No hay recetas magistrales para los males de siempre. Las falsas dicotomías sólo reclaman una inteligencia superadora. La que le faltó al Gobierno para evitar conducirnos a este estadio de bancarrota inminente. El problema es que la inteligencia constructiva es demasiado austera y apunta al largo plazo. Para un gobierno chapucero e inmediatista es más fácil hacer zapping hasta encontrar su agenda mejor. Aunque esté inspirado en la regla final del maquiavelismo moderno: “El príncipe deberá hacer cualquier cosa para conservar el poder. Si todo fracasa, siempre queda el recurso del nacionalismo”.
El nacionalismo debería ser un valor que inspira un rumbo en salvaguarda de los intereses de la Patria. Nunca una estratagema beligerante que se aplica cuando todo parece perdido.
Nacionalismo verdadero o nacionalismo falso. Nacionalismo inteligente o nacionalismo torpe. Ya lo decía algún sabio griego: a veces el bien y la razón son la misma virtud. Lástima que por acá no abundan.
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Las-multiples-entonaciones-del-nacionalismo-20140824-0005.html

domingo, 17 de agosto de 2014

Los dilemas de UNEN

Finalmente, ocurrió lo que se pensaba que podía ocurrir: Lilita y Pino evidenciaron sus diferencias en forma descarnada. Cuando comenzó a rumorearse sobre un acuerdo entre ambos, la primera reacción fue: ¡no va a andar! Los escépticos conjeturaban una fecha de vencimiento para esa alquimia electoral: ¿cuánto tardará Lilita en dar el portazo? Contra los pronósticos, UNEN logró consolidarse e hizo su debut triunfal en las PASO. Tanto éxito inaugural encendió luz verde para avanzar hacia una fuerza nacional. Pero Frente Amplio UNEN nació con un problema similar al PRO: sus números eran buenos pero insuficientes para doblegar al peronismo. Entonces, la tentación de acordar con Macri encendió la semilla de la discordia.
La virtud del UNEN fue juntar las diferencias para enfrentar a trascendentes. Su trampa mortal es que esa vocación de unión podría horadar los mismos principios de origen. El dilema de UNEN es una variante de la tensión entre principios y consecuencias: si los principios son rígidos, no se pueden materializar; si son flexibles, se corre el riesgo de traicionarlos. Resolver el dilema remite a discutir sobre valores. Lilita, cuyo origen es la UCR republicana, razona que el gran enemigo a vencer es el peronismo corrupto y mafioso. Mientras Pino, cuyo origen es un peronismo de base social, entiende que ese enemigo es la derecha corporativa. La definición del mal mayor engendra el mal menor. Acaso Pino y Lilita tengan ambos razón.
Pero la razón no alcanza. El gran problema es que mientras la tensión permanece irresuelta, otras fuerzas ya se aprestan a morder las tajadas de una eventual diáspora. UNEN está jaqueado por sus indeterminaciones, pero también por el tiempo. “Que se rompa, pero que no se doble”. ¡Pero si va a doblarse, al menos que no sea demasiado tarde!
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Los-dilemas-de-UNEN-20140817-0037.html

