domingo, 27 de abril de 2014

El factor UNEN y la inteligencia electoral

El martes pasado el Frente Amplio UNEN se presentó en sociedad. Los resultados de la primera encuesta posterior a ese acto revelan que la presentación nacional del frente resulta auspiciosa para sus pretensiones de constituirse como real alternativa de poder.
Si la inteligencia electoral refiere al diseño inteligente de una estrategia política tendiente a maximizar chances electorales, UNEN estaría dando muestras de poseerla. Analicemos por qué:
UNEN fue el primer espacio político que comprendió que las PASO eran una oportunidad para sumar. En efecto, si la Ley de Lemas y las listas colectoras lo posibilitaban, ¿por qué no intentarlo con las PASO?
Si el fracaso de la oposición en 2011 se debió al alto nivel de fragmentación, quizás más fundado en cuestiones de egos que en afinidades ideológicas, ¿por qué no aprender de ese error para superarlo?
Si durante el 8N y otras marchas de 2012 la gente reclamaba a gritos que la oposición se uniera, ¿por qué no trabajar sobre el espacio de afinidades que justificara hacerlo?
Como suele ocurrir, retrospectivamente todo eso parece obvio. El mérito de UNEN fue su disposición y firmeza para avanzar realizando aquellas posibilidades.
Si hoy UNEN se suma como fuerza competitiva se entiende que represente una amenaza para las ya establecidas.
En principio, Daniel Scioli podría ser el más afectado, dado que UNEN ya le pisa los talones en intención de voto y, por ende, amenaza dejarlo afuera de un eventual ballotage. El gobernador sufre así un nuevo jaque que suma al de Sergio Massa y al de un oficialismo que nunca termina de aceptarlo plenamente.
Para Sergio Massa la irrupción de UNEN tampoco parece inofensiva. En primer lugar, el frente irrumpe como una auténtica alternativa no peronista. Al respecto, es probable que en las legislativas de 2013 el tigrense haya acaparado un voto útil no peronista que lo abrazó en ausencia de una opción con chances reales. Si UNEN se consolidara en ese posicionamiento, aquellos votos podrían entonces volver a su genuino origen.
Por último, aunque los escarceos de una posible alianza UNEN-PRO disimulen el hecho, lo cierto es que la exitosa irrupción del frente con vuelo propio, también representa una amenaza para Mauricio Macri. En primer lugar, UNEN ya lo ha desplazado del cómodo tercer lugar que detentaba hasta ahora. Pero además, a futuro podría determinar que parte del electorado macrista no peronista terminara migrando a un espacio que lo represente mejor. Entonces UNEN ya no debería afrontar el dilema de una alianza ideológicamente impura con el jefe de Gobierno, en la medida en que la demanda electoral ciudadana ya la habría tornado innecesaria.
Aunque queda un largo camino para transitar, el debut en sociedad de UNEN resulta auspicioso y, de alguna manera, enriquece el debate en torno a la sucesión presidencial. Por supuesto, para consolidar un rol competitivo deberá, por un lado, afrontar sus propios problemas internos y, por otro, convencer a una sociedad incrédula de que existe vida más allá del peronismo. Lo cual no es poco.
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/El-factor-UNEN-y-la-inteligencia-electoral-20140427-0050.html

sábado, 19 de abril de 2014

PRO-UNEN: ¿una alquimia política posible?

¿Qué pasaría si se unieran Mauricio Macri y UNEN? Tal posibilidad suscita una serie de interrogantes: ¿se trataría de una jugada política madura e inteligente o de un nuevo engendro electoralista condenado al fracaso? ¿Sería una excelsa alquimia electoral o apenas un burdo manotazo de ahogado por parte de quienes avizoran que tienen pocas posibilidades? En un nivel más pragmático, esas preguntas remiten a otra más simple: ¿a través de esa alianza existiría una chance electoral cierta para dos espacios políticos que hoy estarían en desventaja frente a Sergio Massa y Daniel Scioli? Lo cual supone analizar si la ecuación entre sumas y restas tiene signo positivo y magnitud suficiente. En consecuencia, se bosquejan aspectos a favor y en contra de esa unión.
A favor. En principio, la idea de una alianza UNEN-PRO podría ser útil para captar a aquella porción del electorado hastiada del kirchnerismo pero también del peronismo. Desde tal perspectiva, la incipiente coalición podría aspirar a posicionarse como una alternativa ética-republicana que reivindique el valor de la institucionalidad, en contraposición al modelo de connivencia con la corrupción que cierto imaginario ciudadano atribuye al peronismo. Adicionalmente, al unirse, tanto UNEN como el PRO evitarían tener que entablar una guerra táctica entre sí tendiente a demostrar quién es realmente la verdadera opción republicana. Por último, el aspecto virtuoso de la unión podría estar dado por la impronta con que contribuiría cada socio. Así, Macri aportaría el modernismo hacedor, Binner, el progresismo eficiente, Cobos, la mesura institucionalista y el consenso dialoguista, Carrió y Solanas la intransigencia ante la corrupción, etc.
En contra. Evidentemente, el talón de Aquiles de UNEN-PRO es su mezcla ideológica. Aunque la oposición al kirchnerismo, la ética republicana y la lucha contra la corrupción constituyan valores suficientes para propiciar una coalición, el problema es si las diferencias internas de sus integrantes no resultan más graves que lo que los distinguiría del bando contrario. Tal fragilidad de origen podría determinar reparos en la ciudadanía. Por un lado, en un plano ético podría ocurrir que, en lugar de interpretarse que la coalición se funda en una necesidad ética-republicana, se leyera como simple oportunismo inescrupuloso y, por ende, eso determinara un efecto contrario. Por otro lado, en un nivel pragmático podría percibirse que una coalición con tantos “caciques” como ideologías contrapuestos nace condenada a no poder encontrar consensos mínimos para gobernar. En consecuencia, sería posible que la misma ciudadanía que reniega del peronismo termine finalmente votándolo porque del otro lado emerge ese angustiante horror denominado “fantasma de la no gobernabilidad”.
Fortalezas, riesgos y paradojas. La alianza UNEN-PRO nacería de una necesidad y engendra una virtual paradoja: unirse para mejorar una posición a riesgo de empeorarla.
En síntesis, puede concluirse que tal unión representa un jugada audaz y riesgosa. Tal vez el mismo UNEN –sea por principios o por cálculo– no se determine a consumarla. Pero si lo hace, deberá aplicar una inteligencia superlativa para convencer a una sociedad hastiada e incrédula de que esta vez tiene sentido creer.
*Director de González y Valladares Consultores de Marketing Político.
http://www.perfil.com/columnistas/PRO-UNEN-una-alquimia-politica-posible-20140419-0002.html

