A 20 días del ballotage la foto parece contundente: Macri
aventajaría a Scioli según todas las encuestas y el resultado tiende a
agudizarse.
El primer sondeo arrojó los siguientes resultados. Mauricio
Macri, 45.6%; Daniel Scioli, 41.5%; en blanco,
4.1%; indecisos, 8.8%. Entre los votantes de Sergio Massa una apreciable
mayoría que asciende al 45%, se inclinaría por Macri; contra un 22.3% que lo haría
a favor de Scioli; un 24.5% de indecisos y 8.2% en blanco.
Luego de ese resultado conjeturábamos respecto de dos
hipótesis explicativas. Por una lado, la hipótesis del “efecto espuma”
sostendría que la diferencia a favor del líder del PRO obedecería al entusiasmo
del día después. Luego esa euforia tendería a decantar hasta producirse un
equilibrio que se resolvería en el decurso de la campaña. Por otro lado, la hipótesis
del “cambio de tendencia” prescribiría que el resultado del domingo 25 fue un
hecho disruptivo que marco un punto de inflexión de difícil retorno. Por lo
tanto, tendería a acrecentarse. Nuestro
punto de vista se inclina más por lo segundo que por lo primero. Las razones
son las siguientes:
1.
Más allá de los resultados del domingo 25 (donde,
en definitiva, Scioli aventajó a Macri por 2.6%), Cambiemos terminó investido
por la impronta del triunfo; mientas que el FpV apareció como el gran
derrotado.
2.
El inesperado resultado refutó el mito de la
invencibilidad del kirchnerismo. Si bien, el oficialismo ya había experimentado
derrotas en 2009 y 2013, en las elecciones presidenciales de 2007 y 2011
terminó por imponerse claramente en primera vuelta.
3.
Adicionalmente, el arrollador triunfo de María
Eugenia Vidal sobre Aníbal Fernández en contra de todos los pronósticos,
demostró que esa derrota es posible no ya en el plano teórico sino en el plano
fáctico.
4.
La derrota relativa del oficialismo coincidió
con parte de la retórica del último tramo de la campaña de Cambiemos, cuando Macri
convocaba a que los ciudadanos se animaran a votar sin miedo y a que no se
resignaran a la idea de que el triunfo K en primera vuelta fuera algo
irreversible. Además, la profecía macrista relativa a que habría ballotage y
que el lunes sería un día de alegría, se cumplió. Esto confiere al Jefe de
Gobierno porteño un hándicap de credibilidad a favor (i.e. quedó reflotando la
idea de “¡Vieron que tenía razón!”, aunque esa frase ni siquiera haya sido
formulada)
5.
En términos sociológicos, lo ocurrido el domingo
25 encuadra bien con el fenómeno de la consumación de los cambios de tendencias.
En efecto, antes de la elección, la sociedad parecía respirar un clima de hegemonía
kirchenerista. Pero después, comenzó a consolidarse un clima de cambio. Tal fenómeno
se corresponde con el preciso momento en que se advierte que algo terminará por
imponerse (moda, práctica social, etc.). Más precisamente, se consolida el advenimiento
de una mayoría temprana que termina por arrastrar a la porción tardía que, a
modo de efecto contagio, terminará por consolidar un nuevo orden[i].
6.
En términos pasionales, ocurre algo análogo: los
vínculos entre ciudadanía y gobierno suelen estar regidos por el ciclo de encanto
y desencanto. Desde esta perspectiva, la larga luna de miel entre el kirchnerismo
y una parte mayoritaria de la sociedad parece haber llegado a su fin. En esa
génesis la irrupción del macrismo parece funcionar a modo de catalizador. Al
fin y al cabo, muchos idilios suelen terminan de caer definitivamente cuando aparece
uno nuevo.
En síntesis, lo anterior abona la idea de que, de no mediar
hechos extraordinarios (que la prudencia no debería descartar) a 20 día del
ballotage la irreversibilidad del triunfo macrista se vislumbra como cosa
juzgada.
[i]
Otra analogía ejemplificadora
puede encontrarse en el concepto de paradigma de Thomas Kuhn: cuando la
acumulación de hechos problemáticos hace insostenible al viejo paradigma, se produce
su ruptura para dar emergencia a algo nuevo. En tal sentido, el triunfo de Cambiemos
parece augurar un cambio de cultura política. Y en similar línea, el triunfo de
María Eugenia Vidal sobre Aníbal Fernández funciona como caso paradigmático.