sábado, 9 de agosto de 2014

Los otros defaults, de puertas adentro

Hace una semana se discutía sobre la semántica de la palabra “default”. La discusión giraba en torno a sus condiciones de aplicabilidad y al significado de expresiones como “default selectivo”. Tales ejercicios conducen a pensar variantes del término “default” tendientes a aportar significados a la comprensión de la actualidad política. Aquí se presentan algunas posibilidades.
El default de la seguridad: una cronología de los hechos de inseguridad ocurridos este año revela una alternancia del tipo de delito sobre un mismo fondo común. Así, saqueos, linchamientos, narcocrímenes y secuestros exprés, representan la geografía de una Argentina violenta donde, más allá de reacciones espasmódicas y grandilocuentes, el Estado continúa en default desde hace tiempo.
El default de la estabilidad: si el default alude a la dificultad de hacer frente a las deudas en tiempo y forma, la inflación no es sino la prueba tangible de una dificultad análoga, pero relativa al gasto público. Aunque quizás haya una sutil diferencia: mientras que el default es algo que se produce en un momento preciso, la inflación lo hace de modo continuo.
El default de la pobreza: más allá de esfuerzos reales y de despliegues retóricos, lo cierto es que la tasa de pobreza continúa aumentando. El paralelismo con la deuda vuelve a resultar palmario: en 2001 deuda y pobreza alcanzaron niveles alarmantes; luego se produjo el momento virtuoso de reversión de ambos indicadores; pero al cabo de años de esfuerzos todo parece encaminarse al momento de origen. No resulta casual que “default” también se utilice para aludir a una situación predeterminada o, más precisamente, a la reversión de cambios tendiente a regresar a una condición inicial que parece determinante.
El vicepresidente en default: Amado Boudou acaba de ser procesado en una nueva causa. Si el default es una suerte de jaque a la credibilidad financiera de un país, el doble procesamiento del vice representa lo mismo para un gobierno que insiste en jugar al distraído.
El default de las expectativas ciudadanas: luego del Mundial las campañas electorales ya están lanzadas. Pero concomitantemente comienza a enquistarse ese recurrente sentimiento de apatía y desánimo tan propio de los argentinos. Candidatos que no terminan de entusiasmar plenamente, propuestas ausentes o que no terminan de decirse, desconfianzas fundadas o infundadas, etc., terminan bosquejando una especie de darwinismo inverso donde en lugar de centrarse en quién es el candidato que más entusiasma, se termina pensando cuál será el más inocuo. Ya no el candidato de los sueños, sino el candidato por default.
El lector juzgará si las anteriores variantes del default son meros ejercicios lingüísticos o auténticas realidades en las que el Estado no debería resultar insolvente.
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Los-otros-defaults-de-puertas-adentro-20140809-0086.html

domingo, 27 de julio de 2014

El mapa electoral actual: un escenario abierto

Nuestra última encuesta afianza algunas tendencias y revela una novedad. En los dos escenarios medidos, Mauricio Macri aparece en un virtual empate con el candidato del FpV. Si el candidato oficialista fuera Scioli, el resultado sería así: Sergio Massa (28,6%), Daniel Scioli (23,9%), Mauricio Macri (23,4%) y Julio Cobos (17,3%). Si fuera Randazzo, ocurriría algo muy similar.
En cuanto al ballottage, Sergio Massa ganaría claramente todos los escenarios. Mientras que los candidatos del FpV serían derrotados por Massa, Macri y Cobos. Mauricio Macri se impondría sobre Julio Cobos.
Además, se indagaron capacidades atribuidas a los candidatos. Sergio Massa es percibido como el más capacitado para combatir la inseguridad, la inflación y la pobreza, siempre seguido por Mauricio Macri. La única excepción fue la de Julio Cobos, valorado como el más capaz de combatir la corrupción. Ante tal cuadro, subsiste una duda: ¿Massa y Macri resultan votables porque se les reconocen capacidades diferenciales omnímodas o, al revés, se les atribuyen cualidades de modo cuasi mágico luego de decidirse a votarlos?
A continuación, se esboza un perfil electoral de de los principales candidatos.
Sergio Massa: Marchar primero es una de sus fortalezas. Todavía conserva la impronta de ganador luego del triunfo de las legislativas, donde se erigió como promesa. Su desafío es lograr estar a la altura de las expectativas que suscitó. Quizá su dilema fundamental radique en demostrar que es realmente una alternativa superadora orientada al futuro, mientras que las sombras de su pasado K siguen generando dudas en quienes aspiran a un cambio.
Daniel Scioli: El gobernador se mantiene en carrera. Su fortaleza, consustancial a su persona, es agrandarse en la adversidad. Su gran desafío es superar su dilema estructural: seguir siendo oficialista de un barco a la deriva y al mismo tiempo ser el candidato transversal que supo entusiasmar.
Mauricio Macri: Su fortaleza es comenzar a lograr aquello para lo que trabaja desde siempre: erigirse como el opositor más claro. Para ese fin, debe superar dos frentes: el de UNEN y el de Massa. En lo primero le estaría yendo bien. En lo segundo, no.
Julio Cobos: Aunque con menores chances que Massa y Macri, todavía tiene potencialidad. Su dilema es que la virtud que se le reconoce (político honesto capaz de enfrentar la corrupción) no oscurezca otras (capacidad de gestionar).
Florencio Randazzo: Una alternativa del FpV tan competitiva como la de Scioli, aunque con un obstáculo similar: demasiado oficialista como para trascender por fuera del espacio K. Una curiosidad: aunque parte de la ciudadanía le atribuye un rol de hacedor eficiente (pasaporte, DNI, trenes), cierto establishment analista mediático no termina de considerarlo como tal. Quizá la idea implícita de que el único candidato oficialista con chances es Scioli funcione como un obstáculo para reconocerle potencial.
*Director de González/Vallarades Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/El-mapa-electoral-actual--un-escenario-abierto-20140727-0006.html