domingo, 6 de abril de 2014

Reflexiones en torno a la violencia

Todo comenzó con la trágica muerte de un joven rosarino a raíz de una brutal paliza propinada por un grupo que lo acusaba de un hurto. Luego, a modo de efecto contagio, sucedieron otros hechos que, aunque con desenlaces disímiles, presentaron un denominador común: el intento de aplicar justicia por mano propia. La profusa cobertura mediática de esos hechos (incluyendo declaraciones políticas diversas) generó un sinfín de acalorados debates. Se mezclaron argumentos, ideologías, simplificaciones, chicanas y pasiones diversas. Esto propicia algunas breves reflexiones.
Describir, valorar y comprender. A nadie escapa que el modo de nombrar un fenómeno revela cómo se lo piensa. En tal sentido, “linchamiento” apunta a describir un acto consistente en ejecutar a alguien a quien se acusa de un delito, realizado por un grupo y sin que medie proceso legal. En cambio, “ajusticiamiento” o “justicia por mano propia” connotan una valoración justificativa del acto. Por otra parte, la calificación jurídica o moral de un hecho no invalidan ni su comprensión existencial ni la invocación de sus posibles causas sociales o políticas. Por ende, la referencia a lo último no necesariamente implica desconocer lo primero.
Así, cuando el juez Eugenio Zaffaroni sostiene que el linchamiento “no es legítima defensa, sino homicidio doblemente calificado por alevosía y ensañamiento”, tiene plena razón en cuanto al orden ético-jurídico. Del mismo modo en que la diputada Alcira Argumedo también tiene razón cuando señala que los linchamientos son consecuencias de la impunidad de que gozan las cúpulas del poder. Y el diputado Sergio Massa, luego de condenar los linchamientos, también tiene razones para señalar que eso ocurre porque hay un Estado ausente en materia de seguridad.

Dilemas circulares. Otra consecuencia del debate refiere al modo en que se establece quiénes son víctimas y quiénes victimarios. Así, descriptivamente, los linchamientos parecen determinar un enroque entre unos y otros. Un axioma de la comunicación que el psicólogo Paul Watzlawick, su creador, denominó “puntuación de la secuencia de hechos”. Básicamente, se sostiene que las conductas se suceden en una secuencia ininterrumpida de causalidades que, al momento de ser explicadas por quienes están involucrados, se secuencian de modo diferente conforme a intereses o preconceptos. Watzlawick entiende que la falta de acuerdo respecto del modo de puntuar esas secuencias es la causa de incontrolables conflictos en las relaciones humanas. Nótese que en el caso analizado existen dos explicaciones antagónicas asociadas a sendas puntuaciones de los hechos. Por un lado, la “tesis garantista” insistirá en que la delincuencia no es sino la resultante de la inequidad social de la que, como en el caso de los linchamientos, los excluidos terminarán siendo víctimas. Por otra parte, la “tesis justiciera” insistirá en que los linchamientos no son sino la consecuencia obligada ante una violencia delincuencial imparable e impune. Lo intensamente dramático es que, en parte, ambos tengan razón
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Reflexiones-en-torno-a-la-violencia-20140406-0019.html

domingo, 23 de marzo de 2014

Ecos de una encuesta: evidencias y conjeturas

Hace 15 días, un sondeo publicado por PERFIL sacudió el ámbito político. Nuevas reflexiones sobre sus resultados.

Las encuestas de opinión son conjeturas razonables basadas en evidencias. Su función es agregar objetividad al conocimiento sobre lo que piensa y siente la gente. Las encuestas se traducen en cifras que pretenden expresar las voces ciudadanas. Pero aunque existen métodos para realizar encuestas no existen reglas precisas para interpretar sus resultados. Sólo es una cuestión de parsimonia y sentido común. Y de no confundir los razonables límites entre descripción, interpretación y especulación conjetural.

Dos domingos atrás, PERFIL publicó nuestro sondeo de intención de voto presidencial donde se relevaron cuatro escenarios electorales. Las grillas incluyeron a un candidato oficialista (Daniel Scioli, Florencio Randazzo, Jorge Capitanich o Sergio Urribarri) que competía con Sergio Massa, Mauricio Macri, Hermes Binner, Julio Cobos y Jorge Altamira. En cada escenario se variaba el candidato oficialista.
En cuanto a los resultados, el orden fue invariablemente el mismo: primero, Sergio Massa; segundo, el candidato oficialista; tercero, Mauricio Macri; cuarto, Julio Cobos; quinto, Hermes Binner y sexto, Jorge Altamira.
El nivel de desempeño de los candidatos oficialistas resultó más o menos parejo; se observaron diferencias comprendidas entre 8 y 14 puntos respecto de Sergio Massa: Daniel Scioli obtuvo 21,3% (vs. 29,3% de Massa); Florencio Randazzo, 21,3% (vs. 29,9% de Massa); Jorge Capitanich 19,3% (vs. 31,3%) y Sergio Urribarri, 17,3% (vs. 31,4%).Se indagó también la afinidad con el kirchnerismo, lo que permitió identificar tres segmentos ciudadanos: kirchneristas (20,7%), antikirchneristas (34,8%) e independientes (41,9%). Al cruzar la intención de voto contra esta variable se observó que, en todos los escenarios, el voto oficialista quedaba circunscripto al segmento que se define como kirchnerista. Tal circunstancia podría quizás explicar por qué la performance de los candidatos oficialistas resultaba pareja: para quien se define cómo kirchnerista cada uno de los cuatro políticos indagados resulta casi igualmente votable. Luego de publicado el trabajo recibimos una insólita cantidad de consultas. Llamó la atención la recurrencia de una misma pregunta acompañada por ostensible sorpresa y, a veces, por un trasfondo de cuestionamiento escéptico: “¿Los resultados significan entonces que en una primaria oficialista Daniel Scioli y Florencio Randazzo estarían empatados?”. La respuesta es contundentemente negativa y la explicación sencilla: lo que se evaluó fueron los desempeños relativos de cuatro candidatos, cada uno en un escenario particular; los resultados indican que si el candidato fuera Daniel Scioli, el caudal de votos oficialista sería muy similar al que obtendría Florencio Randazzo; pero especular sobre lo que sucedería en una primaria queda fuera del alcance del estudio, dado que –simplemente– tal escenario no fue evaluado. Más allá de lo anecdótico, cabe una reflexión. Las conclusiones de cualquier encuesta pueden definirse como una transacción entre la austeridad de los números y un factor interpretativo de carácter variable. Así, reportar un porcentaje es una mera descripción; calificarlo como mayoritario supone una valoración, mientras que bosquejar una explicación que trascienda los datos implica adentrase en un espacio conjetural. Pero concluir lo que los datos no dicen pensando que sí lo hacen es –sencillamente– un error del que conviene prevenirse.
http://www.perfil.com/columnistas/Ecos-de-una-encuesta--evidencias-y-conjeturas-20140323-0021.html

domingo, 9 de marzo de 2014

Los agentes mentales y los dilemas sobre la inseguridad

Los agentes mentales y los dilemas sobre la inseguridad

La reforma del Código Penal y las visiones sobre la justicia.

