domingo, 22 de marzo de 2015

Metáforas de campaña

Los resultados de la encuesta obedecen a una serie de factores concurrentes. El ascenso de Mauricio Macri quedaría explicado por el éxito en la colonización del espacio opositor, al desarrollar una política de alianzas que le permitió consolidar un supuesto frente republicano como alternativa al peronismo, donde quedaron incluidos Lilita Carrió y la UCR.
Por su parte, el ascenso del espacio oficialista representado por Daniel Scioli podría derivarse de la estructura ecológica del escenario electoral. En efecto, la ortodoxia del análisis político-ideológico prescribe que en la medida en que crece la posibilidad de un frente antiperonista de centroderecha, surge como contrapartida obligada el afianzamiento del kirchnerismo, en tanto frente Nac & Pop.
En cuanto al declive de Sergio Massa, quizás quede explicado por los peligros potenciales que entraña ensayar una estrategia híbrida en un país donde –más allá de declamaciones políticamente correctas– el desborde pasional suele ser la regla. Así, la metáfora de la “ancha avenida del medio suena coherente pero, en la práctica, puede derivar en una pérdida de identidad. En otros términos, su talón de Aquiles es que la conjunción de dos negaciones (ni K, ni anti K) resulta insuficiente para definir una identidad. En síntesis, la tan mentada “ancha avenida del medio” resultó hasta ahora un continente a la espera de un contenido.
Con el cambio de tendencia y los actuales números, muchos analistas estarán tentados de vaticinar una polarización. Pero quizás tal premura puede inducir a error. Al respecto, puede ser útil recurrir a otras metáforas de la sabiduría popular. La sentencia “no todo lo que reluce es oro” quizás resulte atinada para referir a la aparición de los primeros chisporroteos dentro de la alianza UCR-PRO. Adicionalmente, la figura de “la espuma de la cerveza” quizás resulte un símil adecuado para tener presente que, a veces, lo sustancial suele aparecer agrandado por el entusiasmo de lo novedoso.
El veredicto de las urnas terminará pulverizando las conjeturas. Mientras, las metáforas ayudan a pensar la incertidumbre.
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Metaforas-de-campana-20150322-0047.html

domingo, 15 de marzo de 2015

Convicciones y pragmatismo

Durante la semana, Ernesto Sanz y Julio Cobos mantuvieron un intenso debate sobre principios y consecuencias de una alianza con Macri. El primero fue quien mejor expresó la opción pragmática, al sostener que su propuesta de una alianza circunscripta a Macri y Carrió implicaba un acuerdo ventajoso, en contraposición a la idea de una primaria opositora amplia formulada por Cobos, a la que tildó de utópica. Aunque resultaría impropio calificar de principista la postura de Cobos, al menos éste evidenció cierto interés en salvaguardar la identidad del partido, al invocar la necesidad de un acuerdo programático previo a cualquier alianza.
En tiempos donde la conveniencia se prioriza por encima de los valores, ya no sorprende que el centenario partido de Alem debata si resulta más conveniente una alianza con el macrismo y Carrió u otra más amplia que también incluya a socialistas y a Massa. En tal sentido, la referencia irónica al mítico principio “que se rompa, pero que no se doble” resulta casi obligada.
La tensión entre principismo y pragmatismo no es nueva ni exclusiva de la política, sino consustancial de las relaciones sociales. En todo vínculo siempre se cede algo valorado en aras de la convivencia; no hacerlo entraña el riesgo de quedarse solo. La tensión entre lo valorado y lo posible resulta una cuestión de medida. Siempre existe un virtual límite donde ciertas renuncias implican claudicaciones. En política ocurre algo similar: el purismo exacerbado puede conducir al sectarismo y a la fragmentación inoperante, mientras que el pragmatismo a ultranza puede terminar socavando las identidades partidarias.
Los radicales de vieja estirpe consideran que una alianza circunscripta al PRO supone renunciar a banderas fundacionales. Los pragmáticos consideran, en cambio, que el juego hacia el poder justifica heterodoxias. Quizás ambos tengan cierta cuota de razón, al menos en el marco de la actual situación política. Pero esa razón no quita otras. El problema del devaneo radical es que se condena a sí mismo a un lugar subalterno en el largo plazo. Es  el lado oscuro del pragmatismo que se obnubila con lo inmediato. Porque: ¿cuál sería el destino de la UCR en el marco de un macrismo triunfante? O lo que resultaría aun más grave: ¿cómo podría recuperar su esencia una UCR  aliada con Macri, si  terminara derrotada?
En síntesis, el pecado original de la UCRno está dado tanto por las alianzas que la realidad política termina por “imponerle”, sino por su impericia crónica para pensarse más como protagonista que como actor de reparto.

*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/Convicciones-y-pragmatismo-20150315-0033.html

domingo, 1 de marzo de 2015

La certeza y la duda

El juez Daniel Rafecas desestimó la denuncia de Alberto Nisman contra Cristina Kirchner. Su sentencia implica un alivio para el Gobierno y aparece en un momento oportuno para la movilización oficialista de hoy en apoyo de la Presidenta.
En cambio, la misma sentencia significa una decepción para las voces opositoras y, quizás, para muchos ciudadanos que marcharon el 18F reclamando verdad y justicia. Como suele ocurrir, la sentencia de un juez, lejos de esclarecer sobre el alcance de la verdad, termina resultando un hecho político exhibido como trofeo por sus beneficiarios, mientras confirma el escepticismo de la contraparte política y de la ciudadanía.
La política se expresa a través de actores que tienden a configurar los hechos de modo  acorde a sus propósitos. No es casual que la epistemología que dirige sus acciones aparezca bajo la estructura de la certeza. En tal sentido, Cristina y Lilita, aunque se ubiquen en las antípodas, representan los casos paradigmáticos del político que siempre se muestra como un omnisciente conocedor de la verdad, cuya revelación surge como producto de su lucidez.
La Justicia, en cambio, supone una lógica exhaustiva y sistemática para descubrir y justipreciar los hechos a fin de discriminar entre lo verdadero y lo falso, y como condición para expedirse sobre culpabilidades e inocencias. La Justicia se funda entonces en un escepticismo preliminar para arribar a una verdad final.
La opinión pública se adscribe mejor al orden de las conjeturas transformadas en certezas. Estas pueden resultar a favor o en contra de alguien, o en contra de todos los actores políticos. Así, quienes simpatizan con el Gobierno creen que la denuncia de Nisman se fundaba en una mentira para perjudicar a la Presidentea y, por eso, perciben la sentencia de Rafecas como un acto de justicia. En contraposición, los espíritus anti K creen en la verdad de la acusación de Nisman y piensan que Rafecas fue presionado por el Gobierno para cerrar el caso. Por último, la legión de los escépticos generalizados termina por dudar de todo y de todos. Quizás algo más grave: en rigor, este escepticismo ciudadano se define no por la duda sino por la certeza de que tanto la política como la Justicia son simulacros al servicio de la mala fe. Más allá de la sentencia de un juez, cuando Cristina pronuncie su discurso una multitud devolverá sonrisas y aplausos. Pero también habrá miles de miradas que creerán asistir a un nuevo acto de una misma y ancestral impostura.
*Director de González Valladares Consultores.
http://www.perfil.com/columnistas/La-certeza-y-la-duda-20150301-0044.html