domingo, 20 de julio de 2014

Lo habían Amado tanto

Durante los últimos días, el vicepresidente Amado Boudou volvió a ser noticia: fue el principal orador en el acto de la Independencia, estuvo a cargo del Poder Ejecutivo por ausencia de la presidenta Cristina Kirchner y, como titular del Senado, recibió al presidente chino Xi Jinping. Mientras, los procesos judiciales en su contra siguen su inexorable curso.
Como contrapartida, en el círculo del Gobierno su presencia resulta cada día más incómoda. ¿Qué hacer con Boudou?, parece la pregunta recurrente que no encuentra una respuesta clara. Sucede que ese interrogante simple esconde otros: ¿qué se quiere, qué se puede, qué conviene hacer?, ¿qué desea realmente la Presidenta?, ¿qué se quiere preservar y qué se teme perder?
Lo cierto es que en el interior del Gobierno pareciera haberse instalado una duda que carcome: ¿por qué seguir pagando un costo político que ensombrece el presente y compromete el futuro? Lo cual justifica conjeturar que el dilema de fondo acaso radique entre el deseo presidencial de no cargar con la responsabilidad de un error de origen y las necesidades de quienes aspiran a ser los continuadores del ideario kirchnerista.
Los planes de la historia. Mientras el Gobierno se debate en esa compleja duda hamletiana y los avances de la Justicia jaquean al vice desde diversos frentes, la figura de Amado Boudou sigue afianzándose como símbolo involuntario de los aspectos más sombríos de la política. Como parábola del apogeo y la caída del poder. De su encanto primigenio y su irreversible decepción. Como prueba palmaria de que mientras algunos dedican su vida a construir poder con paciencia y avaricia, otros se encargan de dilapidarlo licenciosa e inescrupulosamente.
Más allá de su suerte judicial y política, quizás la historia ya esté fraguando para Boudou el sitial menos grato: el del político arribista que con seducción y carisma supo conquistar a una presidenta que hizo del capricho uno de sus tantos modos de ejercer el poder.
Amado Boudou: una moderna versión de Avivato, aquel personaje de historieta que encarnaba al típico porteño vividor y oportunista, tan simpático como inescrupuloso, que terminaba esquilmando a sus víctimas ocasionales. En cada acto, su sello: simpatía, mentira, estafa.
Si el poder kirchnerista es un poliedro, Amado Boudou quizás sea el símbolo de su costado más frívolo y narcisista. El de la sustancia del engaño.
Boudou, el vicepresidente cuya desgracia hoy salpica al corazón del Gobierno. Alguna vez fue amado. Ya no.

PD: Esta semana se cumplieron seis años del famoso voto no positivo con que Julio Cobos, el vice de entonces, le proporcionó al Gobierno el doble beneficio de destrabar el conflicto del campo que lo tenía jaqueado y, adicionalmente, le permitió afianzar esa épica que luego se convirtió en “el relato”, donde el rol de Cobos sería el de una especie de Judas. Mientras que aquel vice salvó involuntariamente al Gobierno, el actual no deja de hundirlo. Mal que le pese al Gobierno, lamentablemente hoy no parece que vaya a existir algún Cobos cuyo gesto pueda “mágicamente” salvarlo de Boudou.
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Lo-habian-Amado-tanto-20140720-0045.html