“Comprenderlo todo es perdonarlo todo”. Esa memorable frase invita a pensar que, si pudiéramos acceder a los determinantes de los actos humanos, quizás los percibiríamos como hechos despojados de su dimensión ética. Por cierto, esto conduce a arduos debates filosóficos como la libertad, la responsabilidad y los relativismos subjetivos.
Uno de los núcleos del reciente debate en torno al proyecto de modificación del Código Penalparece vinculado a lo anterior. La crítica opositora más decidida,  expresada por Sergio Massa, se centró en rechazar un proyecto (cuyo ideólogo sería Eugenio Zaffaroni) al que se le atribuye la pretensión de relativizar el sistema de premios y castigos indispensable para convivir en sociedad.
Es probable que la postura de Massa coincida con el pensamiento mayoritario de una ciudadanía cuya principal preocupación es la inseguridad. Bajo una lógica elemental, esa ciudadanía espera que quienes delinquen tengan penas proporcionales al daño infligido a sus víctimas y, además, que el Estado garantice el cumplimiento de la Ley. Abarca también la atribución de un carácter dual sobre las penas que incluye una creencia consecuencialista (“Si las penas son leves, los delitos aumentan”) y un valor final (“Quien hizo mal debe pagarlo”).
Cuando se cambia el contexto discursivo, algunos de esos ciudadanos pueden aceptar la idea de que la pobreza y la exclusión resultan determinantes de actos delictivos. El ejercicio empático de ponerse dentro de la piel del otro puede propiciar una comprensión solidaria sobre los mismos victimarios a los que antes se pedía castigar. Las personas pueden pensarse como sujetos con ideas, deseos y actos coherentes; o como sujetos plurales, donde coexisten diferentes cosmovisiones.
Cuando se piensa sobre la inseguridad, existen dos agentes mentales antagónicos. Así, para un agente punitivo, “justicia” significa básicamente castigar. En cambio, desde la perspectiva de un agente mental solidario, se aspira más a comprender que a juzgar y condenar. La singularidad del caso es que el primer agente parece más consubstancial con nuestras creencias y valores.
Mientras que el último, aunque concebible en el plano teórico, choca contra la firme convicción del primero. La idea de “comprenderlo todo para perdonarlo todo” puede encerrar significados disímiles: vocación solidaria, utopía altruista o relativismo insensato. En cambio, edificar un Código Penal enfatizando esa idea resulta tan disonante a la mentalidad ciudadana como inadecuado para la sociedad.
(*) Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/---------Los-agentes-mentales-y-los-dilemas-sobre-la-inseguridad-20140309-0025.html

sábado, 1 de marzo de 2014

La inflación real y la inflación mental

La fiebre del dólar desatada en enero parece controlada en febrero. Pero aunque los mercados hoy se muestren calmos, subsiste un interrogante sobre la inflación: ¿será el Gobierno capaz de controlarla?
Recientemente, el economista Martín Tetaz publicó Psychonomics, libro cuya tesis sostiene que la economía está en la mente de las personas. La tesis es formulada en el marco de la economía conductual, disciplina que enfatiza la dimensión psicológica para explicar el comportamiento económico.
Para comprender su sentido resulta útil advertir una dualidad presente en los términos y categorías económicas. En efecto, junto a palabras como demanda, emisión e inflación, referidas a sucesos objetivos, aparecen otras como confianza, miedo e incertidumbre, que señalan aspectos mentales y emocionales de quienes toman decisiones económicas.
Conforme a lo anterior, la inflación resultaría un fenómeno que arranca con la percepción de ciertos sucesos económicos, pero que continúa instalándose en la mente de quienes toman decisiones cotidianas. La inflación mental supone un circuito autosostenido y paradojal –similar a la profecía autocumplida– donde la intención de protegerse de un mal termina agravándolo. Así, la inflación mental encarna la lógica de la adicción, en la cual resulta necesario aumentar la dosis de algo para lograr el mismo resultado esperado.
Volviendo al libro de Tetaz, allí el autor argumenta que los gobiernos pueden aprovechar la psicología en el diseño de políticas públicas.
En consonancia, preguntarse sobre la capacidad del Gobierno para controlar la inflación supone interrogarse sobre su comprensión de las leyes psicológicas que determinan las acciones ciudadanas y sobre su inteligencia para encauzarlas favorablemente.
Su actitud histórica al respecto deja mal parado al Gobierno. Su recurrente negación, minimización y relativización del fenómeno ha contribuido a desencadenar los mecanismos de la inflación mental. Aunque el reciente sinceramiento y aceptación parecen indicar que el Gobierno transitaría por el rumbo adecuado, la elusiva referencia al tema en el extenso de discurso de la Presidente efectuado ayer no resulta auspiciosa.
El desafío del Gobierno en materia de inflación radica en demostrar a la ciudadanía que es capaz de aplicar la inteligencia necesaria para revertir el fenómeno. Si los índices de precios se estabilizan, la voraz mente inflacionaria quedará inactiva. En cambio, si se vuelve a fracasar, sobrevendrán tiempos sombríos para la economía.
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/La-inflacion-real-y-la--inflacion-mental-20140301-0110.html

