Federico González
El análisis del escenario electoral está signado por la idea
de una polarización cuasi irreversible entre Daniel Scioli y Mauricio Macri.
Pero, ¿hasta qué punto se trata de un hecho real?
¿Realidad objetiva o
ficción operativa?
¿Existe una polarización anticipada entre Daniel Scioli y Mauricio
Macri? ¿O se trata apenas de una sentencia exagerada y prematura cuyo fin es expulsar
a Sergio Massa? ¿Es la polarización una realidad objetiva derivada de múltiples
desaciertos de Massa? ¿O se trata de una construcción mediática pergeñada a la
medida de intereses de algún círculo rojo, aunque con capacidad de consumarse como
profecía auto cumplida? ¿Son las anteriores preguntas falsas disyunciones, dado
que la verdad está en el medio?
Una sentencia clásica prescribe que todo lo que existe,
existe en alguna medida. El diccionario de ciencia política consigna que “polarización”
refiere a “situaciones en que las opiniones divergen hacia polos de
distribución o intensidad”. El problema es que esta definición teórica deja indeterminada
su operacionalización. Así, la ausencia de un “polarizómetro” que determine con
precisión cuándo se está ante el fenómeno, obliga al sentido común: debería reservarse
a situaciones en que dos partidos o candidatos se reparten al menos el 80% del
electorado.
Sin embargo, el término comenzó a utilizarse cuando la suma
de Scioli y Macri no superaba el 60%, mientras que Massa aún conservaba el 25%.
Aunque hoy la tendencia parece haberse agudizado a 65% a favor de Scioli-Macri,
contra un 22% de Massa-De la Sota; decretarla antes de tiempo conlleva incurrir
en el sesgo de confundir la potencia con el acto.
Síntesis
Ciertamente, podría objetarse que se hace una disquisición
semántica alrededor de una palabra. Sin embargo, la semántica esconde también una
pragmática. Porque el uso hiperbólico de “polarización” genera la prescripción de
que solo existe una disyuntiva inexorable: Ó gana Scioli ó gana Macri.
Probablemente Mauricio Macri esté expectante ensayando el baile
que corone un nuevo festejo PRO. Mientras, Sergio Massa quizás ilusiona con un
5-J que —con triunfos de Lousteau y del delasotismo en Córdoba— devuelva oxigeno
a su alicaída campaña y demuestre así que la polarización era un mito para expulsarlo
antes de tiempo.
Ciertamente, esta noche podría haber pasito macrista que
ponga moño y consolide a la polarización como hecho político irreversible. Pero
eso no quita que haberla decretado antes de tiempo en base a insuficientes
pruebas resultaba un hecho prematuro, abusivo y tendencioso.