sábado, 12 de julio de 2014

La política después del Mundial

El Mundial va llegando a su fin. Mañana la política abrirá un nuevo capítulo donde los candidatos irán definiendo su juego. Si se lo compara con el Mundial el escenario electoral de hoy tiene algo de semifinal, pero también de eliminatorias. Veamos:
Los resultados de nuestra última encuesta revelan lo siguiente: Sergio Massa-FR se ubica primero con una intención de 28,6%; segundo el FpV, con 28,3%; tercero FAP-UNEN con 21,5% y cuarto Mauricio Macri-PRO, con  20,7%. Pero cuando se analizan candidatos y no partidos o frentes, restan definiciones. Dentro del FpV se asiste a una clara paridad entre Florencio Randazzo (14,3%) y Daniel Scioli (14%). Lo mismo ocurre dentro del FAP-UNEN entre Julio Cobos (11,8%) y Hermes Binner (9,7%). Si se piensan las PASO como una instancia semifinal aún falta definir quiénes competirán con Massa y Macri. Pero allí terminan las similitudes porque las PASO representan un puente hacia un cuadrangular que podría dirimirse en un ballottage.
Cuando el escenario se analiza desde la panorámica del proceso general, la fortaleza de Sergio Massa se amplifica. En efecto, en base a los actuales números, difícilmente el FpV podría sumar en primera vuelta el acumulado de 28,3% de Randazzo + Scioli. La explicación es sencilla: al menos un 15% de quienes votarían por uno u otro, preferirían hacerlo por Massa luego de las PASO. Lo cual determinaría una diferencia de 5 puntos a favor del tigrense (31% vs. 26% aprox.). Adicionalmente, Massa se impondría a Scioli, Randazzo, Macri, Cobos o Binner en un escenario de ballottage, por una diferencia que oscila entre 12 y 25 puntos.
No obstante, resultaría abusivo predecir en base a la foto de hoy. Faltan tiempo y definiciones. Resta saber cómo evolucionarán la economía, el caso Boudou, la deuda con los fondos buitre y qué heridas podrían abrirse en un gobierno que sigue perdiendo su impronta.
Además, resulta incierto avizorar cómo se diferenciarán candidatos que exhiben algunos rasgos comunes. Ninguno es populista o caudillo como pudieron serlo Néstor, Cristina, Menem o Alfonsín. Todos parecen serios, racionales y moderados. Ninguno, hasta ahora, ha conseguido enamorar al electorado.
Quizás esas limitaciones sean un signo de salud para una democracia que no termina de amalgamar plenamente la República con la justicia social. Acaso los ecos de tanta adrenalina política impidan comprender cabalmente la demanda de estos tiempos. Me atrevería a bosquejarla en una breve sentencia: la única “revolución” que se necesita es la de la inteligencia. Quien actúe en consecuencia será el próximo presidente. ¡A pensar entonces!
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/La-politica--despues-del-Mundial-20140712-0122.html

domingo, 29 de junio de 2014

Las luces de los Tribunales

El juez Ariel Lijo procesó a Amado Boudou. Conforme a la encuesta que se publica hoy en PERFIL, Boudou mintió y es culpable del delito que se le imputa. En contraposición, la mayoría tiende a suponer que el caso terminará archivado o que el vicepresidente será absuelto. En síntesis, la opinión pública predice que la balanza de la Justicia volvería a fallar, sea por indefinición o en su veredicto. No sabemos cómo se habrá recibido la noticia. Quizás con alivio. Tal vez con sorpresa. Acaso con escepticismo de que el procesamiento no sea más que una falsa alarma.
Establecemos con la Justicia un vínculo intelectual y emocional. Si Platón tuviera razón, anida en nosotros una reminiscencia de una justicia ideal. Deseamos que la justicia humana sea una aproximación razonable de aquella perfección. Pero sospechamos que, por aquí, eso es precisamente lo que no ocurre. Nos resignamos a que tarde en llegar o que, agotada en su propia inercia, la justicia no llegue nunca. Advertimos con impotencia que sea una mercancía que se compre o venda de modo obsceno, con la anuencia de serviles de turno que envilecen el valor de la magistratura. Como en esas historias siniestras de brujos, donde súbitamente se descubre que todo referente del bien no es más que un demonio disfrazado, finalmente nos paraliza una certeza paranoica pero casi real: no hay justicia. O, en el mejor de los casos, nos percatamos de que se pone morosa, enroscada, densa, transformándose así en un sofisticado picnic de argumentos, contraargumentos e indeterminaciones.
Hasta que de pronto irrumpe la sentencia justa que semeja lo milagroso. Se siente entonces que la resolución de un juez no es sólo la manifestación de un valor jurídico, sino la cabal expresión de un hombre valiente. Suena a revelación, a iluminación súbita, a la emergencia de lo obvio. Como en una blitzkrieg mental, volvemos a conectar a la justicia real con aquella idílica que yacía dormida en un rincón del universo platónico. Podría decirse que la resolución de Lijo es como una luz en el horizonte, una bocanada de aire fresco, una catarsis purificadora. Ojalá sea el preanuncio de un punto de inflexión hacia algo mejor.
Al menos es una breve tregua antes de que el próximo escepticismo comience a roernos la mente. Ya pueden escucharse sus primeros ecos: “Al final no va a pasar nada”; “Boudou es sólo un chivo expiatorio; a los de arriba no van a llegar”; “¿te creés que el Gobierno va a entregarlo así nomás?”.
Quizás lo sabio radique en acallar por un rato esos devaneos de desesperanza y ensayar la paciencia. Porque, cuando la luz se enciende, ya no nos contentamos con la justicia simbólica y ejemplificadora. Ahora los ciudadanos desean que sea la propia Justicia la que “vaya por todo”. Y esta vez esa sentencia suena diferente.
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Las-luces-de-los-Tribunales-20140629-0026.html