domingo, 23 de febrero de 2014

Ser presidenciable: realidades y posibilidades del gobernador

Suele decirse que los políticos están siempre en campaña.  Como en otros órdenes humanos, un político puede vivir de modo dual: anclado al presente y proyectado al futuro. Aspirar a ser presidente es un deseo legítimo que anima la pasión de quien dedica su vida a la política. Daniel Scioli forma parte del reducido grupo que aspira a suceder a CFK. Aunque no lo exprese de modo taxativo, aunque juegue a la ambigüedad o al disimulo; resulta evidente que trabaja en pos del sueño presidencial. En su reciente gira en Nueva York, el gobernador volvió a mostrarse como potencial presidente. ¿Podrá Daniel Scioli llegar a ser presidente en 2015?, ¿cuáles son sus reales chances?, ¿qué aspectos juegan a su favor y cuáles en contra?
Fortalezas. Para el electorado que más lo valora, Daniel Scioli es un político serio, previsible, trabajador y hacedor. Su figura pública resulta indisoluble de su imagen personal, percibida como la de un luchador autodeterminado que supo sobreponerse a la adversidad y alcanzar posiciones exitosas. La acentuación de ese ideal positivo lo diferencia del ADN K. En efecto, a Scioli se lo percibe más concentrado en el hacer que en competir contra enemigos reales o imaginarios. A diferencia de Néstor y Cristina, que apelaron a la construcción de un relato épico basado en la acción política, Scioli no necesita construir algo análogo, en la medida en que tal relato es su biografía misma. Quizás eso explique su recurrencia a encarar la política desde su cosmovisión valorativa personal.
Debilidades. Para el electorado que no lo valora, Scioli es una especie de predicador módico que ha tenido la inteligencia de transformar debilidades en fortalezas. Su enigmático éxito político se basaría en la habilidad para disimular su carencia de ideas a través de latiguillos insustanciales repetidos hasta el hartazgo. Scioli carecería entonces de un auténtico proyecto de país, al que sustituye por un discurso voluntarista vacío de contenido. No obstante, la reserva mayor radica en su recurrente ambivalencia y/o sumisión ante el kirchnerismo. Así, parte importante del electorado opositor que supo ver en Scioli una alternativa no le perdona su obediencia ciega a un poder que nunca ha terminado de aceptarlo. Lo que para los simpatizantes del gobernador es una actitud de estoicismo constructivo, para sus detractores es apenas autoflagelación cercana a la indignidad.
Síntesis. Daniel Scioli representa un candidato más emocional que conceptual. En 2011, si hubiera sido candidato, probablemente habría sido presidente. Pero no era su momento para presentarse. En 2015, quizás sí llegue ese momento. Pero sus chances de ganar entonces ya no resultan tan ciertas. Muchos acontecimientos ocurrieron desde 2011. Pero la emergencia de Sergio Massa animándose a hacer lo que Daniel Scioli no pudo resultó –sin duda– decisiva para el futuro del gobernador
*Director de González-Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Ser-presidenciable-realidades--y-posibilidades-del-gobernador-20140223-0029.html

domingo, 9 de febrero de 2014

Promesas, ilusiones y desencantos en la política

Algunos teóricos del marketing suelen decir que éste, fundamentalmente, trata sobre el arte de propiciar el encuentro entre la oferta y la demanda. Desde una mirada psicológica se argumenta que eso resulta posible cuando las promesas convergen con las ilusiones. Así, no existirían productos si no existieran compradores capaces de percibirlos como promesas (verdaderas o imaginarias) que podrían hacer realidad sus ilusiones. Curiosamente, tal definición desborda el ámbito del marketing para incluir otros dominios como la religión, las relaciones interpersonales y la política.
Aunque las metáforas más recurrentes sobre la acción política tengan inspiración bélica, también existen otras. Por ejemplo, a veces la relación entre líder y pueblo suele pensarse en términos de amor y seducción. Desde esta perspectiva, la necesidad ciudadana de aspirar a una vida mejor propicia la emergencia de líderes capaces de elaborar y materializar promesas que generen ilusión. Recíprocamente, la clave para conquistar el poder radica en tocar las ilusiones ciudadanas a través de promesas creíbles.
Como en otros órdenes de la vida, tarde o temprano las luminosas promesas de antaño suelen horadarse por el peso de la agobiante realidad. Lo cual propicia el áspero desencanto.
Las razones de esos desencantos pueden ser múltiples y variadas. Quizás alguno (o ambos) de los partenaires haya cambiado. Quizás las promesas no pudieron cumplirse, tal vez porque nunca tuvieron sustancia. Quizás alguien advierte haber sido engañado o que todo fue un malentendido. Quizás los espléndidos líderes de ayer hoy sólo pueden verse como grotescos vendedores de fantasías.
Durante la última semana las acciones y omisiones de Cristina Kirchner fueron similares a las de otras épocas. Apareció en un acto público transmitido por cadena nacional donde, luego de anunciar un insuficiente aumento a jubilados, se concentró en denostar con firmeza las supuestas mezquindades de empresarios, sindicalistas y ahorristas. En contraposición, luego de las trágicas muertes de los bomberos que cayeron en el ejercicio de su deber, la Presidenta no realizó ninguna manifestación pública al respecto.
La misma clase de discursos que durante los albores del kirchnerismo habría producido encendidos aplausos, hoy –lamentablemente– sólo produce hartazgo y decepción. En cambio, las omisiones que antes podrían haber pasado inadvertidas, hoy son figura.
Los analistas políticos discuten si el kirchnerismo está o no terminado. En la política, como en la vida, hay un punto en que el retorno resulta improbable. Como en la vida, en la política hay hechos cuya inexorabilidad se intuye, aun cuando no pueda demostrarse de modo inequívoco
*Director de González y Valladares consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/-Promesas-ilusiones-y-desencantos-en-la-politica-20140208-0118.html

domingo, 5 de enero de 2014

La desesperanza aprendida y la resignación ciudadana

El psicólogo Martin Seligmanacuñó el término “desesperanza aprendida” para referir a unestado en que la persona se siente indefensa, cree no tener control sobre la situación y piensa que cualquier cosa que haga seráinútil.
Como resultado, la persona permanece pasiva ante acontecimientos dolorosos, incluso cuando dispone de la posibilidad real de cambiar esas circunstancias.
El experimento. En un esclarecedor experimento, Martin Seligman expuso a descargas eléctricas ocasionales a dos perros encerrados en sus respectivas jaulas. Pero mientras uno de éstos tenía la posibilidad de accionar una palanca para detenerlas, el otro no podía hacer nada. El dispositivo experimental determinaba que el tiempo de las descargas fuera igual para ambos animales: las recibían simultáneamente y cuando el primero cortaba la electricidad el otro también dejaba de recibirla.
Pudo observarse que, a pesar de experimentar los mismos estímulos aversivos, la reacción de cada animal fue diferente: mientras el primer perro mostraba un comportamiento y un ánimo normal, el otro permanecía quieto y asustado.
La conclusión fue simple y contundente: la sensación de poseer algún control sobre la realidad hacía soportable la situación para el primero; en cambio el segundo habría aprendido que cualquier acción era impotente para cambiar su realidad.
Seligman fue un paso más allá, y permitió que el segundo animal pudiera ahora controlar las descargas. El resultado de la modificación fue sorprendente. Ya era tarde: el perro se mostraba incapaz de darse cuenta de su posibilidad de control y, por lo tanto, continuaba recibiendo la electricidad sin intentar nada para evitarlo.
Su desesperanza aprendida era irreversible.
Paralelos. Algo análogo ocurre a la ciudadanía asfixiada por los recurrentes problemas endémicos del país que persisten sin ser resueltos y que determinan padecimientos cotidianos de gravedades diversas. Ante cada nueva manifestación desbordante de esos problemas, los ciudadanos protestan, marchan, asisten a cacerolazos, juntan firmas,cortan calles o lloran ante las ocasionales cámaras de televisión que les permiten expresarse, entre otras diversas reacciones.
Pero el final es casi invariablemente el mismo: la situación sigue igual o, a veces, peor.
Y así seguimos, entonces. Inermes ante amenazas que pueden acecharnos en cualquier momento, en cualquier lugar, por cualquier razón o sin razón alguna.
Desesperanza. Quizá el gobierno nacional ya nos ha convencido –sea por negación, o por ese discurso que carga la responsabilidad de los males en enemigos demasiado poderosos o, simplemente, en la impericia de sus acciones– de que no hay mucho que pueda hacerse.
Como el perro de Seligman, tal vez ya hemos aprendido la desesperanza. Tan cercana a la impotencia. Tan parecida a la resignación.
(*) Director de González-Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/La-desesperanza-aprendida-y-la-resignacion-ciudadana-20140104-0098.html


