martes, 3 de noviembre de 2015

Cosa juzgada: Macri y Scioli a 20 días del ballotage

A 20 días del ballotage la foto parece contundente: Macri aventajaría a Scioli según todas las encuestas y el resultado tiende a agudizarse.
El primer sondeo arrojó los siguientes resultados. Mauricio Macri, 45.6%; Daniel Scioli, 41.5%; en blanco,  4.1%; indecisos, 8.8%. Entre los votantes de Sergio Massa una apreciable mayoría que asciende al 45%, se inclinaría por Macri; contra un 22.3% que lo haría a favor de Scioli; un 24.5% de indecisos y 8.2% en blanco.
Luego de ese resultado conjeturábamos respecto de dos hipótesis explicativas. Por una lado, la hipótesis del “efecto espuma” sostendría que la diferencia a favor del líder del PRO obedecería al entusiasmo del día después. Luego esa euforia tendería a decantar hasta producirse un equilibrio que se resolvería en el decurso de la campaña. Por otro lado, la hipótesis del “cambio de tendencia” prescribiría que el resultado del domingo 25 fue un hecho disruptivo que marco un punto de inflexión de difícil retorno. Por lo tanto, tendería a acrecentarse.  Nuestro punto de vista se inclina más por lo segundo que por lo primero. Las razones son las siguientes:
1.       Más allá de los resultados del domingo 25 (donde, en definitiva, Scioli aventajó a Macri por 2.6%), Cambiemos terminó investido por la impronta del triunfo; mientas que el FpV apareció como el gran derrotado.
2.       El inesperado resultado refutó el mito de la invencibilidad del kirchnerismo. Si bien, el oficialismo ya había experimentado derrotas en 2009 y 2013, en las elecciones presidenciales de 2007 y 2011 terminó por imponerse claramente en primera vuelta.
3.       Adicionalmente, el arrollador triunfo de María Eugenia Vidal sobre Aníbal Fernández en contra de todos los pronósticos, demostró que esa derrota es posible no ya en el plano teórico sino en el plano fáctico.
4.       La derrota relativa del oficialismo coincidió con parte de la retórica del último tramo de la campaña de Cambiemos, cuando Macri convocaba a que los ciudadanos se animaran a votar sin miedo y a que no se resignaran a la idea de que el triunfo K en primera vuelta fuera algo irreversible. Además, la profecía macrista relativa a que habría ballotage y que el lunes sería un día de alegría, se cumplió. Esto confiere al Jefe de Gobierno porteño un hándicap de credibilidad a favor (i.e. quedó reflotando la idea de “¡Vieron que tenía razón!”, aunque esa frase ni siquiera haya sido formulada)
5.       En términos sociológicos, lo ocurrido el domingo 25 encuadra bien con el fenómeno de la consumación de los cambios de tendencias. En efecto, antes de la elección, la sociedad parecía respirar un clima de hegemonía kirchenerista. Pero después, comenzó a consolidarse un clima de cambio. Tal fenómeno se corresponde con el preciso momento en que se advierte que algo terminará por imponerse (moda, práctica social, etc.). Más precisamente, se consolida el advenimiento de una mayoría temprana que termina por arrastrar a la porción tardía que, a modo de efecto contagio, terminará por consolidar un nuevo orden[i].
6.       En términos pasionales, ocurre algo análogo: los vínculos entre ciudadanía y gobierno suelen estar regidos por el ciclo de encanto y desencanto. Desde esta perspectiva, la larga luna de miel entre el kirchnerismo y una parte mayoritaria de la sociedad parece haber llegado a su fin. En esa génesis la irrupción del macrismo parece funcionar a modo de catalizador. Al fin y al cabo, muchos idilios suelen terminan de caer definitivamente cuando aparece uno nuevo.
En síntesis, lo anterior abona la idea de que, de no mediar hechos extraordinarios (que la prudencia no debería descartar) a 20 día del ballotage la irreversibilidad del triunfo macrista se vislumbra como cosa juzgada.


[i] Otra analogía ejemplificadora puede encontrarse en el concepto de paradigma de Thomas Kuhn: cuando la acumulación de hechos problemáticos hace insostenible al viejo paradigma, se produce su ruptura para dar emergencia a algo nuevo. En tal sentido, el triunfo de Cambiemos parece augurar un cambio de cultura política. Y en similar línea, el triunfo de María Eugenia Vidal sobre Aníbal Fernández funciona como caso paradigmático.