domingo, 22 de junio de 2014

Gritar para pagar: bravuconadas de corto alcance

Finalmente, después de las encendidas declaraciones previas que sugerían lo contrario, la presidenta Cristina Kirchner afirmó que el país está dispuesto a negociar con los fondos buitre para pagar su deuda. Esta decisión resulta compatible con la idea de que “más que deudores recalcitrantes, somos pagadores seriales”, formulada por la misma Cristina. Lo curioso es que aquella frase pronunciada con tono irónico puede resultar trivialmente real, transformándose entonces en una especie de contraironía autorreferencial. ¿Cómo explicar estos ostensibles vaivenes que oscilan entre el discurso flamígero y su posterior claudicación? Si a la larga se termina pagando: ¿para qué se cacarea antes? Cuando su mandato ingresa en el tramo final, muchos hemos renunciado a entender las razones de la Presidenta. Acaso esto sea un error fundado en confundir las razones con la coherencia. Quizás a Cristina le falte lo último, pero le sobra lo primero. Esta es una austera muestra de las razones cristinistas.
1. Antes que nada, Cristina siempre quiere tener razón: en la diplomacia como en la negociación, primero están los intereses. Las razones argumentales son instrumentos secundarios para lograr aquel fin. Ciertamente, las convicciones y los valores son importantes en la medida en que motorizan los intereses; pero su valor retórico en sí mismo resulta poco relevante. En el universo cristinista, en cambio, la forma prevalece sobre el contenido. Un estratega eficiente razonaría así: primero debe conseguirse el mejor resultado posible; todo lo que sirva para lograrlo deberá utilizarse; lo demás es retórica suplementaria. Cristina, en cambio, parece razonar de este modo: primero hay que mostrar convicción y firmeza; después firmeza y convicción; si con eso no alcanza, habrá que hacer lo que convenga; pero cuando esto suceda, deberá mostrarse que se hizo con la convicción y el coraje que otros no tuvieron, aunque Cristina sí.
2. Los demás pagan por entreguismo o por debilidad. Cristina lo hace por responsabilidad: cuando la retórica se agota y llega el momento de acordar y desembolsar, Cristina marca la diferencia. Para la razón cristinista, mientras los anteriores gobiernos consumaban la entrega y el servilismo en el acto de pagar, cuando es la propia Presidenta quien lo decide, al igual que cuando lo hizo Néstor, se trata de un acto de profunda responsabilidad patriótica que permitirá liberar al país de la oprobiosa carga del endeudamiento cíclico; mientras se le dice al mundo que Argentina está de pie.                   
3. Resolver problemas es importante; resolverlos heroicamente es fundamental: según la lógica cristinista solucionar problemas es apenas la materia prima de un acto heroico. Porque en el ADN kirchnerista lo heroico es la quintaesencia de lo político. En el imaginario de la Presidenta quizás valga más una negociación mediocre, pero con gloria, que otra de mayor efectividad, pero teñida del gris del anonimato. Acaso eso explique por qué “El país en serio” que prometió Néstor terminó en el grito reivindicatorio del “Vamos por todo” que selló el tiempo de Cristina.
Tal vez la razón cristinista, en definitiva, tenga su propia lógica de eficiencia. Porque aunque “perro que ladra no muerde”, a lo mejor le basta para hacerse respetar.
*Director de González-Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Gritar-para-pagar-bravuconadas-de-corto-alcance-20140622-0039.html