domingo, 29 de diciembre de 2013

La "bella indiferencia" de una Presidenta ausente Una reflexión freudiana sobre el kirchnerismo y la angustia ciudadana.

Freud utilizó la expresión “bella indiferencia” para referir a cierta distancia afectiva que caracterizaba a una de sus pacientes.
Lo que confería singularidad al caso era que aquella mujer parecía desconocer su responsabilidad sobre angustias que padecía a causa — precisamente— de algo que había realizado.
Hace apenas unas semanas comenzaba en Córdoba una ola de saqueos que mantuvo en vilo a la sociedad.
Una conjetura muy verosímil señala que fue la tentación oportunista del Gobierno Nacional (al negar el envío de la Gendarmería para infligir un daño político al Gobernador José Manuel De la Sota), lo que terminó encendiendo la mecha del incendio que pronto se propagó a otras provincias.
Sin embargo, días después Cristina apareció bailando exultante en el festejo de los 30 años de la democracia, luego de sentenciar que la seguidilla de saqueos no había sido más que un intento para desestabilizar al gobierno nacional y popular, que representaría la quintaesencia de la democracia.
Desde hace dos semanas una intensa ola de calor transformó las ciudades en virtuales hervideros. Los cortes de luz fueron multiplicándose a lo largo de los días. Niños, ancianos y familias enteras sin agua. Edificios sin ascensores. Centros de salud que no pueden atender a sus pacientes. Comerciantes que han perdido su mercadería. Calles tomadas por protestas que los funcionarios no parecen querer escuchar.
Un Jefe de Gabinete que cada mañana pretende envolver a la ciudadanía con una retórica tan ampulosa como ineficiente.
Un Gobierno Nacional cuya principal acción, hasta ahora, consistió en señalar la responsabilidad de las empresas de energía a las que amaga con quitarle las licencias. Y una Presidenta que está ausente, como en tantas otras ocasiones en que el infortunio se hizo presente.
Algún día, sociólogos, historiadores y analistas políticos teorizarán sobre el kirchnerismo.
Como ocurre con cualquier ejercicio histórico, probablemente se proceda a un análisis político-estructural de aspectos macro, tales como el modelo económico, la estructura distritibutiva, la política de derechos humanos, la tensión con los medios, el relato, la sanción de leyes sobre libertades civiles, y otras facetas políticas.
Difícilmente se centre en detalles tan precisos y reveladores como la indiferencia presidencial ante las angustias ciudadanas; sobre su profunda insensibilidad ante el sufrimiento del otro; sobre la recurrente vocación de auto situarse en esa especie de Olimpo autoconstruido, donde habitarían los espíritus más sensibles y las mentes más lúcidas.
Hace apenas unos meses, en un rapto de lucidez lingüística, Cristina sentenciaba que “La Patria es el prójimo”. Ese prójimo que hoy está abandonado a su suerte. Y sujeto a la triste indiferencia presidencial
(*) Director de González-Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/La-bella-indiferencia-de-una-Presidenta-ausente---20131229-0027.html

sábado, 21 de diciembre de 2013

El optimismo y el pesimismo en la política


El optimismo y el pesimismo son, ante todo, actitudes existenciales. Como tales, no pueden quedar fuera de la política.
La mirada optimista siempre ve o imagina el costado positivo de las cosas. El optimismo es una de las expresiones de la fe y, por ende, un poderoso motor de la acción. En su límite, el optimismo puede ser también una variante de la ingenuidad, o una degradación del pensamiento constructivo que termina confundiendo el deseo con la realidad.
En contraposición, la mirada pesimista señala el costado sombrío de la vida. Quizás sea también un ejercicio de fe, pero de carácter contrario. El pesimismo puede conducir a la duda paralizante, a la desesperación o a la derrota. En su límite, el pesimismo puede ser también un acto de lucidez que permite separar las realidades de las ilusiones. Como tal, puede emparentarse con el escepticismo sano, una especie de brújula interior que nos permite evitar caminos que llevarían al fracaso y, por ende, orientar al éxito.
Lo anterior ilustra una sutileza de nuestra vida mental: optimismo y pesimismo son dos orientaciones existenciales cuyo valor adaptativo depende de su adecuación a realidades probables. Pero esto implica una paradoja: lo que concebimos como realidades probables, a su vez, está determinado por nuestro optimismo y pesimismo. De tal modo, optimismo y pesimismo son dos orientaciones hacia el futuro cuyo valor adaptativo solo puede juzgarse en retrospectiva, cuando los hechos finalmente han ocurrido.
El país ha vivido días de profunda conmoción social expresada por un explosivo cóctel de saqueos, y violencia. Quienes entrevieron un inminente estallido aún mayor: ¿fueron realistas o pesimistas? Quienes avizoraron peligros superlativos: ¿cumplieron con el deber ciudadano de advertencia o fueron meras voces apocalípticas que echaron nafta al fuego?
Final y felizmente aquel estallido mayúsculo no ocurrió. Ojalá no ocurra.
Ya casi estamos celebrando la Navidad. Resabios de pensamiento mágico forjan la ilusión de que al arribar a la Nochebuena el peligro habrá terminado. O que, al menos, comenzará una tregua.
Así como para la vida la esperanza es una necesidad, para la política es un deber. En magistrales palabras, Ernesto Sábato reflexionaba que los pesimistas se reclutan entre los ex esperanzados, dado que para ser un auténtico pesimista es necesario haber tenido esperanzas que se perdieron. Pero —decía también— los pesimistas necesitan de vez en cuando renovar nuevamente su esperanza.
El descreimiento hacia la capacidad de la política para forjar un país mejor es un mal que anida en el corazón de muchos argentinos. Pero en la Nochebuena, algunos alzarán sus copas con la ilusión de que el milagro siempre puede ocurrir. Aunque “el milagro” no sea sino una profunda iluminación de la dirigencia política que posibilite estar, alguna vez, a la altura de las circunstancias.
Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/El-optimismo-y-el-pesimismo-en-la-politica-20131221-0082.html

domingo, 15 de diciembre de 2013

Violencia, saqueos y orfandades

“Si tienes miedo de quien te protege, ¿quién podrá protegerte de ese temor?”. Con esta frase, un adagio oriental anónimo, el psiquiatra escocés Ronald Laing encabezaba un texto sobre la sensación de orfandad existencial. Orfandad, fragilidad e impotencia resultan variaciones de los sentimientos generados durante la ola de saqueos y violencia de los últimos días. ¿Cómo es posible que ese vecino y cliente integre ahora la turba impiadosa que saquea y destruye?. ¿O que la policía que debería defender al ciudadano abdique de su responsabilidad esencial para dejarlo inerme ante una furia social irrefrenable?. ¿Cómo es posible que, en algún momento, el Gobierno Nacional se haya concentrado en sentenciar insuficientes y conjeturales diagnósticos antes que en arbitrar los medios eficaces para detener la explosión de irracionalidad?. La Presidente baila en la plaza la danza festiva de la democracia que supimos conseguir. La imagen resulta coherente con su diagnóstico previo: los saqueos fueron pergeñados con precisión quirúrgica para horadar el orden constitucional. Si así fuera, aquel baile sería entonces un símbolo de resistencia. Pero si las causas resultan más abarcadoras para incluir la espiral inflacionaria que lastima la dignidad de los más pobres, la recurrente impericia  de suponer que se puede garantizar seguridad con fuerzas policiales que perciben salarios inviables o la evidente incapacidad de logar una paz social con algún viso de solidez; entonces aquella danza se convierte en la fiel expresión de la vacuidad y el desatino. La desafortunada referencia presidencial a una pantalla dividida que hubiera contrapuesto las fuerzas danzantes de la democracia con la barbarie de sus enemigos, se reveló paradójica e innecesaria. Porque la simultaneidad de las dos escenas las enhebró el ojo del ciudadano que asistía atónito al triste espectáculo de violencia, muerte y saqueos, mientras el Gobierno y sus adláteres continuaban con su ritual narcisista bailando sobre la cubierta del Titanic. Quizás algún día sociólogos e historiadores teorizarán con perspectiva temporal sobre esta semana trágica. Hoy, desde el estrecho presente, solo cabe una conjetura simple: en algún momento de nuestra historia, de manera irreflexiva, sea por acción u omisión, los argentinos comenzamos el absurdo juego de coquetear con el mal. Y lo confundimos todo. Y perdimos el rumbo. El gran Discepolín ya nos lo había advertido, pero no supimos escucharlo. Porque “Cambalache”, además de un tango, era el anticipo de la tragedia de la que aún no podemos salir.Mientras nos sigue perturbando el temor que nos provocan quienes deberían protegernos. Ese hilo sutil que ata la orfandad social a la existencial.
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Violencia-saqueos-y-orfandades-20131215-0023.html

sábado, 7 de diciembre de 2013

Lo que Córdoba se llevó: reflexiones sobre valores y política

Hace apenas 20 días la Presidente Cristina Kirchner reasumió sus funciones decidiendo profundos cambios en su gabinete.
Desde una perspectiva política, una de las explicaciones de esos cambios sostiene que, a diferencia de otras ocasiones, esta vez Cristina supo escuchar a tiempo el mensaje de las urnas y, por ende, realizar las correcciones necesarias para encauzar su gobierno.
Desde una perspectiva existencial, también se ha conjeturado que la enfermedad pudo haber dulcificado el espíritu de la Presidenta, para dar emergencia a una Cristina más serena, comprensiva y ecuánime.
En contraposición, los espíritus más escépticos descreen tanto del carácter genuino de aquellos cambios como de la virtud presidencial que los determinaría. Así, una vez más, razonan sobre la naturaleza cosmética de los pretendidos cambios, al tiempo que descreen de la posible conversión interior que habría experimentado la Presidenta.
Más allá de lo que se entienda exactamente por política, lo cierto es que la comprensión de ésta se torna inconcebible si se prescinde de los deseos, creencias, valores y capacidades de los actores que le dan vida.
En el contexto de su reaparición, pensar en un cambio interior de la Presidenta es suponer una trasmutación en su sistema de valores. Desde la sencillez categorial de un niño, se diría que Cristina se habría tornado más buena. Lo bondad o, simplemente, el Bien puede resultar una energía que oriente la política hacia nuevas posibilidades de realización. La sensibilidad hacia el sufrimiento del otro puede ser entonces el primer estadio dentro de un programa de acción política. Porque la pasión del bien implica descubrir dónde radica el dolor que se desea paliar. Quizás sea por eso que aún se venera a Evita.
Hace apenas unos días, la política parecía haberse encaminado hacia una dirección virtuosa. Por supuesto, las buenas intenciones son apenas condiciones necesarias pero no suficientes. Era lícito cuestionar la razón instrumental aplicada a esos nuevos horizontes o al menos dudar de la eficacia real de los asistemáticos anuncios de Jorge Capitanich. Pero sus evidentes gestos de apertura al diálogo y la adopción de un estilo civilizado de comunicación eran buenos augurios.
Hasta que estalló Córdoba. Y una vez más se asistió al choque contra la dureza de una realidad que, en segundos, hizo añicos los floridos oropeles de la impostura.
No se trata de determinar cuánta responsabilidad le correspondió al Gobernador De la Sota, aunque sea mucha. Tampoco de enredarse en disquisiciones sobre si los mensajes llegaron a tiempo o por los canales adecuados. Lo cierto es que, desde el Gobierno Nacional, pareció privar nuevamente la especulación egoísta por encima de la piedad. Porque el verdadero bien es el que se ofrece en pos de alivio aún sin ser llamado.
La fría crónica dirá que hubo un muerto y muchos heridos luego de una noche de violencia y zozobra. Pero omitirá señalar que, en algún lugar, una voluntad pudo haber elegido el bien, aunque prefirió no hacerlo.

(*) Director de González y Valladares Consultores de Marketing Político.
http://www.perfil.com/politica/Lo-que-Cordoba-se-llevo-reflexiones-sobre-valores-y-politica-20131207-0099.html

domingo, 24 de noviembre de 2013

Saber, querer y poder en la gestión presidencial

Luego de más de cuarenta días de incertidumbre, las incógnitas han sido despejadas: Cristina Kirchner ha retomado funciones y ha introducido cambios en su gabinete.
A nivel manifiesto, esos cambios resultan sustantivos. Con Guillermo Moreno se aleja la figura quizás más emblemática de un modo de accionar político que ha merecido un profundo rechazo de la ciudadanía.
Con la llegada de Jorge Capitanich a la Jefatura de Gabinete, la Presidenta parece inaugurar una modalidad inédita en su gobierno: ha delegado una importante cuota de la gestión.
Quienes se entusiasman con el nuevo escenario entienden que Capitanich encarna un saber hacer en materia económica y política; algo de lo que carecía Moreno.
En tal sentido, con el enroque, Cristina estaría confiriendo la cuota de poder necesario a quien sabría realmente qué hacer para que el gobierno recupere el rumbo que últimamente venía desdibujándose.
Por otra parte, en su discurso en la Casa Rosada, Cristina volvió a enfatizar la necesidad de profundizar el modelo. De tal modo, cabe sintetizar el escenario actual en estos términos: Cristina mantiene el querer y el poder; Capitanich, el saber. Por consiguiente, sólo bastaría actuar bajo esa lógica y esperar los resultados.
Sin embargo, los espíritus escépticos tienen ocasión de presentar sus reservas: ¿los males del país son el producto de un modelo equivocado que representa el objeto del deseo presidencial, o se trata de problemas de implementación capaces de ser remediados por la aplicación del saber apropiado?; ¿cuál es exactamente el rol de Axel Kicillof: la de un saber técnico complementario al de Capitanich, o el de un simple contrapeso pergeñado por la Presidenta para que el último no tenga más poder que el que ella está dispuesta a concederle?; ¿Cuál es el grado real del saber de Capitanich: es una nueva luminaria del pensamiento político económico, o apenas un típico gobernador con aciertos y fracasos relativos?
Aún en el caso de que los principales actores abrigaran las mejores intenciones para mejorar el país y que –efectivamente– Capitanich contara con el saber y poder necesarios: ¿eso resultará suficiente para lograr los cambios o, por el contrario, el paso del tiempo determinó que los males del país son ya demasiado estructurales como para que puedan revertirse en el seno mismo del gobierno donde se desarrollaron?
Querer, saber y poder representan tres condiciones básicas de la acción humana exitosa.
Como siempre, optimistas y escépticos percibirán diferentes configuraciones de esos factores luego de los cambios presidenciales.

*Director de González / Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Saber-querer-y-poder-en-la-gestion-presidencial-20131124-0037.html

sábado, 16 de noviembre de 2013

¿Y ahora qué va a pasar?

Como en otros órdenes de la vida, la política puede entenderse como concatenaciones y ensamblajes entre acontecimientos y esperas. Los últimos 40 días fueron pródigos en acontecimientos (enfermedad de la Presidenta, resultado de las elecciones, fallo de la Corte sobre la Ley de Medios). Pero tanta vorágine de hechos apareció atravesada por la expectativa sobre lo que hará Cristina Kirchner cuando retome sus funciones.
Luego del alta médica definitiva, el retorno de la Presidenta resulta inminente. Lo cual actualiza recurrentes interrogantes: ¿cómo retornará?, ¿realizará cambios en su gabinete?, ¿tomará alguna medida en materia económica? Sin embargo, subsiste un interrogante subyacente al resto: ¿realizará cambios en el modelo o, por el contrario, lo profundizará?
La avidez de novedad, esa actitud existencial postulada por el filósofo Martin Heiddeger cuya expresión más simple es la ansiedad informativa, suele impulsarnos a la constante espera de que algo distinto ocurra. Por su esencia, la avidez de novedad puede propiciar confusión entre el deseo y la realidad.  Desde esa lógica, muchas voces críticas al oficialismo parecen decir: “Luego del traspié en las elecciones, la Presidenta se verá obligada a cambiar; queremos entonces enterarnos de cuál será ese cambio”.
En contraposición, los más escépticos entienden que si hay algo que Cristina nunca hará es realizar un cambio que justifique haberse anoticiado de la pérdida de alguna batalla. Argumentan, quizás con razón, que tal proceder resulta ajeno al ADN y al historial kirchnerista. Paradójicamente, la predicción de los opositores escépticos –aunque acompañada por valoraciones opuestas– suele coincidir con lo que expresa el ala dura del oficialismo, cuando insiste en sentenciar alguna variante del “ahora más que nunca es necesario profundizar el modelo nacional y popular de crecimiento con inclusión”.
En términos de la denominada teoría de juegos cabría decir que se asiste al turno de Cristina. Mientras la Presidenta no defina su juego, nadie (ni oficialistas ni opositores) tiene del todo claro qué es lo que debe hacer. En cambio, cuando Cristina esté nuevamente operativa, su estrategia habrá quedado determinada y, por consiguiente, esa incertidumbre se habrá despejado.
Si los hechos resultan tan descarnadamente elementales, es decir, si la aparición de Cristina es inminente: ¿cómo explicar la insistencia en conjeturar qué es lo que ella hará, cuando lo más sencillo sería esperar a que lo haga?
Me aventuraría a concluir que la avidez de novedad es ese sentimiento impostergable que nos impulsa a reemplazar con representaciones probables la ausencia de hechos consumados. Razón por la cual, mientras nos mantenemos a la espera de los hechos objetivos, no podemos renunciar a generar ese cúmulo de lucubraciones que nos permite aminorar la ansiedad de la incertidumbre.
Personalmente pienso que asistiremos, otra vez, a una Cristina pretendidamente distinta que no podrá dejar de deslizar que es esencialmente la misma. Pero, como tantos otros, estaré allí, expectante. Escuchando cómo la realidad del acontecimiento sustituye la irrealidad de lo conjeturado durante el tiempo de la espera. Dejándome llevar por la avidez o por el deseo secreto de que algo suceda, aun cuando descrea que eso sea demasiado distinto de lo esperado
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Y-ahora--que-va-a-pasar-20131116-0128.html

domingo, 3 de noviembre de 2013

Los riesgos de hacerse los rulos

Domingo 27 de octubre: Luego de superar holgadamente a Martín Insaurralde por casi 12 puntos, Sergio Massa le habla al país como un auténtico líder emergente. Antes, el cuestionado Amado Boudou aparecía junto a referentes del Gobierno impostando un triunfalismo eufórico cuyo leitmotiv es que el oficialismo sigue siendo la primera fuerza política del país.
Martes 29 de cctubre: Mientras los ecos del triunfo de Massa permanecen vigentes, la Corte se expide declarando la constitucionalidad de los artículos de la ley de medios cuestionados por el Grupo Clarín.
Jueves 31 de octubre: Martín Sabbatella irrumpe en las oficinas del multimedio para comunicar que el Afsca actuará de oficio para que el grupo Clarín se ajuste a la ley.
Analistas políticos diversos señalan que con estos hechos el Gobierno habría recuperado la iniciativa política y, por ende, diluido el efecto del traspié eleccionario. Los más osados, se animan a establecer un paralelismo con el 2009, cuando —luego de triunfar — la oposición fue saliendo de escena a raíz de la ofensiva de medidas impulsadas por el Gobierno. El corolario de tal lectura los conduce a interrogarse si la suerte de Massa no será análoga a la de Francisco de Narváez.
Con independencia de su adecuación a futuro, a mi juicio tales análisis pecan de un error común: la obsesiva dramatización de lo que acontece en el día a día obnubila la visión en perspectiva. Una implicancia de ese error conduce a maximizar la sorpresa de lo que, en rigor, debía ser considerado dentro del espacio de lo posible.
En efecto, luego del triunfo de Massa y del retroceso electoral del oficialismo en las PASO, muchos analistas coincidieron en sostener acríticamente que —al quedar definitivamente sepultado el sueño de la re– reelección— el Cristi-kirchnerismo estaría llegado a su fin y, por ende, comenzaba la etapa de transición hacia 2015. Tales análisis ameritan algunas reflexiones:
Una de las reglas básicas de la estrategia es no subestimar al adversario. A mi juicio, la idea de que el kirchnerismo está derrotado y en retirada y que la Presidente ya capituló, es un error producto de confundir el deseo con la realidad.
Mi conjetura es tan simple como incomprobable: en su fuero íntimo, la Presidenta ansía secretamente que algo ocurra a efectos de “desempolvar” la re-reelección. Y, es más, no solo lo desea, sino que está decidida a hacer lo posible para que suceda. Creo que la pasión de Cristina se adecua plenamente a esos versos de Almafuerte: “No te des por vencido, ni aún vencido”. Aunque es cierto que tal sueño presidencial resulte hoy incompatible con la ley, la vocación del kirchnerismo siempre ha radicado en desarrollar los mecanismos necesarios para alcanzar sus objetivos. Es por esas razones que, ad referéndum de que la Presidente reasuma con plena salud, lo más probable es que se asista al conocido discurso de profundización del modelo antes que a capitulaciones, definiciones de sucesores o rectificación de supuestos errores.
Eso no significa predecir el futuro éxito del Cristinismo, sino advertir que no debería sorprender si continúa batallando hasta el fin. Como ya dijera la misma Presidente a los opositores: “No se hagan los rulos”

*Director de González y Valladares Consultores de Marketing Político.
http://www.perfil.com/columnistas/Los-riesgos-de-hacerse-los-rulos-20131103-0006.html

lunes, 28 de octubre de 2013

Razones y conjeturas tras las elecciones

La elección ha concluido y varias de sus incógnitas despejadas. Tal como proyectaban las encuestas, Sergio Massa resultó un contundente ganador junto conJulio Cobos, Gabriela Michetti, Hermes Binner y el espacio liderado por Sergio Urribarri. Cabe también agregar a Mauricio Macri y José Manuel de la Sota, triunfadores de modo indirecto. YPino Solanas se impuso a Daniel Filmus. 

Ahora surgen las preguntas de rigor: ¿Por qué? ¿Qué pasará a partir de este lunes 28?, ¿Cómo será la transición hasta 2015, si es que se consuma?, ¿Cuál será el futuro de Massa, de Scioli, de Cristina Kirchner?

Como cualquier fenómeno complejo, el triunfo de Massa obedece a una conjunción de razones. Como en todo orden humano, existe encuentro cuando —razonablemente— coinciden la promesa y esperanza. En tal sentido, el mérito de Massa es haber dado con la fórmula para las demandas de una ciudadanía agobiada por antiguos problemas aún abiertos (inseguridad, inflación, corrupción, etc.) y por un nivel de intolerancia política asociado a la pertinaz negación de lo obvio y a la obsesiva referencia al pasado. Con un discurso simple y contundente, el intendente de Tigre supo erigirse en un político capaz de liderar la lucha contra tantos desatinos y recuperar la idea de futuro para una sociedad que venía resignándose a elegir el menor de los males posibles a falta de un auténtico programa opositor con vocación de poder.

En contraposición, a Martín Insaulrralde no le resultaron suficientes ni el espaldarazo de Scioli ni los méritos de una campaña que, al inicio, lo mostró como un candidato autónomo, amigable y cercano a la gente; pero que en su tramo final dejó translucir cierto toque sutil de beligerancia kirchnerista unido a una frivolización innecesaria.

En cuanto a Scioli, el futuro se presentaría algo complicado. A su modo, el gobernador se jugó abrazando un kirchnerismo que nunca fue su sello. Pero lo que ganó con esa impostada pureza ideológica le hizo perder aquella presencia transversal que otrora supo consolidar. Y lo peor, finalizada esa especie de zona temporal liberada donde pudo hacer y deshacer a su arbitrio, podría recaer sobre él la responsabilidad de la derrota junto a la reapertura de antiguas hostilidades emanadas desde el poder presidencial. Poder que quizás se encargue de recordarle lo que todos saben pero que nadie se atreve a decir: La Presidenta nunca ha deseado que Scioli sea su sucesor y, si tuviera que elegir alguno, es probable que prefiera a otro aún a riesgo de que éste tenga menoreschances. Elegirlo a Scioli podría obedecer más a un acto de supervivencia política que a la mera conveniencia o, mucho menos, a la afinidad personal e ideológica. 

No obstante, el anterior análisis resulta incompleto sino se considera la evolución de la salud de Cristina: ¿Volverá pronto al pleno ejerciciode sus funciones?, ¿Con qué ánimo personal y político?,¿Retornará con el ímpetu que la caracteriza para reiniciar una gesta propia del Ave Fénix?, ¿O quizás entienda que ha llegado el momento de la tan mentada sucesión? 

Sería demasiado apresurado bosquejar respuestas a interrogantes que desbordan ese artesanal ejercicio de conjeturas al que se denomina análisis político.

(*) Director de González y Valladares, Consultores de Marketing Político
http://www.perfil.com/columnistas/Razones-y-conjeturas-tras-las-elecciones-20131029-0020.html